Actualizado: 23/04/2024 20:43
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EEUU, Trump, Coronavirus

Coronavirus y violencia

A la angustia por el coronavirus se ha unido la política vacilante, engañosa y tergiversada del presidente Trump

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La pandemia causada por el covid-19 no es solo una amenaza letal a la salud de millones en Estados Unidos. También un peligro creciente que puede desencadenar conductas irracionales que lleven a la violencia.

La escasez de artículos, el deterioro de los servicios y, en fin, la recesión económica con sus consecuencias de desempleo y pobreza —surgidas con la plaga— podrían ser los factores desencadenantes de una crisis de graves consecuencias.

Las señales ya han surgido, pero como al inicio de la propia epidemia, las alertas no están siendo atendidas. Algunas pueden parecer aisladas, insignificantes y hasta normales ante la situación reinante, pero no por ello dejan de ser un aviso.

El principal especialista en enfermedades infecciosas del gobierno, el Dr. Anthony Fauci, está bajo protección de seguridad federal luego de recibir amenazas y transcendió que se había convertido en un objetivo de ataque para algunos fanáticos partidarios de Donald Trump, de acuerdo a Político.

En las últimas semanas han circulado en las redes sociales y sitios en internet de la ultraderecha una serie de teorías conspirativas sobre el Dr. Fauci y sus opiniones científicas, que en determinados momentos han diferido de lo expresado por el presidente.

No ha detenido a los extremistas el hecho de que el médico y el presidente aparezcan juntos en conferencias de prensa, y que dichas discrepancias —destacadas por los medios— no se traduzcan en un fiero antagonismo.

El ejemplo sirve para señalar como el clima de polarización extrema del país —anterior al surgimiento del covid-19— se ha incrementado peligrosamente con la epidemia.

Las referencias al “virus chino”, los llamados al “sacrificio” de los ancianos para no detener la economía y el echar culpas sin pruebas a los gobernadores demócratas o a la anterior administración son otras muestras de ese pensamiento torcido, que con mayor o menor énfasis ha sido practicado dentro y fuera de la Casa Blanca: desde el propio presidente y funcionarios de su gobierno hasta sus simpatizantes más combativos.

A la angustia por el coronavirus se ha unido la política vacilante, engañosa y tergiversada del presidente frente a una epidemia que irrumpió en un país que en los últimos tres años —y desde el punto de vista político— ha vivido una situación que en más de una ocasión se ha caracterizado de ”anómala”; donde el mandatario —con una mezcla de impetuosidad y autobombo— ha roto las normas establecidas no para crear otras nuevas sino con el fin de mantener una especie de caos e incertidumbre desde el cual maniobrar con éxito y destreza. Aunque ello siempre ocurrió en un entorno de normalidad.

Sin embargo, ¿resulta válida dicha estrategia e iguales maniobras tácticas frente a una grave crisis nacional?

Algunos detalles:

Un día después de que en enero EEUU confirmara su primer caso de coronavirus, desde el Foro de Davos Trump aseguró que la situación estaba controlada.

“Es solo una persona que vino de China y lo tenemos bajo control. Todo va a estar bien”, afirmó en una entrevista con la CNBC.

Pasaron los días y pese a los llamados de alerta de expertos y funcionarios gubernamentales, Trump insistió en que el virus iba a “desaparecer como un milagro cuando llegara el calor”, de acuerdo a la BBC.

“El riesgo para los estadounidenses sigue siendo muy bajo. Cuando tienes 15 personas… en un par de días va a bajar y acercarse a cero. Es muy buen trabajo el que hemos hecho”, dijo Trump el 26 de enero, también de acuerdo a la BBC.

Ahora el presidente afirma que la muerte de 100.000 o 200.000 estadounidenses sería simplemente un indicador de que se ha hecho un buen trabajo

“Si podemos contener eso, como decimos, a 100.000… todos, juntos, hemos hecho un muy buen trabajo”, señaló Trump en su conferencia de prensa del pasado jueves, según Politico.

Difícil ante cifras tan disímiles aplicar el mismo calificativo de “buen trabajo”; una frase que Marx hubiera envidiado. (Groucho.)

¿Cómo tapar lo mal hecho?

No han faltado las justificaciones y la apelación al hecho de que se trata de un fenómeno imposible de predecir, inesperado y que ante ello las soluciones se hallan sobre la marcha.

Solo que a veces estas justificaciones pueden adquirir un carácter peligroso.


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