Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Represión

«Pedimos al mundo más coherencia moral»

Oswaldo Payá Sardiñas, líder del Movimiento Cristiano Liberación, advierte que tres años después de la primavera negra, hay que hablar de 'represión en presente'.

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Hay que decir que la prensa extranjera acreditada en Cuba, aunque se lo enviamos, no le dio eco. Tampoco algunos medios de comunicación donde hay más participación de cubanos fuera de Cuba, le dieron mucho eco. Aunque creo que la mayoría del exilio tendría mucho interés en conocer esto, si se divulgara, que está en gran sintonía con lo que quiere y siente la mayoría del exilio cubano. Pero no tenemos medios de comunicación para llegar a ellos.

Dentro de la disidencia, la Base Común no fue hecha con el interés de formar un bloque o alianza. Eso se decía claramente en aquel documento llamado Babel o Pentecostés, y creo que ha dado un fruto de acercamiento sereno y sincero entre muchas agrupaciones. Pero repito, estamos en un momento de asedio y represión, creo que como nunca antes.

Algunos opinan que el recrudecimiento de la represión se debe a una supuesta fortaleza del régimen, ahora con apoyos de Venezuela y China, y en medio de una nueva geopolítica en América Latina. ¿Es esto exactamente así?

Interesante pregunta, que mueve a destacar la paradoja, la contradicción moral y hasta psicológica que pudiera tener o tiene el régimen. ¿Por qué? Por una parte, más petróleo, más apoyo chino, que tienen mucha experiencia en la esclavitud y el totalitarismo.

Sin embargo, esto el régimen en Cuba no lo utiliza para la apertura, sino para una regresión, para comprimir más a la sociedad, para liquidar los pocos grados de libertad que existían en el plano económico, que no eran muchos. Aunque no los ha liquidado totalmente, se nota, incluso, un desabastecimiento. Sólo hay que ir a las tiendas, incluso de dólares, que son la mayoría de las tiendas donde tiene sentido comprar algo.

Es como si el régimen sostuviera la mentalidad de hace medio siglo y que sostuvo durante todo el estalinismo en los países comunistas, de que el poder y los recursos hay que usarlos para cerrar a los ciudadanos toda posibilidad de expresión de sus iniciativas y de su libertad. Los recursos, por grandes que sean, nunca van a redundar en apertura ni en más espacio para los ciudadanos. Ahora, esto también refleja un sentimiento de inseguridad por parte del régimen —y por eso hablaba de paradoja—, que no tiene ninguna visión de futuro.

Por otra parte, el cardenal Martino, enviado papal, ha dicho en un mensaje, luego de visitar la Isla, que "ya la Iglesia no está reprimida en Cuba". Como católico, ¿comparte usted ese criterio?

No he podido leer ese mensaje y no voy a hablar ni de mensajes ni de declaraciones de la Iglesia local, ni del Vaticano. Te puedo hablar de mi experiencia y de mi realidad. Esta opresión no sólo alcanza a las iglesias y los creyentes, sino que tiene un componente especial dedicado a nosotros. Y si por una parte hay cierta libertad de culto y ciertos espacios dentro de los templos y de las instituciones religiosas, hay que destacar hechos, para no estar hablando de criterios o conceptos.

Por ejemplo, Cáritas, que no es una organización porque el gobierno nunca ha querido legalizarla como tal, y es por tanto una actividad dentro de la Iglesia para la asistencia a los pobres necesitados, tiene un verdadero embargo por parte del gobierno y muchísimas restricciones para recibir donaciones y desarrollar proyectos. Entonces, la víctima son los pobres y los necesitados que requieren de esos auxilios.

No hay que olvidarse, porque en muchas comunidades es palpable, de agentes que van permanentemente a escuchar las misas, y en algunos casos a hacerse visibles, y esto intimida a las comunidades. Aunque esto no es público, tengo que hablar, porque lo conozco, sobre cuántas religiosas y religiosos son víctimas de amenazas, de llamadas por teléfono, de chantajes.

Y esto es actual. No hablo de un fenómeno pasado. Y de la cantidad de restricciones y controles que la llamada Oficina de Asuntos Religiosos tiene, con una injerencia permanente en la vida de las iglesias, en un intento de control sobre sacerdotes, pastores, religiosas, a los que llama, entrevista, cita… Y detrás de esto siempre hay una intimidación.