Actualizado: 28/03/2024 20:07
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El «cisne negro»

Los eventos del “cisne negro” se caracterizan por su extrema rareza, su impacto severo y la insistencia generalizada de que eran obvios en retrospectiva

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El apocalipsis llegó por donde nadie lo esperaba. Hollywood produjo decenas de películas narrando un apocalipsis epidémico, pero generalmente las víctimas eran convertidas en zombis hambrientos de las carnes, y en especial de los cerebros, de los que aún permanecían sanos, ni los más arriesgados cineastas optaron por una simple, es un decir, epidemia que se limitara a provocar dolores de cabeza, fiebre, problemas respiratorios, y otros síntomas no siempre presentes como la pérdida del sentido del gusto y su imprescindible compañero: el olfato.

Esta pandemia es el actual cisne negro, nada que ver con El lago de los cisnes de Tchaikovsky con su malévolo ‘cisne negro’, sino con otro malévolo que resulta por definición: “un evento impredecible que está más allá de lo que normalmente se espera de una situación y tiene consecuencias potencialmente graves. Los eventos del cisne negro se caracterizan por su extrema rareza, su impacto severo y la insistencia generalizada de que eran obvios en retrospectiva.”[1]

Nadie previó que un infinitesimal ser sería capaz de paralizar a todo el planeta como podría hacer una invasión alienígena llegada desde un lejano planeta, otro tema recurrente de la ciencia-ficción, pero en este caso nada de ficción y bastante de ciencia, habíamos olvidado que el virus de la influenza H1N1 que sufrió una mutación en un puerco y de ahí saltó a los seres humanos y a gatos y perros, había generado la pandemia conocida como la ‘gripe española’ y, según diversos estimados, mató entre 20-50 millones de personas, la mayor parte jóvenes, adultos y niños saludables.

Más recientemente las epidemias de SARS en 2003 y MERS en 2012 aunque no arrojaron tan trágicos resultados fueron una especie de preludio o un aviso a lo que ha ahora nos enfrentamos, pero los pasos que se dieron en esos momentos para desarrollar una vacuna fueron abandonados, si se hubiesen continuados, pero no era económicamente atractivo, hoy tendríamos un camino recorrido en el logro de una vacuna para combatir el SARS-CoV-2 íntimamente vinculado a los coronavirus que produjeron las anteriores epidemias.

Lo que hoy estamos combatiendo era totalmente predecible ya que, como nos dice la definición más arriba, era obvio en retrospectiva que en algún momento un nuevo virus saltaría de algún animal y enfermaría a los humanos, un virus con unas características que lo harían especialmente trasmisible y que generaría una enfermedad con una alta morbilidad, que es el caso del covid-19. Pero el SARS-CoV-2 ha presentado un espectro inesperado de variables que van desde el paciente asintomático a aquel que muere a pesar de todos los intentos de la ciencia de salvarlo.

Para los médicos y científicos este virus ha generado una amalgama de incógnitas y están muy lejos de entender su funcionamiento al atacar a los seres humanos, su comportamiento al infectar a una persona puede variar desde una afectación a los pulmones o a los riñones, o generar coágulos que pueden afectar lo mismo las piernas que el cerebro del paciente.

La otra resultante de este ‘cisne negro’ es la reacción de la población y los gobiernos a la única opción viable para reducir o evitar los contagios con su resultante de la proliferación de víctimas; las medidas restrictivas han generado pérdidas económicas, masivo desempleo, prohibiciones de movimiento, desabastecimiento y un sin número de consecuencias que han trastornado la vida económica del país y de los individuos.

Los paliativos económicos decretados por el gobierno han tenido poco o ningún efecto en la población ya que los estímulos se han canalizados a las grandes corporaciones con suficiente influencia a nivel federal para lograr esos resultados que han dejado a las pequeñas y medianas empresas sin ningún beneficio lo cual ha contribuido a incrementar el número de desempleados. Por otra parte, la distribución de la ayuda a los individuos ha sido lenta y no ha tomado en cuenta un importante sector de la población: los indocumentados, que, aunque han contribuido a la economía del país, y también han pagado impuestos, simplemente han sido ignorados.

En el estado de Florida se ha generado otro problema y ha sido el colapso del sistema para presentar las reclamaciones por desempleo, la puesta en marcha de este sistema les costó a los contribuyentes $77 millones durante el gobierno de Rick Scott; es difícil entender cómo el poner en funcionamiento el sistema pudo costar esa cantidad de dinero y después colapsar cuando se tuvo que enfrentar a las demandas de los floridanos desempleado. Se dice que fue confeccionado con tal complejidad que haría difícil el que los desempleados presentasen sus reclamaciones, aceptemos que en ese sentido tuvo un buen resultado.

Ahora se dice que el arreglo de este sistema costará otros $100 millones, otra cifra difícil de imaginar que sea necesario para cumplir esa tarea, pero lo cierto es que las afectaciones económicas que esta situación ha producido, y que todo indica que seguirá produciendo, recaen sobre las familias afectadas por el cierre de las diferentes empresas y entidades que han sido perjudicadas por las restricciones necesariamente impuestas a la libre circulación y reunión.

El ‘cisne negro’ ha traído a la palestra un conflicto de primer orden que viene dejándose ver desde los inicios de la crisis generada por la pandemia: la forma de combatir la pandemia vs el interés económico comprometido por esa forma de combate. Queda en manos del canto del cisne la solución de esa contradicción al parecer insoluble.


[1]https://www.investopedia.com/terms/b/blackswan.asp


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