Actualizado: 08/05/2024 7:38
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Latinoamérica

Populismo contra mercado

Cuando la democracia sólo favorece a una minoría, las fuerzas antiliberales cautivan la imaginación de los ciudadanos.

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Ollanta Humala fracasó en su tentativa de colocar a Perú dentro de ese campo; Rafael Correa (Ecuador) y Daniel Ortega (Nicaragua) están haciendo lo indecible para unirse a esas filas. El derrotado Andrés Manuel López Obrador (México) ha tenido que unirse a los anteriores en el rincón de los derrotados; aunque una victoria lo hubiera revelado como un mexicano tradicional priísta o un Néstor Kirchner, y no un Chávez.

Sin embargo, no hay que desesperarse. Existe otro arco que incluye México y América Central, República Dominicana, Colombia, Perú, Chile, Brasil y Uruguay, que, por lo general, se pasa por alto. Aunque no acapare titulares, este arco está haciendo progresos; sin duda, es progresista.

Bien sean de centroizquierda o centroderecha, estos gobiernos se preocupan por mejorar la vida de la gran mayoría de los ciudadanos. México y Brasil, por ejemplo, han podido reducir sus índices de pobreza. Luego de fracasar en los primeros años de este siglo, República Dominicana se ha convertido otra vez en uno de los máximos protagonistas económicos exitosos de Latinoamérica. Los países con un arco progresista tienen relaciones constructivas con Washington.

Castro y Chávez son mejores en saber cómo acaparar titulares: el comandante es todo un maestro; el coronel, un alumno aventajado, aunque ni siquiera el joven Castro se hubiera atrevido a llamar "el diablo" al presidente de Estados Unidos en un discurso en Naciones Unidas. La Habana y Caracas están más interesadas en hacer ruido que en fabricar zapatos. Su política exterior sirve a los intereses de sus líderes, no a los de sus pueblos.

Países progresistas

Para los países del arco progresista es muy difícil retar a Chávez para que acepte a Washington. Aun si Brasil, por ejemplo, ve a Venezuela a través del mismo lente que la administración Bush, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva sabe que, primero que todo, tiene que atender sus responsabilidades domésticas, como debe ser. Lula, además, enfrentó el 1 de octubre unas elecciones que creía "pan comido". Ahora se dirige a una segunda vuelta donde hay una total incertidumbre con respecto a los resultados, a pesar de las encuestas.

Los países del arco del progreso no están de ninguna manera fuera de peligro. Sus economías están rezagadas en cuanto a crecimiento, si se compara con las de Europa Central, Asia del Este y hasta con las de algunos países africanos. A no ser que la creación de puestos de trabajo y las condiciones del estándar de vida mejoren notablemente, sus pueblos puede que aún se presten a escuchar a los populistas.

Las fuerzas antiliberales y antimercado cautivan la imaginación del pueblo cuando la democracia y los mercados favorecen sólo a una minoría de la población. La gran mayoría de los latinoamericanos se encuentra todavía del otro lado de la cerca, mirando hacia adentro, y el tiempo ya se está agotando.


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