Un monumento al periodismo independiente
Dividida, perseguida y silenciada por el gobierno de la Isla, la agencia de noticias Cuba Press cumple diez años de fundada.
Una agencia de noticias no suele ser noticia. Pero si se cumplen diez años de su fundación, y varios de los que fueran sus periodistas están tras las rejas —condenados a 20 años de cárcel—, además de haber sido dirigida por un excelente reportero y mejor poeta, llamado Raúl Rivero, y estar proscrita por el gobierno de Fidel Castro, entonces Cuba Press tiene todas las papeletas para hoy ser noticia.
El 23 de septiembre de 1995, en su apartamento del barrio habanero de la Victoria, Rivero fundó la agencia de noticias Cuba Press. Fue una de las muchas buenas ideas que gestó. He conocido todo tipo de hombres, los hay muy inteligentes pero no creativos, y los hay muy creativos pero para nada sociables y comunicativos. Rivero, además de inteligente, creativo, sociable y comunicativo, tiene el don de ser un buen diplomático, al conciliar caracteres diferentes y opiniones encontradas.
Cuba Press era una abstracción, no tenía oficinas ni ordenadores, celulares o autos para cubrir las noticias. Aunque sí cinco o seis máquinas de escribir dignas de figurar en colecciones de museo, y muchos deseo de trabajar de los más de veinte periodistas que un día pertenecimos a su equipo.
Cómo olvidar las tertulias en casa de Blanca Reyes y Raúl Rivero, donde se hablaba de muchos temas y las horas se sucedían como si fuesen segundos. Subir los 57 escalones hasta el piso de Rivero para entregar un par de crónicas, era para mí una fiesta. En la oratoria, Raúl es un maestro, puede hablar siglos y uno no perder el interés de su conversación. El poeta tomaba café como un demente y fumaba cigarros como Peter Lorens en una vieja película de misterio. Entre humo y café daba rápido talleres de prensa que no he olvidado.
Incluso después de cursar estudios de Periodismo, cualquiera podría aprender con la hora y media que dedicaba Raúl Rivero —con voz de gitano y sencillez mundana— a sugerir sin imponer su concepto del nuevo periodismo. Tengo presente sus lecciones: usar el punto y seguido en abundancia para que la palabra no te ahogue, título corto y sugerente, ser sobrio, ameno y contar muchas historias. Todo esto y más, pero sin faltar a la verdad. Un periodista debe ser como un sacerdote, y en Cuba Press lo intentábamos.
Raúl Rivero era el peso pesado pero existían otras estrellas. Había una mujer, camagüeyana de nacimiento, que responde al nombre de Ana Luisa López Baesa y de la cual siempre he creído tenía un imán para las noticias. Todas iban a parar a ella. Ana tenía el don de la ubicuidad. Dondequiera que había un suceso, ya fuera la detención de un opositor, el asesinato de un sueco en La Habana, o un suicida en Pinar del Río, ahí estaba López Baesa.
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