Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Clásico Mundial de Béisbol: Si es entre profesionales, ¿debe participar Cuba?

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Hace cuatro décadas que la pelota —la profesional— desapareció de la Isla en la triste maleta con que viajó el son cuando se fue de Cuba. Lo que pasa es que en nuestra euforia tropical queremos peinarnos y también hacernos papelillos. (¿Entienden los hombres cubanos esa encrucijada femenina?)

Queremos ser exiliados, pero poder volver a Cuba de visita; queremos que haya un cambio, pero en general no ponemos nuevas estrategias en práctica; queremos ayudar a nuestras familias, pero también que se refuerce el embargo; queremos transiciones pacíficas, pero no guardamos los sables. Esquizofrenias normales de una familia dividida entre dos orillas. Ambivalencias humanas, eso también.

Es quizás esa esquizofrenia la que ha llevado a algunos peloteros cubanos fuera de la Isla a solicitar que se les permita integrar un equipo cubano extraoficial para representar a Cuba. No se acaba de interiorizar que todo en esta vida tiene un precio, desgraciadamente. Bravo por los que dicen "¡Me asilo!" y se quedan a desarrollar su potencial. Grandes beneficios, en materia y en espíritu. Ciudadanos del limbo, eso sí, sin país —más que el del asilo— que representar. (Pero eso tiene solución: hagan una ponina de sus millonarios salarios, compren un cayo o un islote en el Caribe, pónganle Cuba2, CubaSí, CubaVa, CubaCero, CubaYa! Y armen un equipo de pelota profesional).

Si el Clásico Mundial de marras es una competencia entre profesionales, entonces Sorry, my friend: en Cuba no hay equipos profesionales, ni jugadores profesionales.

El dueño de los bates

Dice Armengol, sobre los deportes a nivel mundial, que "parecía existir un acuerdo tácito entre todos los países de sacar a la política del terreno deportivo". A esta afirmación le falta un detalle clave, y el hecho de que se hayan metido en este asunto desde nuestros congresistas hasta la Casa Blanca, con lamentable miopía rayando en la ridiculez, no quita la veracidad de ese detalle: que quien no ha sacado la política del terreno deportivo en Cuba es el propio Fidel Castro, el dueño de los peloteros, de los estadios, y del bate máximo.

En la síntesis informativa de un reciente documental titulado El juego de Cuba, reza la siguiente aclaración: "Ser pelotero dejó de ser un oficio para convertirse en una responsabilidad política que durante cuarenta años ha generado heroísmo y gloria, pero también desesperanza y 'traición'."

Si los peloteros cubanos —los excelentes, guapísimos, geniales, fabulosos, talentosísimos, multirraciales y explotadísimamente invisibles peloteros cubanos— quieren jugar pelota profesional con los profesionales del mundo, pues a luchar por ese derecho en las oficinas del INDER y en la Asamblea Nacional del Poder Popular, donde, además de algunos deportistas cubanos famosos que fungen de diputados, hay una Comisión para atender el campo del deporte (la educación y la ciencia), integrada por Jorge Caridad González Pérez, Nidia Martínez Pití, Héctor Gregorio Rodríguez Almaral, y Margarita de la Caridad Véliz Ríos. Allí, en las altas esferas del poder, es donde se cantan los tres strikes, and you are out!


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