Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Literatura

Un judío de números y letras

José Kozer: «La poesía se ha vuelto de élite y la gente perezosa, hay una enorme pereza espiritual y cultural».

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Pero más allá de eso no puedo decir nada: entro en zonas oscuras de las que apenas sé. Como el científico que ya más o menos ve cómo se origina el universo, pero aún le falta visualizar el primer momento, el instante de la gestación. ¿En qué consiste ese chispazo, ese Big Ban creativo? Lo desconozco… Y quizá sea mejor así.

En estos misterios hay bondades ulteriores, beneficios profundos para la vida.

¿Cuba sigue en su poesía?

Cuba es para mí un redescubrimiento tardío, aunque nunca he rechazado mi origen cubano. El contexto cubano, muy particularmente el habanero, desaparece de mi trabajo hasta finales de los setenta. Hasta que por motivos no muy claros empiezo a redescubrir el lenguaje cubano, que es de una riqueza infinita. Los cubanos, los caribeños, hemos cometido el error de creer que nuestro lenguaje es pobre comparado con otros registros hispanoamericanos.

Atención: qué bien hablamos, cuán maravillosamente hablamos nosotros también. Y no porque seamos un pueblo locuaz y gárrulo, sino porque manejamos unos registros idiomáticos espléndidos. Como el mexicano tiene el registro indígena más el registro español, nosotros tenemos el registro africano más el registro español. Esto ha creado un tipo de lenguaje fluido y abierto, a mi modo de ver maravilloso.

Redescubro el lenguaje cubano algo tardíamente y me quedo como un niño cuando descubre un helado, y se lo está zumbando. Su riqueza, mezclada con miles de recuerdos y situaciones, se enquista en mi sistema vital, en mi plexo solar, sale a relucir y alcanza una fuerza que me contiene y yo no puedo contener. A veces tengo que parar ese caballo galopante y pedirle calma. No puedo escribir tan rápido como me exige que escriba.

Pero claro, en mi lenguaje hay registros múltiples que tienen que ver con el hecho de que nazco y crezco en una casa de judíos, donde el español que se hablaba era muy peculiar. Luego, al radicarme en Estados Unidos casi hay un momento en que no puedo hablar español y sólo funciono en inglés… más tarde recupero el español, pero ya no es exactamente mi idioma habanero, de cuando era un muchacho de diecisiete años. Ahora está muy contaminado, en el buen sentido de la palabra, por todas las hablas de los países latinoamericanos que confluyen en Estados Unidos.

En ese sentido, éste es un gran momento para América Latina. Mi idioma ya no es el mío, sino el idioma de todos. El idioma tiende a totalizarse, a hacerse cada vez más abierto y complejo. En un mundo donde lo novedoso está siempre flotando ante nuestros ojos, necesitamos crear nuevos vocablos con que nombrar la novedad.

El inglés siempre ha sido un idioma muy democrático, el español no. De manera que por primera vez en su historia nuestro idioma se está democratizando, y esto es magnífico. Es una de las grandes claves para la nueva poesía en español: ésta ya es permeable, ya se deja penetrar por todas las hablas.


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