Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Robinson solo en su isla

El ex miembro del Buró Político del PCC se marcha del poder de la misma forma en que llegó: con penas y sin glorias.

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Cuando Juan Carlos Robinson Agramonte se despidió de Santiago de Cuba, el 12 de octubre de 2001, muchos ciudadanos respiraron hondo, después de siete largos años de 'minidictadura' local.

La prepotencia, altanería y el resto de los defectos que hoy el Buró Político le señala —una réplica del magnífico ejemplo del Comandante en Jefe—, Robinson los ejerció brillantemente durante su mandato al frente de la segunda región más importante de la Isla, cuya fama de necesitar hombres fuertes y mano dura le han convertido en una especie de cuartel de ejército.

Robinson Agramonte llegó a Santiago de Cuba en agosto de 1994, para sustituir a Esteban Lazo Hernández, enviado entonces a cubrir la cuota de dirigentes negros en el núcleo duro del poder.

Lazo también hizo méritos como grosero y déspota, sin embargo, la ciudad —a tono con su folclorismo— le despidió alegremente en el parque Céspedes con la conga de Los Hoyos. Pero Robinson rompió todos los termómetros de la antipatía: se marchó sin fiesta pública y bajo el bochorno de una fuerte reprimenda que parecía ser el fin de su breve carrera política.

El día del adiós, Raúl Castro le amonestó severamente ante el pleno del Comité Provincial del Partido por las 'graves insuficiencias' de su trabajo y por la 'imposibilidad de enmendar los errores'. Una integrante de ese Comité pidió la palabra e intentó defender al defenestrado, pero Raúl la recriminó por su 'falta de crítica'.

Inconcebiblemente, días después, Robinson asumió como jefe del Departamento de Economía, Transporte y Turismo del Comité Central del PCC.

' Reblandecimientos éticos'

En la saga de caudillos locales del siglo XX comunista cubano, los viejos santiagueros sólo tienen 'buenos recuerdos' de Juan Almeida Bosque, quien entre 1970 y 1976 ocupó el cargo de delegado del Buró Político en la entonces provincia de Oriente. Pero sólo en las formas (el imaginario popular le recuerda durante los carnavales bebiendo cerveza en la Trocha, sin guardaespaldas, y en medio del tumulto popular), porque sus actuaciones corruptas —similares a las que hoy se endilgan a Robinson— dan cuenta de su proverbial 'popularidad': su hobby consistía en regalar casas, automóviles e hijos en cada nido de amor por el que pasaba.

El abuso del poder y el reblandecimiento de los principios éticos, puntos críticos en la acusación contra Robinson, junto a una vida sexual 'disipada', no apartaron a Almeida del poder, todo lo contrario, en momentos en que el Partido obligaba a sus militantes a divorciarse —o a entregar el carné— si los servicios de información detectaban infidelidades de sus esposas.

La estrepitosa caída de Robinson Agramonte es un recordatorio de que en el paraíso cubano las malas obras se toleran en dependencia de quien las cometa.

Sin padrinos visibles en el seno intermedio de la nomenclatura, Robinson llegó al Palacio de la Revolución en 2001, de la mano de Fidel Castro y presumiblemente en contra de la opinión de Raúl. Uno de sus últimos actos públicos fue el 22 de febrero pasado, durante la celebración de los 45 años del Ministerio de Comercio Exterior, aunque ya no tenía a su cargo algunas responsabilidades.

El puesto de jefe del Departamento de Transporte y Turismo pasó a manos de Jorge Luis Sierra Cruz, también miembro del Politburó y ex primer secretario del PCC en Holguín, ahora nuevo juguete preferido de Raúl y Machado Ventura.

Robinson se marcha del poder de la misma forma en que llegó: con penas —recuérdese el impune accidente mortal del cual habla Alcibíades Hidalgo en La resurrección del aparato— y muchas menos glorias. Salvo que más tarde se demuestre lo contrario, pasará a la historia como una de las defenestraciones más grises del Buró Político, sin la más mínima sombra del supuesto 'reformismo' que planeó sobre Carlos Aldana y Roberto Robaina; aunque fuentes desde La Habana aseguran que 'no era de los más conservadores'. ¿Acaso se esconde alguna otra cosa tras la explosión de Robinson?