Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Miseria de la batalla de ideas

Nueva 'ofensiva revolucionaria': ¿Otra vez 1968?

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Con una calculada combinación de oratoria política y espectáculo artístico, que vagamente recuerda a la Rumanía de Ceaucescu, las tribunas abiertas para "exigir la liberación de nuestros cinco héroes prisioneros del imperio" se celebraban cada sábado en distintos municipios del país hasta que desparecieron imperceptiblemente, not with a gong but with a whisper, en algún momento de 2005.

Situada en un horario estelar —antes ocupado, entre otros programas, por las tradicionales "aventuras", ahora relegadas a Tele Rebelde—, la mesa redonda, en cambio, sigue siendo hasta hoy una de las principales tribunas de la ideología y las determinaciones del Estado cubano.

Comentaristas privilegiados de la situación nacional e internacional, los periodistas de la singular mesa "informativa" presentan un mundo y un país virtuales. En ese mundo no han existido los genocidios de Sadam Hussein ni de Milosevic, el actual gobierno socialista de España no es verdaderamente de izquierdas y la Unión Europea no alcanza a tener, en relación con Cuba, una política "independiente" de Estados Unidos. En ese país todo el que disienta en lo más mínimo del gobierno recibe dinero de la CIA, y las largas colas que se formaron para cambiar los dólares en CUC (pesos cubanos convertibles), cuando el régimen anunció que impondría un impuesto, fueron un signo de la excelente acogida de la población a una medida que fortalecía nuestra moneda nacional en su querella contra el dólar.

Política de la provisionalidad

Más allá de mesas, marchas y tribunas, la "batalla de ideas" continúa con nuevos programas, como el de los trabajadores sociales y el de la universalización de la enseñanza. Los trabajadores sociales son jóvenes egresados de la enseñanza media que por su bajo rendimiento académico no alcanzaron la universidad y se encontraban en la calle en situación "predelincuencial". Eliminar ese foco de "potencial criminalidad" y aprovecharlo para fortalecer el régimen, es el verdadero doble objetivo del programa ideado por el Comandante.

Graduados como trabajadores sociales, después de pasar un curso de dos semestres en Cojímar, los jóvenes supuestamente contribuyen a resolver los problemas cotidianos de la gente; de hecho, son instrumentos que el Gran Líder ha colocado en los barrios, visto el escaso poder de convocatoria con que cuentan hoy Comités de Defensa de la Revolución.

Por otro lado, la universalización de la universidad ha tenido dos variantes fundamentales en su propósito de llevar la educación superior más allá del recinto tradicional: la "Universidad para todos", cursos televisados sobre materias tan variopintas como Técnicas Narrativas, Italiano, Ortografía, Astronomía y Ajedrez; y la llamada municipalización de la universidad, menos provechosa aún.

Se trata de crear sedes universitarias en todos los municipios del país, donde, luego de la jornada laboral, puedan superarse los trabajadores sociales, los "maestros emergentes" (lamentables productos de otro programa de la revolución destinado a paliar el déficit de maestros primarios) y los "cuadros" de la Unión de Jóvenes Comunistas.