Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Prensa, Debate, Comentarios

El debate y los comentarios en la Web (III)

Tercera y última parte del texto

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El debate existe desde los albores de la humanidad, las sociedades más avanzadas contaron con espacios para ello, las ciudades-estado griegas en particular la ateniense y la República Romana, cunas de la civilización occidental, fueron ejemplos. Cuando las dictaduras temporales, el surgimiento del Imperio Romano, el fundamentalismo religioso o el absolutismo monárquico limitaron esa práctica, la civilización occidental se estancó e incluso retrocedió.

En la Rusia prerevolucionaria el debate entre las fuerzas anti zaristas fue amplio. En el Partido Socialdemócrata de Rusia (bolcheviques y mencheviques) era habitual la discusión. Tomado por asalto el poder por la facción bolchevique eso se acabó, exterminados fueron los zaristas, los partidos de derecha, los revolucionarios aliados y por último los propios bolcheviques: el politburó de Octubre de 1917, el 80 % de los delegados al XVIII Congreso y millones de militantes, incluidos 45 mil oficiales héroes de la guerra civil. La historia posterior es conocida, inmovilismo, degradación económica, social y moral y por último el desmerengamiento. Eliminado el debate la sociedad no se renueva a sí misma.

En Cuba el debate surge desde los albores de la nacionalidad, aun bajo las condiciones absolutistas reinantes como colonia española, polemizaban los integristas, reformistas, autonomistas e independentistas, tendencias más representativas. Ya a finales del siglo XIX José Martí fija su posición como polemista en carta en verso dirigida a su amigo Néstor del Castillo. Indignado ante la acusación de haber insultado a los anexionistas dice: Miente como un zascandil/ El que diga que me oyó/ Por no pensar como yo/ Llamar a un cubano “vil”. Y fija sus principios: ¿Quién con injurias convence?/ ¿Quién con epítetos labra?/ Vence el amor. La palabra/ Sólo cuando justa, vence.

Para describir el tema durante la república —antes del batistato— demos la palabra a Fidel Castro en su alegato conocido como “La Historia me absolverá”: “(…) Había una vez una República. (…); todo el mundo podría reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad (…). Existía una opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos, y en el pueblo palpitaba el entusiasmo”.

A confesión de partes… Solo añadir que existían decenas de estaciones de radio, siete canales de TV, 18 diarios en La Habana y al menos uno por provincia. Nicolás Guillén, mestizo y comunista publicó por primera vez los “Motivos del Son” en el dizque reaccionario Diario de la Marina, anarquistas, trotskistas, estalinistas, contaban con diarios y revistas y sus militantes y simpatizantes publicaban e incluso ejercían funciones de dirección en todos los órganos de prensa. En las revistas —de calidad internacional, Vanidades, Bohemia, Carteles y otras— exactamente igual.

En 1959 todo comenzó a cambiar a partir de los juicios sumarísimos sin garantías procesales donde condenaban a muerte a miles, a prisión a cientos de miles y al exilio a millones, y la definición lapidaria tantas veces citada: “Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada” con un juez único para juzgar posiciones el debate en Cuba se acabó. Solo existió “el debate sobre Cuba” en el exterior hasta la llegada tardía de Internet al territorio nacional.

Existe en Londres (Hyde Park) un lugar al que llaman Speakers’ Corner (Rincón del orador) donde se discursea de todos los temas humanos y divinos bajo la mirada tolerante de la policía presente solo para evitar disturbios. Inspirados en él existen en otros países lugares similares. ¡Qué falta hacen en Cuba! Pudieran llamarse “territorio libre de represión”.


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