El papel de Cuba en el narcotráfico
Contrabando, juego y consumo de drogas en la Isla entre los años veinte del pasado siglo y comienzos de la revolución.
El 10 de enero de 1959 Castro envió un mensaje a los turistas y empresas norteamericanas. Este mensaje, reproducido en la primera pagina de The Havana Post, decía:
"Quiero invitar a los turistas y a los hombres de negocios norteamericanos a regresar a Cuba con la seguridad de que ellos serán bienvenidos por todas las ciudades de nuestro país. Hemos regresado a la normalidad en Cuba, en una Cuba en la que hay libertad, paz y orden, una tierra hermosa de gente feliz. Nuestros hoteles, comercios y oficinas están abiertos y queremos que nuestros amigos de los Estados Unidos vengan y vean esta hermosa tierra de Cuba que puede ser contada como uno de los países donde la libertad y la democracia son una realidad".
El primer ministro José Miró Cardona declaró por televisión el 16 de enero: "El criterio del gobierno es absolutamente contrario al restablecimiento del juego en ninguna de sus formas y ese pensamiento no será modificado". Pero el mismo Castro desautorizó a Miró Cardona al día siguiente.
La Comisión de Turismo de Cuba fue reorganizada y se empeñó en una campaña para estimular el turismo en la Isla. El 6 de febrero Castro anunció que aunque se oponía a los casinos, estos continuarían abiertos para mantener los empleos. Castro permitió el juego en cuatro hoteles y en dos clubes nocturnos. Irónicamente, el gobierno tuvo que seguir trabajando con los mafiosos norteamericanos en la administración de los casinos y hoteles.
En abril de 1959, Castro declaró en una conferencia de prensa en Nueva York que su gobierno quería hacer del turismo la principal industria de Cuba. Su idea era traer entre dos y tres millones de turistas anuales. En julio de 1959 Castro anunció que durante los cuatro años siguentes el gobierno gastaría 200 millones de dólares para estimular el turismo. El gobierno realizó esfuerzos para seguir atrayendo turistas norteamericanos, incluso insistiéndole a la Sociedad Norteamericana de Agentes de Viajes, ASTA, para que no cancelase su reunión anual, que tuvo lugar en La Habana en octubre de 1959.
La convención fue inaugurada por el mismo Castro en el gigantesco teatro Blanquita. Esa noche Castro asistió a una cena en el Capitolio ofrecida por el presidente Osvaldo Dorticós a unos 2.000 delegados de ASTA. Castro fue muy amable con los delegados y firmó autógrafos durante hora y media. Raúl Castro también asistió y compartió la mesa con el embajador norteamericano Philip Bonsal. El Departamento de Relaciones Públicas del Ministerio de Estado elaboró un folleto dirigido a los visitantes.
Sin embargo, los eventos de esos días (los disparos de las baterías antiaéreas contra el ex comandante de la Fuerza Aérea revolucionaria que se había asilado en Estados Unidos y quien lanzó volantes contra el gobierno desde un avión, la renuncia y captura del comandante revolucionario Huber Matos en Camagüey, ordenada por Castro, quien se dirigió a Camagüey para acusarlo de supuesta traición) contrarrestaron los encantos de Castro ante los delegados de ASTA. Según Bonsal, "cuando los agentes de viaje partían, escasamente estaban con un ánimo optimista en cuanto a reservaciones futuras. Se fueron convencidos de que promover el turismo norteamericano a Cuba sería una pérdida de tiempo".
Para 1960, el turismo norteamericano había prácticamente desaparecido de la Isla. De ahí que el gobierno cubano buscase formas de estimular el turismo latinoamericano y auspició el tercer Congreso de Organizaciones Turísticas de la América Latina (COTAL), en La Habana en abril de 1960. Seiscientos representantes de 18 naciones recibieron la bienvenida del presidente Dorticós en el mismo teatro que había acogido a los delegados de ASTA seis meses antes. Además de las actividades en La Habana, los visitantes realizaron excursiones al interior de Cuba para conocer los centros de atracción turística levantados por la revolución.
Cuando Anslinger reclamó la deportación de los mafiosos que administraban los casinos en Cuba y señaló que estos eran responsables por el tráfico de drogas de Cuba hacia Estados Unidos, Castro le pidió una lista y le afirmó que estaba dispuesto no sólo a deportarlos sino también a fusilarlos.
En junio de 1959, el mafioso norteamericano Santo Trafficante, dueño de los hoteles Capri y Comodoro y del casino Sans Souci, fue arrestado. Curiosamente, y debido a su apellido, algunos sostenían que tenía que ser narcotraficante, pero después de dos meses fue deportado y enviado a Estados Unidos.
El Hotel Capri no fue confiscado por el gobierno de forma arbitraria, incluso en abril de 1959 recibió una línea de crédito —ampliada en octubre de ese mismo ano— por parte de la banca de fomento estatal. La compañía no pudo pagar dada la caída del turismo y el hotel, sus locales comerciales y el casino pasaron a manos del Estado.
Durante 1959, el Hotel Riviera también tuvo pérdidas considerables. Sólo en noviembre de 1959 las pérdidas totalizaron casi 800.000 dólares. Finalmente, el hotel fue nacionalizado en octubre de 1960, cuando el gobierno cubano expropió un sinnúmero de empresas norteamericanas.
En cuanto a los narcotraficantes de antes de la revolución, algunos cubanos reiniciaron sus negocios en países latinoamericanos, incluido México, donde ya tenían sus redes. Los corsos escogieron Sudamérica, principalmente Argentina. Y redes de cubanos, no necesariamente los mismos que traficaban en los años cincuenta, desarrollaron nuevas redes en Miami durante la primera mitad de los sesenta y se asociaron o compitieron con colombianos desde finales de esa década. Pero esas son otras historias, y parte de otro estudio.
* Conferencia impartida por el Dr. Eduardo Sáenz Rovner, profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, el 17 de marzo de 2004, en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
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