Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Una plaza difícil

Los vínculos entre La Habana y el Vaticano: ¿Se minimiza a la Iglesia local al mismo tiempo que se exalta al Papa?

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El aniversario 70 de las relaciones diplomáticas de la Santa Sede con la República de Cuba nos da ocasión para reflexionar en el hecho mismo y en sus repercusiones para la vida de la Iglesia en Cuba y para el pueblo cubano. De hecho, el nuncio apostólico es un representante del Papa como cabeza visible de la Iglesia Católica, como Pastor Supremo ante la nación, el pueblo y la Iglesia que está en Cuba. Representante personal del Papa, en cuanto pastor universal de la Iglesia, de la cual representante y representado son servidores.

El nuncio expresa ese carácter complejo de la Iglesia: por una parte, institución internacional, supranacional si se quiere, pero que existe en la realidad de cada iglesia local, en cada diócesis. El nuncio es en primer lugar, el representante del pastor universal ante la Iglesia local y sus pastores, que componen colegio entre sí y con todos los demás obispos del mundo, presididos por el Papa.

Sin perder ese carácter "nacional", local, la Iglesia es una realidad que incluye a las otras naciones, pueblos y culturas, pues se identifica con ellos. El principio "comunión", que rige al interior de la "comunidad de los hermanos", no excluye, sino incluye, esta otra comunión con "todo lo humano"… y con todos los humanos. Por eso la presencia del nuncio apostólico en la nación en la que desarrolla su labor "diplomática", es más que eso: es también pastoral, forma parte de su tarea como obispo, como pastor del Pueblo de Dios.

Pero además, el nuncio hace presente al Santo Padre ante un pueblo determinado y el gobierno que lo representa. La Iglesia en Cuba, que forma parte indiscutible y bien probada de este pueblo, (ahí están sus cinco siglos de presencia en la vida y en el acontecer histórico del país), es también una realidad que trasciende a este marco de lo nacional. En este caso lo internacional no borra lo nacional, lo universal no niega lo local.

Por eso el nuncio es como cualquier otro embajador, pero al mismo tiempo, viene a ser diferente. Si se quiere, y para expresarlo de alguna manera, es el más cubano de todos los extranjeros: en cierto sentido, es embajador en tierra propia, como lo es cada misionero en el país al que le ha entregado la vida, aunque no sea aquel en que nació.

Sin llamarse a engaño

Si todo esto se podría decir "teóricamente", en mi caso personal, y en mi ya larga experiencia con los diferentes nuncios en Cuba, y con sus colaboradores, podría decir que la praxis no sólo confirma, sino que precede a la teoría.

La nunciatura apostólica de la Habana, en los últimos 46 años, ha sido una "plaza difícil". De hecho, Cuba fue el primer país comunista que ha sostenido, de manera ininterrumpida, relaciones oficiales a nivel de embajada, con la Santa Sede. Ni siquiera en la católica Polonia ocurrió algo semejante: a pesar del complejo proceso de la ostpolitik vaticana en tiempos de Pablo VI, no se logró establecer relaciones diplomáticas normales con Varsovia.

Hubo que esperar la elección del primer Papa eslavo para que hubiera nunciatura apostólica en Varsovia, ya bajo el pontificado de Juan Pablo II. Entre los países comunistas de Europa, la Yugoslavia de Tito fue la excepción tardía: al final del largo gobierno del viejo mariscal comunista se restablecieron las relaciones diplomáticas con la Sede Apostólica, después de una visita personal de Tito al Papa Pablo VI, que por aquel entonces causó mucho revuelo en la prensa internacional.


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