Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Artes Plásticas-Literatura

«No somos Occidente»

Entrevista al pintor Ramón Alejandro, a propósito de la influencia del francés Louis-Ferdinand Céline en la cultura latinoamericana.

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Es muy posible que Jiménez Leal tenga mucha razón, pero es mejor que se lo preguntes a un crítico especializado. Yo leo por puro gusto y no soy estudioso en ese campo. Para mí todas las formas del arte son placer inmediato y no rompecabezas investigativo. Acuérdate que soy pintor y la mayor parte de mi energía se me escurre pintando. Cuando me pongo a leer no quiero romperme el coco. Si entiendo algo es lo que se me da naturalmente en la intuición.

En Viaje al final de la noche hay singularidades muy interesantes. Una de ellas es el profesor Princhard, que ya adelanta los temas "postmodernos". Entre ellos la crítica radical de la Ilustración y el nacionalismo. ¿Le simpatiza el personaje? ¿Cómo siente el asunto de la relación entre el pacifismo y el patriotismo?

El profesor Princhard aparece y desaparece para siempre de esa novela en unas breves páginas. De la 63 a la 71, de las Ediciones Gallimard. Sucede su aparición en un asilo para soldados que se desinflaron ante el combate y esperan ser juzgados para ser reformados por enfermos, fusilados por traidores o vueltos a mandar al frente de batalla, del cual estaban tratando muchos de ellos de escapar haciéndose los locos. Es como el propio reflejo en un espejo del mismo protagonista, es decir, el autor de la novela, el mismo Céline, pero bajo la especie de un intelectual, culpable a los propios ojos de Céline de todas las falsedades y vergüenzas que le confieren el haber aprendido a manejar el intelecto.

Céline tiene, entre otros tantos prejuicios, un enorme prejuicio antiintelectual. Y le echa a ese personaje encima su propio desprecio o despecho ante aquel que sabe manejar sofismas y enunciar sutilezas y matices con elegancia formal. Eso es para Céline "falso", porque es "artificioso" y él pretende ser "emotivo" y, por lo tanto, "verdadero". Auténtico en su bilis y resentimiento social.

Te voy a contar una anécdota para que entiendas hasta qué punto Céline es ambiguo dentro de la compleja maraña de sus sentimientos nacionalistas. Esto lo dice un tal Paul Chambrillon, que testimonia así: "Una tarde de verano, estábamos en el jardín de Meudon, con Albert Paraz, tomando el té, que es la base de la alimentación de Lucette y su marido (es decir, Céline). Como a veces cuando se sentía rodeado de un ambiente amistoso, Céline se puso a conversar despreocupadamente sin ocuparse demasiado de los demás presentes. Se puso a recordar a los soldados de los años cuarenta de esta forma: "¡Ah lala! Si hubieran actuado como nosotros en el año catorce… En la boca del 'Gran Lúcido' esto parecía extravagante, pero nadie se quiso meter con él. Pero de todas formas en cierto momento, Paraz se aprovechó de un silencio para sugerir con su voz rota por la laringitis: Chico, es que a lo mejor ellos ya habían leído el Viaje al fondo de la noche. Céline se calló la boca… y se cambió de tema".

En esta instantánea se puede ver que ese "pacifista" acérrimo, que se enroló voluntariamente en el ejército a los 18 años, estaba orgulloso de sus heridas de guerra y de su "Patria" francesa. Aquí podemos ver hasta qué punto el sentimiento patriótico es irracional, es una fe y antes que nada una emoción epidérmica. Como todo fenómeno afectivo, es algo ambiguo y dotado de dos caras opuestas, la positiva y la negativa, ambas son su esencia misma, como las dos caras de la moneda son la moneda. Y que no hay moneda que no tenga dos caras opuestas y de espaldas la una con la otra.

El resentimiento social de Céline es cosa natural cuando se ha nacido dentro de las clases desfavorecidas de una república burguesa como es Francia. Y si queremos sondear la profundidad abismal de lo que esto implica, tenemos que volver a leer La lucha de clases en Francia, del genial Karl Marx, que describe admirablemente el crucial momento de La Comuna de París, durante la cual se fraguó la sedimentación social definitiva de la Tercera República en la que nació y vivió la mayor parte de su vida Louis-Ferdinand Céline.


Sin título 1102. (RAMÓN ALEJANDRO)Foto

Sin título 1102. (RAMÓN ALEJANDRO)