Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Religión

«La Iglesia cubana necesita pensar en clave social»

Entrevista con el sacerdote cubano Olbier Hernández Carbonell, asesor de la revista literaria 'Bifronte' y de la recién creada Asociación de Jóvenes Escritores de Oriente.

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A pesar de su juventud, el sacerdote Olbier Hernández Carbonell ya muestra más de un punto interesante en su quehacer eclesial y cívico. Por estos días su nombre ha sonado en los medios, sobre todo los que abordan asuntos cubanos en el extranjero, asociado con la aparición de la revista literaria Bifronte y la Asociación de Jóvenes Escritores de Oriente (AJEO), en la provincia de Holguín. Ambos esfuerzos cuentan con su asesoría, a pesar del rechazo de las autoridades culturales del régimen e incluso de la propia Iglesia católica.

El padre Olbier nació en la localidad de Jobabo, en Las Tunas, en 1976. Allí su familia, en particular su madre, a mediados de los años sesenta decidió abandonar la comodidad del hogar e irse a vivir a la iglesia del pueblo, ante el peligro real de cierre del templo por las autoridades del régimen de Fidel Castro.

La férrea vocación católica del entorno familiar halló cauce en él. Estudió en los seminarios San Basilio Magno, de Santiago de Cuba, y San Carlos y San Ambrosio, de La Habana, de donde se graduó en el 2000, y luego en la Facultad de Teología de San Vicente Ferrer, en Valencia (España). Allí se licenció en Ciencias Eclesiásticas y comenzó sus estudios teológicos en Historia y Dogma. Fue ordenado sacerdote en julio de 2002 y ha trabajado en las comunidades de Velasco, Cacocum, Baguano, Tacajó, Gibara y Holguín.

Días antes de partir nuevamente hacia España para concluir sus estudios de Licenciatura —decisión en la que no faltaron las presiones estatales—, y de paso por Santiago de Cuba, accedió a sostener este diálogo con Encuentro en la Red.

En varios momentos se ha referido a la ausencia de un proyecto social coherente dentro de la Iglesia cubana actual. ¿Qué impacto ha tenido eso en la involución democrática que hemos sufrido en Cuba?

La Iglesia ha padecido durante años la ausencia de un proyecto social coherente, más allá de lo puramente asistencial que ha caracterizado su labor en este sentido en los últimos años. Durante décadas, a la Iglesia se le hizo ver que su misión radicaba dentro de los templos y consistía sólo en el culto, algo que la oficialidad pensó que desaparecería en algún momento, como también pensó que desaparecería el catolicismo en Cuba.

Por la abrumadora falta de espacios, a la Iglesia no le quedó más remedio que dedicarse al culto, la celebración de misas, el rezo del rosario y mantenerse dentro de los templos. Todo aquello que venía desarrollando desde antes de 1959, como la promoción del evangelio, las obras de bienestar social y la formación en colegios y hogares, debió ser aplazado por una coyuntura histórica adversa. Es cierto que la Iglesia nunca debe renunciar a ese papel social, se traiciona a sí misma si lo hace, pero se vio obligado a ello en la práctica.

Tampoco puede decirse que la Iglesia no haya desarrollado algunos proyectos sociales, incluso en colaboración con el gobierno. Pero son proyectos más bien en el orden asistencial, no en el sentido que más lo ha necesitado la sociedad cubana en todos estos años, enfocado como un proyecto social alternativo, distinto del oficial, donde no ha habido opciones de existencia para la pluralidad. La Iglesia se ha visto atrapada en este panorama y su capacidad de respuesta en ocasiones ha dejado muchas dudas.

Iglesia y marxismo no podrán conciliar jamás. La visión marxista del hombre es completamente diferente de la que tiene la Iglesia. Son dos concepciones antropológicas completamente distintas. La dimensión social de la Iglesia queda atrofiada en estas condiciones, al no poder aportar una visión del hombre, de su entorno y de la realidad que le trasciende. No hay promoción de la fe, no hay rescate de la dignidad del hombre ni defensa de sus derechos. En eso la iglesia ha quedado a la zaga.


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