Actualizado: 01/05/2024 21:49
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Francia

¿Final del juego y una nueva era?

La victoria del conservador Nicolas Sarkozy y el simbolismo de los nuevos tiempos.

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'Sarkozystas de izquierda'

Ante esa situación sucedió un hecho inaudito, la aparición de una corriente de "sarkozystas de izquierda" que hizo campaña activa por su candidatura, incluso desde la primera vuelta. Y ello, pese a la amenaza de Sarkozy de "eliminar la cultura de mayo de 1968", muy cara a los valores de la izquierda que representan para él el multiculturalismo, el laxismo disciplinario que reina en la educación y el hedonismo.

El actual presidente francés prometió en su campaña "formatear" la mentalidad de los franceses aún reacios a los valores tradicionales, un mundo mejor a los que "se levantan temprano" para impulsar el dinamismo económico y acabar con el desempleo, y poner término a la política asistencial.

Dispuesto a defender la identidad nacional, la revalorización de los "dos mil años de cristianismo", anunció que entre las primeras medidas que se tomarán en relación con la educación estará la obligación de ponerse de pie cuando el profesor entre al aula. Medida simbólica, pues la cultura de mayo de 1968 se caracteriza precisamente por la modificación de las estructuras rígidas que rigen las relaciones entre adultos, niños y jóvenes.

Pese al carácter francamente conservador y regresivo en lo que respecta al modelo cultural de comportamiento, que en Francia se inclina mayoritariamente hacia un mayor liberalismo, privó en la mayoría el sentimiento de que el país está llegando a un callejón sin salida y necesita optar por un modelo liberal-económico.

Ninguno de los candidatos pudo personificar el modelo que parece corresponder más a Francia, ni personificar un modelo coherente de sociedad: liberal-económico y liberal-cultural. Se oponen a la opción liberal-cultural: una parte de la población, temerosa de los cambios sociales, étnicos y religiosos que se están operando en la sociedad francesa pertenecientes a la tercera edad, conservadora por excelencia. Y a la opción liberal-económica del Partido Socialista, que hasta ahora no logró realizar su aggiornamento y constituirse en una opción de izquierda moderna.

Divorcio entre austeridad y lujo

En cuanto a los valores éticos y la visión del mundo del flamante presidente, en el momento que se anunció su victoria, dio una demostración de sensibilidad de ciudadano y su manera de estar en el mundo. Las primeras imágenes lo mostraron acompañado de Johnny Hallyday, "el exiliado fiscal", rockero casi septuagenario que no disimuló su apoyo al candidato conservador a cambio de la reforma fiscal prometida que le permitirá poner término al fastidio de vivir en Suiza y retornar a Francia con las mismas ventajas fiscales que le depara el país helvético.

También los espacios de la ciudad que escogió para pasar los primeros momentos de su triunfo, situados en la orilla derecha del Sena, que se identifica con las fortunas recientes, el glamour y el turismo de lujo. Y para completar, en lugar del monasterio donde había anunciado su retiro a meditar para imbuirse de la "gravedad del cargo", tras reunirse con sus amigos íntimos en el famoso restaurante Fouquet's en los Campos Elíseos y pasar la noche en una suite del hotel homólogo, que pertenece a un amigo suyo, voló a la isla de Malta con su familia en el jet privado de uno de los hombres más ricos de Francia, cuyo yate abordó para realizar un crucero de descanso con su familia.

La pregunta que se hacen hoy muchos es si los gastos de ese descanso de millonario lo paga el presupuesto del Estado, lo que en este país significaría un acto de extrema gravedad. O si se trata de una invitación del millonario en cuestión, muy amigo del flamante presidente. En este caso, demostraría una colisión de intereses entre finanzas y política, lo que igualmente reviste incurrir en una violación grave de los valores de la República.

En términos de valores personales, demuestra un divorcio entre la austeridad que exigió el candidato a los que trabajan para corregir la situación de Francia y su inclinación por el lujo. Los franceses no ignoran que quienes amasan fortunas no lo logran sólo porque se levantan temprano. Las buenas relaciones con el poder cuentan más.

Tal parece que la sensualidad del poder, según el modelo del nuevorriquismo más impúdico, no es exclusiva de los "revolucionarios bolivarianos", sólo que en Francia nunca un presidente recién electo se había dejado llevar por actitudes dignas de lo que aquí se suele llamar "repúblicas bananeras".

El peso de lo simbólico en la inauguración de nuevas eras es decisivo; esperemos que así lo comprenda Nicolas Sarkozy y evite yerros inútiles, pues estará jugando con fuego. Hasta ahora ha prevalecido el cartesianismo, pero cuando Francia se despoje de ese corset, las consecuencias son imprevisibles: varias fechas de su historia lo atestiguan con creces.

El único país que designó con el término de "amigo" en su discurso, la noche de su triunfo, fue Estados Unidos: con ello se aleja de De Gaulle y se acerca más a Mitterrand. El pragmatismo ideológico de Sarkozy deparará todavía muchas sorpresas. Por lo pronto, se dispone a integrar a personalidades de izquierda en su futuro gabinete de gobierno.

Las modificaciones de los símbolos fue lo más notable durante la campaña electoral.


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