Apenas el comienzo
La enfermedad de Castro: ¿Intervención quirúrgica u operación militar?
El primer día tras conocerse que el gobernante Fidel Castro había cedido temporalmente el poder en la Isla, transcurrió con los periodistas de todo el mundo tratando de encontrar el ángulo nuevo de una noticia detenida en el tiempo. En la práctica no ha ocurrido nada desde que se divulgó la Proclama que anunció el traspaso.
De esta forma, las especulaciones ocuparon el lugar de las informaciones y poco añadió un escueto comunicado, aparentemente del propio gobernante, donde señalaba que su situación era estable, que se encontraba de buen ánimo y que la evolución de su estado de salud necesita el transcurso del tiempo.
El propio Castro se encargó también de definir el manejo de la información: su salud es "secreto de Estado".
Esta definición completa y cierra el círculo sobre lo ocurrido. La verdad se conocerá a su "debido tiempo". Más que ante una intervención quirúrgica, estamos frente a una operación militar. Médicos y especialistas de todo el mundo han visto limitadas sus explicaciones a un rosario de posibles padecimientos y causas, por la ausencia de datos específicos.
No hay partes médicos oficiales —lo usual en estos casos— y no parece existir la intención de producirlos. Además del secreto impenetrable, la obediencia y la fe marcan el proceso de la posible recuperación: las declaraciones de apoyo sustituyen a las oraciones, pero cumplen un papel similar.
Si sólo se supo algo de lo ocurrido luego que el gobernante fue operado, si el pueblo está condenado a la ignorancia por voluntad expresa del enfermo, queda sólo la vía del control absoluto para evitar que las dudas, las esperanzas o el desasosiego tomen un camino equivocado, de acuerdo con la línea establecida por el régimen.
Estado de sitio
No hay que llamarse a engaño, la óptica bélica es la opción adoptada para enfrentar la crisis. No ha sido necesario el golpe de Estado, porque el proceso se realiza de acuerdo con lo previsto en la Constitución vigente y ha obedecido a la voluntad expresa del gobernante —de acuerdo con circunstancias físicas que le impiden seguir en sus funciones—; pero éste ha reafirmado su voluntad en una declaración que más bien es un decreto: no caben interpretaciones y tanto la Asamblea Nacional del Poder Popular como el Partido Comunista de Cuba no tienen otra alternativa que acatar la orden.
En primera y última instancia, el poder está en manos de las Fuerzas Armadas. Existe, de hecho, un Estado de sitio en el país, sólo que no se trata de una condición muy similar a la que han conocido los cubanos por muchos años.
Hay, por lo tanto, un traspaso de poderes similar al que ocurre en un sistema monárquico tradicional, y cualquier respuesta que no obedezca a ese mandato será reprimida con violencia. De hecho, existen informes de una amplia movilización militar y de otros cuerpos represivos en la Isla.
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