Actualizado: 22/04/2024 20:20
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La Habana

Predicciones

'El porvenir fue en los años ochenta, cuando existían los mercaditos paralelos y el pollo que hoy te cuesta cinco dólares en las shopping, costaba cuatro pesos comunes'.

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¿Moraleja?

"En otro tiempo —comenté al rato con un vecino con el que me había apartado para ver salir al desconocido con su paquete de picadillo de la libreta caminando con la majestad de quien se sintiera muy seguro—, a ese tipo le hubieran caído a palos. Por lo menos, lo hubieran insultado y puesto en la calle junto al latón de la basura".

"¿Moraleja? Que el cubano está aprendiendo a ser tolerante", dije satisfecho.

El vecino me miró con atención. "Puede ser", concedió al fin.

Y de repente, en lo que percibí un rapto de sinceridad, adicionó: "Pero supón que sea un provocador y que haya aquí cámaras de televisión ocultas. Algunas de estas gentes de la cola son militantes. ¿Qué podrían decir si los llamaran a contar por la actitud tan pasiva que hemos tenido?

Yo estaba confundido: "¿Y por qué no le salieron al paso?".

El vecino sonrió, mirándome con interés. "Porque, igualmente, podría ser un provocador del enemigo. Y tú ni ningún cubano digno le daría al enemigo la foto de primera plana que él quisiera. Porque que el tipo es un provocador, es un provocador. Fíjate en dos cosas: la libertad con que ha hablado, así como si estuviera en París o en Madrid o en Londres, y después los argumentos irrebatibles que ha utilizado, olvidando el bloqueo que venimos sufriendo y a pesar del cual, nuestras escuelas y nuestros hospitales no han dejado de funcionar. ¿Por qué no habla de los médicos que tenemos curando por el mundo? Así que si a este sujeto no lo mandaron a decirlo, le pagaron porque lo dijera. Además, nadie hablaría así en público y menos en un lugar como este".

En esto último tenía razón. La cola llegaba ya a la puerta. Y seguía llegando gente. El vecino seguía diciendo pestes del otro, en cuya sinceridad insistía en no creer.

Me intrigaba una cosa y la pregunté: "Dijiste 'igualmente'. ¿Por qué igualmente?".

"No le irás a negar al gobierno el derecho a hacer sus sondeos de opinión pública. Y más teniendo el patio lleno de enemigos pagados por la mafia terrorista de Miami".

Estaba indignado.

Después, alguien de la cola me dijo en son de complicidad: "Mentira. Ese tipo es un descarado. Se estaba 'haciendo' con usted porque había gente escuchándolo, y en particular cierta persona que a él le convenía que lo escuchara. Además, usted en el barrio es un enigma.

No contesté. ¿Y si el enmascarado fuera este y no el otro?

Respecto a la declaración sorprendente en el lugar menos indicado del enigmático desconocido, le oí decir a una señora que no conozco y que a lo mejor era también una provocadora: "Me niego a aceptar que en este país el porvenir pasó ya, aunque al paso que van las cosas, no deja de ser verdad lo que decía aquel mentiroso".


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