Actualizado: 08/05/2024 7:38
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Falleció a los 126 años de edad el hombre más viejo de Cuba

Según su documento de identidad, Benito Martínez Abogán nació en el suroeste de Haití en 1880 y llegó a Cuba en 1925.

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AFP/ La Habana. El haitiano-cubano Benito Martínez Abogán ( Avión) el hombre más viejo de Cuba y uno de los más longevos del mundo, murió este miércoles a los 126 años, sin cumplir su sueño de regresar a su tierra natal, tras haberla abandonado hace ocho décadas.

Martínez Abogán falleció en el Hospital Provincial de Ciego de Ávila, adonde fue trasladado el 5 de octubre tras sufrir una bronconeumonía y una descompensación cardiaca, informó a la AFP la directora del hogar de ancianos en el que vivía.

"Todos los ancianos del hogar y los funcionarios estamos muy deprimidos, ya lo que nos queda es recordarlo", declaró Maribel del Castillo, directora del Complejo Gerontológico Camilo Cienfuegos, en Ciego de Ávila.

Hasta la recaída que lo llevó a la muerte, Benito, quien vivió en tres siglos diferentes, tenía mucha energía, excelente visión y oído, sentido del humor y memoria envidiable.

"Se puso un poco mal el 2 de octubre, pero siempre estuvo bien. Lo recordamos auténtico, en el parque, con amigos. A todos nos daba mucha alegría", manifestó del Castillo.

Avión disfrutó su último cumpleaños, el pasado 19 de junio, rodeado de amigos, médicos y enfermeras, que le celebraron con tarta y ron en el Complejo Gerontológico.

Nacido en Cavaillon, un pueblo al suroeste de Haití, el 19 de junio de 1880, según consta en su documento de identidad, Martínez Abogán llegó a Cuba en 1925.

"Ha sido una noticia muy fuerte. El seguía soñando con ir a Haití, y en agosto habíamos empezado los trámites. Tenía 81 años de haber salido de su país y nunca regresó", lamentó Del Castillo.

Según Noel López, especialista en geriatría del Complejo Gerontológico, Avión disfrutaba de una longevidad satisfactoria porque, aunque tuviera una predisposición genética, sus hábitos y forma de vida habían sido adecuados.

Vivió en el campo, comía muchos vegetales y no abusaba de las grasas. No fumaba, ni se excedía en el alcohol. De vez en cuando se tomaba un traguito de ron y nunca dejó el café.

Sólo tenía una malformación en los pies por haber vivido descalzo más de cien años y costaba un poco comprender su forma de hablar, una mezcla de español y creole.

Desde que llegó a Cuba trabajó en duras faenas ganándose la vida en plantaciones de café y de caña de azúcar, en la construcción de puentes, carreteras y vías ferroviarias.

Por un corto tiempo laboró en las propiedades agrícolas de Ángel Castro, padre de Fidel Castro, en Birán, actual provincia de Holguín.

Pero su vida transcurrió principalmente en Ciego de Ávila, donde tenía una casita y una parcela en la que cultivó hortalizas.

Nunca contrajo matrimonio, no tenía hijos y tampoco familia alguna en Cuba, pero, eso sí, tuvo muchas novias. "No me duelen ni los callos", dijo en una de sus últimas entrevistas el longevo, quien, poco antes de morir, dio uno de sus secretos para una larga vida: "Llevarse bien con todo el mundo".