Actualizado: 15/04/2024 23:17
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EEUU, Corea del Norte, Trump

Corea 2017: ¿Cuba 1962?

La analogía entre la Crisis de los Misiles de Cuba en 1962 y la situación actual con Corea del Norte no parece rigurosa, según el autor de este artículo

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El poder desatado del átomo ha cambiado todo, excepto nuestros modos de pensar,
y así vamos a la deriva hacia catástrofe sin paralelo
Albert Einstein, 1946

El senador Ed Markey (D-MA) soltó ya que la tensión EEUU-Corea del Norte es a modern-day Cuba missile crisis. No se quedó atrás el senador John McCain (R-AZ) con que es a Cuba missile crisis in slow motion. Así y todo, la analogía no parece rigurosa. A diferencia de Cuba, Corea del Norte es un Estado nuclear cuentapropista sin apoyo de otra potencia[1]. A diferencia de Trump, Kennedy tenía razón suficiente para tachar de locura que dos jefes de Estado rivales “pudieran decidir el fin de la civilización”[2].

1962

Fidel Castro, por el contrario, expuso el 26 de octubre de 1962 a Jruschov que “la Unión Soviética no debe permitir circunstancias en las que los imperialistas puedan llevar a cabo un primer ataque nuclear contra nosotros”. Precisó que la invasión de Estados Unidos a Cuba “sería el momento para eliminar este peligro para siempre, en un acto de la más legítima autodefensa. Por dura y terrible que sea la solución, no habría otra”.

El contexto de la toma de decisiones en aquella crisis estaba marcado por la Guerra Fría entre las dos grandes potencias nucleares, con carrera armamentista que buscaba la ventaja decisiva por innovación tecnológica o ubicación estratégica. El Comandante en Jefe civil de EEUU encaró el problema de si podría superar con éxito la tesitura beligerante del Estado Mayor Conjunto, compartida por la mayoría de los líderes del Congreso y los asesores presidenciales. Kennedy sostenía en cambio que la guerra distaba más aún de ser racional si estallaba entre naciones poseedoras de armas nucleares.

A tal efecto subrayó en que la URSS podría responder a las acciones de EEUU contra Cuba atacando Berlín Occidental. Se desencadenaría entonces una escalada militar irreversible. Aunque el Estado Mayor Conjunto demandaba bombardeo masivo e invasión sin demora, Kennedy decidió limitarse en principio a un bloqueo naval[3]. También sostuvo que los misiles en Cuba no agravaban realmente la amenaza nuclear soviética, ya que Moscú tenía arsenal de sobra en su territorio para atacar a EEUU con saldo de 80-100 millones de víctimas. Alegó incluso that we don’t really have to invade Cuba, pues la Isla era apenas otra de esas dificultades con que EEUU vivía, tal y como la propia Unión Soviética y China. Pero sobre todo insistió en que usar armas nucleares implicaba el riesgo de perder rápidamente el control sobre ellas y consumar the final failure.

2017

Kim Jong Un parece estar más loco que Castro y el problema del Comandante en Jefe civil de EEUU estriba hoy en si podría encarar con éxito su propia tesitura beligerante —fire and fury like the world has never seen[4]— en medio de la irracionalidad agobiante de filtraciones y artimañas para sacarlo de la Casa Blanca. Al contrario del Estado Mayor Conjunto en la administración Kennedy, que entonaba “al combate corred”, Trump cuenta entre sus generales con el Secretario de Defensa James Mattis, exgeneral del Cuerpo de Marines, y con el asesor de Seguridad Nacional Herbert McMaster, exteniente general del Ejército, quienes muestran refinado talante político.

Mattis encaja, entre otros, el motete de Mad Dog, pero completó la licenciatura en historia (1971) y la maestría en asuntos de seguridad internacional (1994), amén de coeditar el libro Warriors & Citizens (Hoover Institution, 2016) sobre cómo los ciudadanos estadounidenses perciben a sus militares. McMaster tiene igualmente formación académica en historia y dio a imprenta su tesis de doctorado (Dereliction of Duty, Harper Perennial, 1997) sobre las mentiras de altos mandos militares y líderes civiles que condujeron a la escalada y derrota en la guerra de Vietnam.

A poco de tomar posesión, Trump afirmó que el arsenal nuclear de EEUU se mantendría at thetop of the pack. Al cierre del año fiscal 2015, la administración Obama reveló que EEUU disponía de 4.571 armas nucleares, pero top of the pack indica más bien calidad y esto presupone complejos sistemas computarizados. Así cambia dramáticamente el contexto de la toma de decisiones.

Las armas nucleares son parte de la llamada Internet of things y por ello arrastran los riesgos de generar falsas alarmas o ser hackeadas[5]. Aunque las fuerzas nucleares de EEUU suelen estar en day-to-day alert, entre la detección por satélite de misiles y su impacto en territorio americano el Presidente tiene apenas unos minutos para discernir una falsa alarma o dar la orden de launch under attack.

Pyongyang lleva detonados cinco artefactos nucleares desde 2006 y alardea de contar ya con ojivas estandarizadas —se estiman en hasta 60— para sus misiles digamos que intercontinentales. A las maniobras conjuntas EEUU-Corea del Sur de la pasada primavera, Kim Jong Un respondió con cuatro misiles lanzados al mar en ejercicio simulado de golpes nucleares contra bases americanas. Quedan expuestas no sólo aquellas en Corea del Sur y Japón, sino incluso —hasta ahora— en las islas estadounidenses del Pacífico.

La opción de ataque preventivo quirúrgico para decapitar al liderazgo norcoreano conlleva el riesgo de que Kim Jong Un haya clonado el sistema semi-automatizado ruso Perímetro, alias Mano Muerta, diseñado para lanzar misiles nucleares en represalia si no quedan sobrevivientes en el Kremlin. La opción menos riesgosa sería un cyberattack contra los sistemas de lanzamiento, pero Corea del Norte podría responder con armas convencionales y se malograría de todos modos la clave de solución del presidente sudcoreano Moon Jae in: que no estalle otra guerra en la península.

Coda

La analogía más rigurosa con la crisis de los misiles en Cuba sería ex post facto: EEUU y el resto del mundo tendrían que acostumbrarse a una Corea del Norte nuclear, tal y como EEUU se acostumbró a una Cuba desnuclearizada. De lo contrario, a Kim Jong Un no lo salva ni el médico chino. Aunque China acapare el 90% del comercio de Corea del Norte, ya sabemos que un embargo daría más o menos el mismo resultado que el impuesto a Cuba por EEUU. Y nadie sabe con qué replicaría ese rival que Trump describió como pretty smart cookie.


[1] Los demás Estados nucleares son EEUU, Rusia, China, Francia, Reino Unido, India, Pakistán e Israel.

[2] REEVES, RICHARD: President Kennedy: Profile of Power, Touchstone, 1994, 411.

[3] Al expresar su desacuerdo, el general Curtis LeMay, Jefe de la Fuerza Aérea, tiró incluso la puyita de que el bloqueo naval era una decisión “casi tan mala” como el Pacto de Munich (1938). Jospeh Kennedy, padre de JFK, había abogado por este pacto con Hitler siendo embajador americano en el Reino Unido.

[4] El arma nuclear más ordinaria (W76) del arsenal estadounidense tiene la fuerza explosiva —unos 100 kilotons (100.000 toneladas de TNT)— de cinco bombas Fat Man (Nagasaki).

[5] En 2010, 50 misiles Minuteman con ojivas nucleares y dentro de silos soterrados en Wyoming “desaparecieron” por casi una hora de los monitores de sus respectivas dotaciones de lanzamiento (“Why Our Nuclear Weapons Can Be Hacked”, The New York Times, 14 de marzo de 2017).


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