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Odette Alonso, Biblioteca de Babel

La Biblioteca de Babel

Odette Alonso no solo subraya los libros y toma notas, sino que como tiene la deformación profesional de todo corrector, si halla erratas, las señala

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A Odette Alonso resulta imposible no relacionarla con los libros. En primer lugar, por la cantidad de ellos que ha publicado. Desde la ya lejana fecha en que ganó el Premio 13 de Marzo de periodismo cultural con Criterios al pie de la obra (1988), no ha dejado de aumentar y enriquecer su bibliografía. A la misma pertenecen la veintena de poemarios escritos por ella y entre los cuales están Enigma de la sed (1989), Palabra del que vuelve (1995), Linternas (1997), Insomnios en la noche del espejo (2000), Diario del caminante (2003), El levísimo ruido de sus pasos (2005), Manuscrito hallado en el mar (2011), Las otras tempestades (2016), Últimos días de un país (2019) y Lo que transcurre (2023). Además de poeta, es narradora. En esa faceta ha dado a conocer las colecciones de cuentos Con la boca abierta (2006) y Hotel Pánico (2013), así como la novela Espejo de tres cuerpos (2009). Es también coordinadora de las compilacionesAntología de la poesía cubana del exilio (2011), Versas y diversas. Muestra de poesía lésbica mexicana contemporánea(2020) y Género y sus perspectivas (2022). Está, por otro lado, la labor que realiza desde hace casi dos décadas: es correctora de estilo en la Universidad Nacional Autónoma de México, así que son muchas las obras que gracias a ella han llegado a los lectores cuidadosa y esmeradamente impresas. Contar con sus respuestas para esta columna constituye, pues, motivo tanto de satisfacción como de agradecimiento.

1-¿Cuántos libros tiene tu biblioteca?

Nunca se me ocurrió contarlos, pero haciendo un cálculo aproximado, debe haber unos dos mil ejemplares.

2-¿Cómo los tienes organizados: por autor, por temas, por áreas lingüísticas o indiscriminadamente?

Trato de guardar un orden: hay entrepaños donde se agrupa la literatura cubana; en otros, la poesía en general; narrativa de mujeres en un apartado dentro de toda la narrativa; obras de tono o cercanía LGBTQ+, que es una de mis constantes áreas de estudio; libros de consulta (diccionarios, enciclopedias, etc.). Pero en la medida en que van llegando, a veces permanecen juntos y revueltos en una esquinita, hasta que tengo tiempo de acomodarlos.

3-¿Qué criterio sigues para comprar: un criterio racional, la recomendación de un amigo, las críticas que se publican o te dejas llevar por el impulso?

Es un tanto azaroso, por lo general atiendo recomendaciones o comentarios vistos en redes, que son ahora esa especie de “círculo de estudio”. Pero como vivo inmersa en los ambientes literarios, también me anima conocer o profundizar lo que escucho en encuentros y lecturas públicas.

4-¿Qué haces para controlar la superpoblación, la cantidad excesiva de volúmenes?

Cada cierto tiempo saco los libros que no me interesa conservar. Las últimas limpiezas fueron después de los sismos de 2017, que tumbaron los libreros, y durante el confinamiento de la pandemia: saqué 7 cajas; unas las doné a bibliotecas comunitarias en Oaxaca, las otras se las vendí a precio risible a un comprador de cosas de segunda mano.

5-¿Recuerdas el primer libro que leíste?

El primero no, pero entre ellos estuvieron las aventuras de Emilio Salgari (Sandokan y El corsario negro) y Dos años de vacaciones de Julio Verne. Después, novelas de detectives y misterios: Agatha Christie, Conan Doyle, Ellery Queen, Dashiel Hammett, Simenon…

6-¿Cuál es el ejemplar más valioso que posees?

Lo valioso es lo sentimental y en ese sentido, sería la colección de poemarios de la Generación de los Ochenta cubana, aquellos libritos que se publicaron allá en la isla y que, a pesar de tantas mudanzas, siguen conmigo. Ahí están Damaris Calderón, Ramón Fernández Larrea, Sigfredo Ariel, Carlos Alfonso, Alberto Rodríguez Tosca, Emilio García Montiel, León Estrada, Teresa Melo, Nelson Simón, Norge Espinosa…

7-¿Cuál es el libro que más veces has releído?

Releo mucho, especialmente de los temas que suelo trabajar. Podría mencionar poemas de Safo o de Cristina Peri Rossi, pero también algunos libros de Sigfredo Ariel, Los peces & la vida tropical, por ejemplo. Y si he de confesar un gusto culposo, serían, sin duda, las aventuras de Dan Brown.

8-¿Qué te hace abandonar la lectura de un libro? ¿Qué obra famosa no terminaste de leer?

Que me aburra en las primeras páginas y, si logré superarlas, que me aburra en las siguientes.

9-¿Hay títulos de los cuales tienes más de una edición?

Sí, tenemos varias ediciones de Amora, de Rosamaría Roffiel, la primera novela lésbica mexicana; también las dos de Muchachos que no besan en la boca de Luis Aguilar, de la Universidad Autónoma del Estado de México y de Vaso Roto, y las ediciones mexicana y brasileña de Los ojos ya deshechos. También algunos libros individuales que después se reeditan como parte de antologías de obra, especialmente de poetas.

10-¿Tienes un lugar específico para los libros escritos o editados por ti, eso que podríamos llamar la egoteca?

Sí, en varios de esos entrepaños están agrupados mis propios libros, incluidas las antologías o revistas donde me publicaron. Suelo guardar, mínimo, cinco ejemplares de cada título propio. Más que egoteca en sí misma —¡que claro que lo es!—, conservo esa cantidad porque al solicitar ciertos apoyos o becas, o al participar en premios de obra publicada, hay que adjuntar libros que, así, prueben su existencia.

11-¿Lees solo libros impresos o también electrónicos?

En los últimos años, compro y leo bastante en dispositivos electrónicos; es más barato y menos polvoriento. Esa enorme librería digital cuyo nombre empieza con A, da la posibilidad de solicitar muestra gratis del libro que te interese. Eso hago, y si pasa la prueba, entonces lo compro.

12-¿Acostumbras prestar libros a tus amistades?

Aquella costumbre cubana de prestarnos libros, algunos con cierto aire de angustia, urgencia y clandestinidad, acá es menos frecuente, supongo que porque, de algún modo, todos tenemos posibilidades de comprar lo que queramos. Pero en el caso de obras de consulta o libros que ya no se consiguen, los prestaría a personas de confianza.

13-¿Devuelves los libros que te prestan?

Hablando de confianza, le debo, hace décadas, un par de libros de Susana Guzner a mi amiga Mariel Reinoso; no se los he regresado porque no hemos vuelto a encontrarnos en persona, a pesar de que nos vemos todos los días en Facebook. Bien guardados están, eso sí. También tengo en casa algunos que saqué de la oficina antes de la pandemia para hacer unas reseñas; mañana los traigo, ¡prometido!

14-¿Cuáles son tus hábitos de lectura? ¿Tienes un lugar y un horario fijos para leer?

Como tengo un horario laboral criminal y esclavo, casi todo lo leo en la oficina, en tiempos muertos o en los ratos que puedo robarle al trabajo burocrático. Recuerdo, con nostalgia, los tiempos en que podía echarme en el sofá en las tardecitas y leer hasta bien entrada la noche.

15-¿Sueles subrayar y anotar los libros que lees?

No solo los subrayo y tomo notas (en los márgenes y en las últimas páginas), sino que como tengo la deformación profesional de todo corrector, si hallo erratas, las señalo con resaltador amarillo o con el bolígrafo de tinta violeta con el que corrijo en la oficina.

16-¿Eres monógamo para leer o lees más de un libro a la vez?

Siempre he leído más de un libro a la vez. Recuerdo que, en Cuba, en aquella obsesión juvenil de leerlo todo, a veces tenía en mi mesa de noche hasta una decena de títulos. Justo es decir que algunos se iban quedando rezagados y nunca fueron terminados.

17-¿Qué libro estás leyendo ahora?

Acabo de terminar Paseo de la Reforma, de Elena Poniatowska, para comentarlo en un club de lectura al que me invitaron. En la oficina, en las últimas semanas he leído, además, El secreto de los cosmopolitas de Christoph Martin Wieland y selecciones de cartas de Mary Wollstonecraft y escritos de Edmund Gosse y de la Baronesa de Wilson; todos formarán parte de la colección Pequeños Grandes Ensayos, que trabajo para la UNAM. También estoy leyendo Monk, el más reciente poemario de mi amigo León Placencia Ñol, que presentaremos próximamente.

18-¿Con qué personaje literario te gustaría tomar un café?

Con Sor Juana Inés de la Cruz… ¡hasta unos mezcales! (para que me cuente lo de la marquesa).

19-Si pudieras quedarte a vivir en un libro, ¿en cuál lo harías?

Estoy entre Robinson Crusoe, con Paulina por supuesto, y La última noche que pasé contigo de Mayra Montero, también con Paulina.

20-Por último, si alguien quisiera iniciarse en la lectura y te pidiese ayuda, ¿qué diez títulos le recomendarías leer?

Todos los nombres o El año de la muerte de Ricardo Reis de Saramago, Un cuarto propio de Virginia Woolf, El aleph de Borges (la colección de cuentos), las tragedias de Shakespeare, aquellos primeros cuentos de Cortázar, La isla de los amores infinitos de Daína Chaviano, El libro de la risa y el olvido de Milán Kundera, La fila india de Antonio Ortuño y Ceniza en la boca de Brenda Navarro.