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Historia

El papel de Cuba en el narcotráfico

Contrabando, juego y consumo de drogas en la Isla entre los años veinte del pasado siglo y comienzos de la revolución.

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Corrupción a destajo

A comienzos de los años cuarenta, Claude Follmer preparó un extenso reporte para el Buró Federal de Narcóticos. Su visión global sobre la situación en Cuba era negativa y culpaba a las autoridades policiales de la Isla. "Como resultado de la ineficiencia y la corrupción de los nacionales de policía, pasados y presentes, todos los vicios conocidos en la civilización moderna han prosperado en Cuba durante muchos años. En este momento, lo mismo que en años recientes, los crímenes predominantes en Cuba son el asesinato, el juego, la prostitución y un trafico extenso de narcóticos y marihuana".

Recordaba Follmer que con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, los narcóticos que antes llegaban a Europa fueron reemplazados por cocaína peruana, que llegaba en barcos chilenos, y resaltaba: "en el momento presente (1943) la República de Cuba está literalmente inundada con cocaína peruana, la cual en el caso de La Habana es vendida a varios miles de cocainómanos en esa ciudad". Concluía que las autoridades no hacían mayor cosa y que las drogas ilegales se vendían abiertamente.

Sin embargo, los reportes anuales presentados ante la Liga de las Naciones por parte del gobierno cubano a comienzos de esa década, senalaban que el consumo ilegal de narcóticos "no (tenía) mayor importancia en Cuba", aunque en privado Eduardo Palacios Planas, comisionado de Drogas, reconocía el nivel de narcóticos y la poca colaboración del gobierno cubano para combatirlo.

Para el embajador norteamericano Spruille Braden, la tolerancia con el consumo y tráfico de drogas era parte de un ambiente generalizado de corrupción: "…los manejos ilícitos y la corrupción en todas sus formas son ampliamente dominantes en Cuba e involucran a funcionarios de alto y bajo nivel. Incluso aquellos en los círculos inmediatos al presidente (y) algunos miembros del gabinete (…) tienen un interés directo en las ganancias que se obtienen de esas prácticas (…) En el presente, varios funcionarios cubanos prominentes mantienen estrecho contacto con aquellos que se sabe están comprometidos con el tráfico de drogas, y hay razón para creer que algunos de esos funcionarios obtienen ingresos del tráfico clandestino de drogas y de actividades ilegales asociadas".

Para el historiador Jules R. Benjamín, la corrupción en Cuba era el resultado de la combinación "de la herencia colonial (hispánica) en la política cubana", "la creciente corriente de dólares" proveniente del gobierno norteamericano a través de los programas de Lend Lease durante la Segunda Guerra Mundial y el precio favorable del azúcar en los mercados internacionales.

Por su parte, Louis A. Pérez afirma: "La Segunda Guerra Mundial creó nuevas oportunidades para el desarrollo económico cubano, sin embargo, pocas de ellas fueron hechas realidad (…) Los fondos fueron utilizados irracionalmente. La corrupción y los malos manejos incrementaron y contribuyeron en buena medida a las oportunidades perdidas como la mala administración y los cálculos erróneos".

De todas formas, anotaríamos que la corrupción aumentó en todo el continente durante la Segunda Guerra Mundial y los primeros años de la posguerra: los controles de precio, los racionamientos, los préstamos y programas del Export-Import Bank y del Lend-Lease, las listas negras contra empresarios provenientes de los países del Eje, el nepotismo, la rotación sin controles entre el sector público y el privado, el aprovechamiento de los planes de fomento y de la protección a sectores de grupos económicos determinados en detrimento de otros grupos y la sociedad en general.

Un reporte del grupo antinarcóticos de la Policía Secreta de Cuba informó sobre el arresto de 353 individuos durante 1946. La mayoría de las personas arrestadas eran drogadictos (quienes eran enviados al Lazareto en el Mariel) y pequeños vendedores, "peces chicos". Además, la casi totalidad de los arrestos y los decomisos tenían que ver con marihuana y opio. En el caso de la marihuana, los expendedores y consumidores se repartían más o menos por igual entre blancos y personas de color (negros y mulatos). Entre los adictos al opio y sus derivados, unas tres cuartas partes eran de origen chino. En cuanto a la cocaína, la droga de preferencia de consumidores más pudientes, sólo se decomisó durante el año un gramo en manos de un vendedor negro.

Los reportes presentados por Cuba al Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas también daban cuenta de persecución en casos de marihuana entre las clases bajas. Por ejemplo, el reporte para 1946 señalaba que durante dicho año se habían perseguido 45 casos de drogas en Cuba, de los cuales 33 eran por marihuana y 12 por drogas "no especificadas".

De todas formas, el caso de la estadía del mafioso Lucky Luciano en La Habana a finales de 1946 y comienzos de 1947 marcó un punto de conflicto en la política de narcóticos entre Estados Unidos y Cuba, como veremos en la siguiente sección.

Luciano era el hombre

En 1936, Salvatore Lucania, conocido como Lucky Luciano, nacido en Sicilia en 1897 y radicado en Estados Unidos desde 1906, fue condenado a una sentencia de 30 a 50 años por trata de blancas. Thomas E. Dewey, como fiscal, fue quien logró su condena. A comienzos de 1946, el mismo Dewey, como gobernador del estado de Nueva York, conmutó la pena con la condición de que Luciano fuese deportado inmediatamente a Italia. Luciano recibió el beneficio por haber colaborado con las Fuerzas Armadas de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial a través de sus contactos con el bajo mundo.

Después de la expulsión de Luciano de Estados Unidos había todo tipo de rumores sobre que él quería regresar a algún punto del Hemisferio Occidental para coordinar sus negocios en Norteamérica. Se mencionaban países como Cuba y México, e incluso se decía que había conseguido un pasaporte argentino y se encontraba en Buenos Aires.

Los norteamericanos avisaron a diversas autoridades cubanas sobre las posibles intenciones de Luciano para radicarse en Cuba. Sin embargo, Luciano entró tranquilamente, realizando varias etapas en su viaje y llegando por avión a Camagüey en octubre de 1946. Aunque los diplomáticos norteamericanos informaron sobre su presencia en diciembre, las autoridades cubanas únicamente tomaron cartas en el asunto cuando Luciano fue visto en el Hipódromo de La Habana en febrero de 1947.