Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Represión

«Pedimos al mundo más coherencia moral»

Oswaldo Payá Sardiñas, líder del Movimiento Cristiano Liberación, advierte que tres años después de la primavera negra, hay que hablar de 'represión en presente'.

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¿Hay dos Iglesias en Cuba? ¿Dos visiones de una misma realidad sociopolítica?

No. De ninguna manera. En general, dentro de la Iglesia Católica hay más inquietud por los temas sociales y políticos. Dentro de la Iglesia hay una libertad muy grande, y así somos educados. Hay algunos sacerdotes, religiosas y laicos que tienen una visión y una actitud, digamos, más abierta y comprometida.

Hay otros que prefieren mantenerse más apartados en este tema. Quiero decir esto con mucha claridad: por una parte, hay que destacar la solidaridad humana de comunidades religiosas, sacerdotes, monjas, con los familiares de los prisioneros.

Por otra parte, yo, como católico, siempre he sido del pensamiento que a la Iglesia le corresponde una actitud más comprometida en defensa de los derechos humanos y en el profetismo, y lo digo como católico comprometido. Pero los laicos que quieran tomar esa actitud con la sociedad y con su pueblo, sólo tienen que hacerlo. Porque nunca he sido partidario de actuar —aunque sea inspirado como cristiano— bajo la identidad de la Iglesia, ni tomar la Iglesia como trinchera política, ni hacer una identificación entre un movimiento, un programa o personalidad, por buena que sea su obra, y la Iglesia.

Siempre he defendido esa distinción de plano, porque todo en lo político y en lo social es opinable. Y cuando una persona o un grupo quieren comprometer a la Iglesia, o actúan desde la Iglesia, ya sea abiertamente o no, entonces están identificando a la Iglesia con lo que puede ser una opción muy legítima, pero sólo una opción que no tiene que ser la opción de la Iglesia. Otra cosa es que no debe excluirse a nadie, dentro de la Iglesia, que tome esta opción comprometida de lucha por la liberación, por la justicia en su país.

¿Qué le pediría al exilio?

Al hablar del exilio cubano, estamos hablando de una parte inseparable del pueblo cubano. Y quiero recordar, no por vanidad, sino por clarificación, que fue nuestro Movimiento el primero, hace casi ya veinte años, en proclamar esta realidad. Es más, lo dije en el ENEC (Encuentro Nacional Eclesial Cubano). Y aquello causó muchos aplausos, pero también muchos disgustos en algunos de los presentes, cuando le dije a un sacerdote que hoy es obispo en Miami: 'Dígale a los cubanos del exilio que son parte inseparable de nuestro pueblo y que somos hijos de una misma madre, la Virgen de La Caridad'.

Después, nuestro Movimiento lo proclamó. Nunca hemos hablado del pueblo de Cuba sin tener una conciencia muy clara de que el exilio es parte de este pueblo. Digo esto, porque hay que distinguir entre el exilio siempre positivo, solidario, que es el pueblo de Cuba que peregrina fuera de la Isla, y las opiniones y posiciones de algunas personas y de algunos grupos, que tienen mucho derecho a tenerlas, pero que a veces hablan en nombre del exilio como mismo el gobierno cubano habla en nombre del pueblo de Cuba.

Cuando tenemos alguna diferencia con esas personas o grupos, dicen que yo estoy atacando al exilio. Yo no puedo atacar al exilio porque no puedo atacar al pueblo de Cuba. Conozco muy bien de nuestro exilio. Entonces le pido que reconozca este nuevo momento de peligro y esperanza en que está el pueblo de Cuba.

De peligro, por esta represión y por este intento de cerrar definitivamente las puertas del futuro. De esperanza, porque es un régimen que termina y nuestro exilio tiene un rol muy importante que jugar en la animación del pueblo que está dentro de la Isla —con tantas restricciones—, en el apoyo en ese momento de cambio. Pero, sobre todo, este apoyo y solidaridad deben estar basados en una sintonía y una comprensión muy profunda de la realidad que vive el pueblo de Cuba, dentro de este totalitarismo que hace mucho más rígida y más dura la represión.

Por tanto, nosotros tenemos confianza en el exilio, al que llamo diáspora porque nunca han aceptado, y así debe ser, la situación de vivir desterrados como normal y definitiva. Este exilio, o diáspora, creo que también debe ser mejor informado sobre la realidad cubana y sobre el momento que está viviendo el pueblo.

De esta forma vamos a encontrar seguro la sensibilidad y la solidaridad con el pueblo de Cuba, que quiere recorrer un camino pacífico, que está en una situación que nadie como los propios cubanos del exilio, están llamados a comprender. Este cambio, para decirlo de una manera más directa, depende de lo que hagamos los cubanos ahora. Todos los cubanos. El problema está dentro y los cambios hay que lograrlos dentro.

Los cubanos sienten que el exilio tiene esa comprensión —y creo que la tiene—, creen en esa mayoría que quiere cambios pacíficos, que no quiere ni quitarle la casa a nadie, ni pone la recuperación de propiedades por delante, ni mucho menos venganza…

¿Qué le pedimos al exilio? Le pedimos que transmita sus sentimientos más auténticos, que son positivos, y eso es lo que puede darle más confianza y esperanza al pueblo dentro de la Isla.


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