Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Literatura

Un judío de números y letras

José Kozer: «La poesía se ha vuelto de élite y la gente perezosa, hay una enorme pereza espiritual y cultural».

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La gente se ha vuelto perezosa, hay una enorme pereza en el mundo en que vivimos. Llamémosle pereza espiritual, pereza cultural. Nos queremos desentender de todo aquello que es intelecto, lucidez, conocimiento, porque ello implica poner en juego una enorme paciencia.

¿Quiénes leen a los poetas hoy en día? Los demás poetas. Esto es una desgracia: los demás poetas no compran libros, con lo cual las editoriales no están dispuestas a publicar poesía porque, sencillamente, no la venden. Este círculo vicioso se ha vuelto irrompible. No hay manera de abrir una brecha.

Sé de decenas y decenas de poetas ahora mismo en América Latina, ya con obras que comienzan a ser maduras, que no tienen donde publicar. Ellos mismos se tienen que financiar sus propias publicaciones, lo cual no sólo es penoso, sino en muchos casos impracticable. Es entristecedor, se puede perder mucho material valioso.

La poesía es beneficiosa para todos, es un centro neurálgico vital del cual una sociedad no puede separarse. Una sociedad que no lee, y que no lee poesía, es una sociedad que va por mal camino. Así que mi deber como poeta más viejo, desde el sitio que ocupo en este momento, es tratar de proteger por todos los medios posibles a la poesía, para que haya un futuro para los poetas jóvenes.

La poesía es una cadena áurea, un eslabón interminable que no se debe romper. Y uno de los deberes del poeta moderno es el de ser un pedagogo. La poesía moderna tiene que explicarse al gran público. En las cátedras universitarias, en conferencias, talleres, lecturas. Hay que reunirse a descubrir a nuestros maestros. Hay que aprender a releer a un Antonio Machado como hay que aprender a releer a un Góngora. Y esto sólo se puede hacer en equipo, como grupo, como individuos amorosamente relacionados con una sociedad que, estoy convencido, está necesitada de poesía.

El exceso de vida material provoca una profunda soledad y un profundo aburrimiento en el ciudadano de a pie. Y a ese ciudadano lo veo hoy como a una persona más desesperada que nunca.

¿Condiciona al poeta el lugar donde vive?

Sólo superficialmente. El poeta vive con las narices incrustadas en la realidad. En ese sentido la creación puede variar con el sitio, en su relación espacio-tiempo-expresión poética. Pero ésa es la superficie.

Lo fundamental es en qué consiste la creación. Y es un misterio. No sé, a pesar de haber escrito tanto, por qué escribo, ni cómo nace un poema ni por qué ese poema, en mi caso, se hace de cierta manera.

Por ejemplo, hay una característica en mi poesía que se señala: Kozer utiliza mucho el registro del paréntesis. Me empezó a ocurrir hace 25 años no sé por qué, pero el hecho es que no puedo vivir sin ese paréntesis. Supongo que mi mente está hecha de paréntesis dentro de paréntesis, como si se tratara de círculos concéntricos, así que el texto refleja esa mente parentética.