Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Perú

La ciudad de Pisco trata de sobrevivir entre nuevos temblores y desórdenes

El presidente Alan García anunció una segunda fase en las labores de asistencia 'para mantener el orden'.

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Una nueva víctima causó el domingo una de las tantas réplicas del terremoto del miércoles, mientras miles de personas permanecían a la intemperie, en medio del frío, entre el polvo de escombros y frente a amenazas de enfermedades en esta ciudad devastada del sureste peruano.

Uno de los muchos fuertes sismos que se han sentido durante la semana, registrado a las 15.11 del domingo y de magnitud 5,7 grados causó la muerte de un niño de 12 años al caerle encima una pared, reportó AP.

Niños, padres de familia, y ancianos que sobrevivieron al terremoto que acabó con esta ciudad, y que cobró la vida de 540 personas y 1.500 heridos en el sureste del país, salieron a las calles el domingo a seguir recibiendo agua y comestibles que eran entregados por militares en las plazas y calles que aún lucían cubiertas de escombros.

Poco a poco eran removidas las montañas de adobe y paja de lo que fueron cientos de casas que se derrumbaron, y que aún yacían en el suelo luego del sismo, que dejó 80.000 damnificados en la zona.

La presencia militar era más evidente, y decenas de efectivos patrullaban la ciudad armados con fusiles, en el refuerzo de seguridad ordenado por el presidente Alan García la víspera para evitar que se sigan produciendo saqueos, y desorden en la entrega de la ayuda, que también consistía en carpas, colchones, alimentos, y medicinas, que aún eran insuficientes.

"Hemos recuperado la calma de la comunidad", dijo el director de operaciones especiales de la policía, Juan Álvarez. "Se han reprimido los intentos o amenazas de pillaje", agregó.

Aunque unas 600 toneladas de ayuda habían llegado de dentro y fuera del país en un puente aéreo permanente desde el jueves, miles dormían aún entre las ruinas de las casas o en carpas hechas por los propios sobrevivientes, con maderas tomadas de los propios restos, y bolsas plásticas, y muchos se seguían quejando de la falta de socorro.

Muchos se quejaban de presentar enfermedades respiratorias por respirar constantemente el polvo que se levantaba con el viento y por la remoción de escombros en esta localidad ubicada en el desierto, frente al mar.

Otros soportaban dolores por los golpes sufridos por la caída de paredes, postrados en colchones, en medio de los esfuerzos que grupos de médicos hacían por llegar a todas las barriadas, algunas de las cuales aún mantenían barricadas para evitar posibles saqueos.

Según García, 23.000 personas llegaron a 13 refugios instalados en el perímetro de la ciudad, en lugares descampados, bajo carpas de lona, donde colocaban las pocas pertenencias que les quedaban.

La Defensa Civil informó que el 85% de las casas de esta ciudad fueron destruidas, y el resto se encontraba seriamente afectado con grietas.

Equipos de rescate españoles, británicos y estadounidenses, entre otros, inspeccionaron cuadras enteras de barrios en ruinas, buscando sobrevivientes y más cadáveres, con la ayuda de perros. Aunque los esfuerzos se mantenían por buscar gente con vida bajo los escombros, las esperanzas para seguir encontrando sobrevivientes se desvanecía.

"Hemos entrado en la segunda fase del trabajo, que es mantener el orden", añadió Alan García, al indicar que 1.200 militares y otros cientos de policías han reforzado la seguridad en Pisco, donde las denuncias de saqueos eran masivas. Agregó que instituciones del gobierno entregarán un bono a los damnificados para ayudarles a edificar nuevos hogares, de cemento, y no de adobe.