Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Cine

«No se debe usar la censura sobre ningún criterio»

Entrevista con el cineasta cubano Rolando Díaz, cuya última película, 'Cercanía', se estrenó recientemente en Miami.

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¿Qué pasará con el ICAIC en la Cuba posterior a Castro? ¿Cómo será la generación de cineastas que sobrevivirá a su régimen?

Por supuesto que un gobierno razonable en una Cuba futura, no puede continuar avalando un organismo que centralice la labor de la cinematografía en todos sus frentes. Pero con lo que sueño, y soy consciente de que es un deseo quizás no demasiado realista, es con el nacimiento de empresas productoras nacionales que se las arreglen (coproducciones, Europa jugará un importante papel, también los sistemas de ayuda internacional, y las televisiones, que no se pueden descartar para nada de este entramado) en un mundo que es muy complejo de imaginar.

De lo que no tengo dudas es de que estaré con los cineastas que apoyen una cinematografía nacional, diversa y abierta, con salas para su exhibición, aunque no cumplan rigurosamente con las inflexibles leyes de un cine comercial alejado de la realidad. Me parece muy difícil que se pueda escapar de la tremenda red empresarial que supone Hollywood, pero mi preocupación no estará en impedir eso (lo creo hasta necesario en su justa medida), sino en defender, a toda costa, la alternativa de un cine nacional con espacio para su exhibición. Por suerte, el desarrollo tecnológico, el mundo digital, crea cada vez más oportunidades en este sentido y creo que el público cubano seguirá muy fiel al cine rico y diverso que se les presentará. Ojalá las cosas sucedan de esa manera.

Respecto a los cineastas, no van a faltar, habrá muchos. De los que viven dentro de la Isla (hay un movimiento juvenil muy interesante) y de los que incluso han nacido fuera (conozco grupos de jóvenes en Miami y fuera de él que no tardarán en entenderse con los que hoy viven dentro de Cuba). Suelo ser optimista.

¿Cómo valora la actual proyección internacional de la cinematografía cubana?

Creo que por los motivos antes explicados (en parte), y por razones de cansancio y agotamiento de un tema que se ha reiterado durante mucho tiempo y no hemos sabido (o podido) renovar, la cinematografía cubana en general (la de dentro y la de fuera) atraviesa una fuerte crisis. Estamos demasiado enredados en nuestros propios problemas y sé que resulta duro comprender que estamos dejando de tener un lugar en el panorama cinematográfico actual. Creo que se engañan, tanto críticos como cineastas, que piensen lo contrario. Los elogios desmedidos (sobre todo los no justificados) y la autocomplacencia pocas veces sirven para algo. Falta unión entre nosotros y diálogo abierto, sin complejos.

Me encantaría poder organizar un encuentro entre cineastas cubanos donde estemos todos y se discuta durante días. Por supuesto, no podrían faltar los jóvenes. Ese encuentro podría organizarse bajo el recuerdo y el aliento de dos grandes del cine nacional. Tomás Gutiérrez Alea, hacia quien reitero mi mayor admiración, y Néstor Almendros, quien, a pesar de ser español, vivió con pasión y espíritu crítico el surgimiento del ICAIC y continuó haciendo un cine crítico y necesario sobre Cuba cuando ya brillaba en Hollywood. Quizás no sea el momento, pero ese sería un bonito empeño para el futuro del que tanto hemos hablado.

¿Cree que el diálogo y la tolerancia sean la clave del futuro de Cuba?

Por supuesto, para mí no hay otra opción. Sé también que esa manera de plantearse las cosas traerá mucho dolor e incomprensiones. Será un camino largo y difícil, pero sólo la justicia (con todos los inconvenientes que supone) en un Estado de Derecho, democrático, sustentado en políticos realmente elegidos en libertad, puede ayudar a reconstruir la nación. Sé también que la política en Cuba tiene un triste pasado. La Revolución encontró su justificación para intentar eternizarse (y lo ha conseguido hasta hoy), apoyada en esa turbia etapa de nuestra historia. Ahí radica la principal debilidad para vislumbrar un futuro conciliador.

Pero hay que confiar y trabajar duro, para evitar que se repitan desastres anteriores. Imagino que hayamos aprendido de las experiencias y seamos capaces de construir una nación digna para todos. Sé que hay mucho de idealismo y elementos de simplicidad en lo que planteo. Analizar con lucidez un porvenir tan complejo requeriría de varios y enjundiosos ensayos. Por suerte, tenemos grandes pensadores para que los elaboren (existe literatura al respecto). Yo prefiero pecar de ingenuidad, qué le voy a hacer. Me resisto a pensar que el país no tendrá solución a sus problemas. Ya había comentado en otra respuesta que quisiera ser una persona optimista y soñadora.


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