Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Mariel, 25 años después

La generación del silencio (II)

Aunque el público y la crítica de EE UU no fueron muy receptivos con la obra literaria de los marielitos, esa situación no frenó sus ambiciones.

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En cuanto a la historia de la revista, Mariel se publicó desde la primavera de 1983 hasta noviembre de 1985 y tuvo ocho números. Un año después, surgió una segunda versión de la revista, en este caso bilingüe, titulada Mariel Magazine, realizada por Reinaldo Arenas, Juan Abreu y Marcia Morgado, que también perduró durante dos años.

En la primavera de 2003, Reinaldo García Ramos editó, con la asistencia de Marcia Morgado y Juan Abreu, una edición especial de Mariel por el vigésimo aniversario de la revista. En este número, la sección "Confluencias" (dedicada a grandes autores cubanos no reconocidos dentro de la Isla) fue destinada a Reinaldo Arenas.

Contar lo sufrido

Estas son las palabras que acompañan el relato de Arenas Final de un cuento: "En este número especial de aniversario de la revista Mariel, la sección 'Confluencias' corresponde, dolorosa pero indiscutiblemente, al conocido escritor cubano Reinaldo Arenas. Dolorosamente, porque el suicidio de Arenas privó al exilio y a la cultura cubana en general de una de sus personalidades más dinámicas y fructíferas; indiscutiblemente, porque el autor de La Vieja Rosa no fue sólo un hombre de extraordinario talento y capacidad de trabajo creador, sino también el autor que, con su renombre, facilitó a los escritores y artistas del Mariel la tarea de difundir sus respectivas obras".

De esta manera, se hacía un homenaje al escritor que tanto había luchado para dar a conocer a esta generación. La deuda y la gratitud que sienten hacia Reinaldo Arenas es palpable. Como señala Daniel Fernández a este propósito: "Donde quiera que él esté debe saber cuánto le agradezco y le agradece mi generación lo que hizo por nosotros". Y añade en cuanto a su propia obra: "Reinaldo me estimulaba mucho y gracias a él, publiqué un cuento en la revista Mariel: 'Toque de queda' y otro en Noticias de Arte: 'Presagios'". Por su parte, Roberto Madrigal, al recordar a Arenas, menciona "su falta de egoísmo y su enorme interés en impulsar la obra de nuestra generación y de los cubanos en general".

Quisiera detenerme ahora en el rasgo testimonial de la escritura de los autores del Mariel, ya que en la obra de muchos de ellos este elemento se aprecia con claridad, lo mismo que en el caso de la de Reinaldo Arenas. Como este explicó en numerosas ocasiones, uno de sus deberes era contar lo que había sufrido. A este respecto, comenta a propósito del Color del verano:"es un mundo que, si no lo escribo, se perderá fragmentado en la memoria de los que lo conocieron". Arenas necesitaba gritar lo que había padecido en la Isla y que había tenido que callar durante tantos años.

A pesar de que no todas las obras de los autores del Mariel se pueden definir como testimoniales, otras muchas sí poseen los rasgos de este género. Recordamos por ejemplo Al Norte del infierno, de Miguel Correa, donde —como dice García Ramos en Las voces del infierno— se cuenta la historia de esas "personas humildes, comunes y corrientes, que no habrían decidido emigrar jamás, si no hubiera sido porque se sentían profundamente decepcionadas y, en medio de su cansancio, de pronto se habían ilusionado con la posibilidad de encontrar una vida mejor en cualquier otro lugar".

En la novela de Roberto Valero, Este viento de cuaresma, se puede reconocer fácilmente al propio autor en su personaje principal, Jaime Valdés. Vuelven también a la memoria la novela de Lázaro Gómez Carriles, Desertores del paraíso, sobre su experiencia en la Embajada de Perú, o la obra obviamente testimonial de Nicolás Abreu, Al borde de la cerca: los 10 días que estremecieron a Cuba. Finalmente, otro ejemplo que salta a la vista es el protagonista de la pentagonía de Reinaldo Arenas, conjunto de cinco novelas escrito por un "autor-testigo", como lo explica él mismo en el prólogo a Celestino antes del alba.

La voz de los sin voz

En cualquier caso, todas las obras de estos escritores, sean testimoniales o no, poseen claramente un rasgo en común, según Bertot, a saber: "Libertad individual, libertad desde las carencias, libertad de movimiento, libertad de opinión, libertad de creación, libertad espiritual, libertad sexual, y su opresión homóloga aparecen continuamente en las páginas y en los textos de la generación del Mariel".