Actualizado: 02/05/2024 23:14
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Venezuela

Los tanques y el voto

Instalado en la amenaza, Hugo Chávez vende la idea de la guerra si sus candidatos no ganan las elecciones regionales.

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El 23 de noviembre próximo se perfila como un día fundamental en la historia actual de Venezuela. En esta fecha se pondrán en juego 22 puestos de gobernadores y 326 de alcaldes, entre otros cargos. De sus resultados dependerá si el presidente Hugo Chávez intenta otra maniobra para revertir la decisión popular contra su perpetuación, en el referendo del 2 de diciembre pasado.

A partir de una victoria aplastante, Eduardo Semtei, ex jefe del Consejo Nacional Electoral, señala la posibilidad de que Chávez recoja firmas para lanzar una consulta popular sobre una sola pregunta: "¿Está usted de acuerdo con la reelección indefinida del presidente?".

Conocedor de que goza de más del 50% de aceptación en el país, la campaña personal de Chávez busca, por otra parte, suplantar a sus candidatos y dar la imagen de que es el propio mandatario quien se postula en cada uno de ellos.

Sin embargo, se vive una situación dicotómica, una suerte de "Chávez sin chavismo", "en la que el presidente no consigue trasladar la fuerza que posee a sus candidatos y a su proyecto de país", argumenta Semtei.

Mientras el ex golpista mantiene un cúmulo considerable de seguidores (se dice que por su carisma), mucha gente desaprueba su gestión, está a favor de la propiedad privada, se opone a cortar las relaciones con Estados Unidos y rechaza que el gobierno siga el ejemplo de Fidel Castro, expresó una encuesta de Datanálisis.

Se da también el caso donde simpatizantes de Chávez anuncian que votarán por alguien fuera de su círculo político. Regularmente, la opinión pública critica la corrupción e ineficiencia de los candidatos oficialistas.

El jefe de Miraflores pretende, sin embargo, ganar todas las gobernaciones, lo que implica recobrar las dos que obtuvo la oposición en 2004 y las cinco que detentan los llamados "disidentes del chavismo". Los sondeos entregan entre 3 y 7 gobernaciones a sus "enemigos", como Chávez denomina a sus contrarios políticos.

Las injurias

Quizá en la persona de Manuel Rosales puede describirse hasta dónde es capaz de llegar Chávez en su arsenal de injurias, su principal herramienta, junto con la amenaza. Rosales, ex candidato a la presidencia, es el gobernador de la importante región de Zulia, por donde se presenta a la reelección.

Recientemente, Chávez le despachó: "Estoy decidido a meter preso a Manuel Rosales (…) sépalo el Zulia y Venezuela, porque una calaña como esa debe estar en prisión, no puede estar suelto".

Además, le atribuye, entre una ancha gama de delitos, un complot por el cual, según Chávez, él no asistió a la Cumbre Iberoamericana de El Salvador.

Rosales, que por cierto no le responde con flores, asegura que los ataques tienen que ver con su ventaja de 30 puntos sobre su más cercano competidor, y añade que la "guerra sucia orquestada en su contra por el presidente Chávez", lejos de debilitar sus opciones, las ha fortalecido.

Contra Rosales el ex golpista utiliza un nivel de descalificaciones que, aunque parezca elevado, no alcanza su cúspide.

Entre el voto y la guerra

Lo que Chávez intenta inculcarle al electorado es que será el caos y el fin del mundo si sus candidatos no ganan. Entre las más duras amenazas del mandatario se muestra que, si la oposición vence en las gobernaciones y alcaldías claves, se desatará la guerra en Venezuela.

En uno de sus programas radiales (la oposición lo acusa de usar dineros estatales para sus campañas políticas), subrayó: "…si ello llegara a ocurrir y logran montar allí gobernadores y alcaldes, el próximo paso es la guerra, porque ellos vienen por mí…".

Y más recientemente retornó sobre el punto, pero con chantaje intimidatorio aún más procaz: "En el supuesto que la oligarquía tome la gobernación de Carabobo, en ese supuesto, el año que viene sería un año de guerra, ellos quieren tumbarme y no voy a permitir que me tumben. Mario Silva es la garantía de la paz y la oligarquía la garantía de la guerra, escojan ustedes el camino".

En este mismo discurso agregó que si la oposición, a través de Enrique Salas Feo, gana la gobernación de Carabobo, sacaría los tanques para defender el pueblo. "Patria o muerte es la consigna", dijo.

Semejante violencia discursiva devela su objetivo principal: arrasar en estos comicios, articular un nuevo referendo y mantenerse en el poder.

Otras embestidas

También se desboca Chávez cuando califica a ex aliados, como los partidos Patria para Todos y Comunista de Venezuela. En un solo día, el 11 de octubre pasado, el presidente les dijo traidores, contrarrevolucionarios, mentirosos, desleales y divisionistas. Y como colofón: "¡Van a desaparecer del mapa político! Yo me voy a encargar de eso, tengan la seguridad".

El pecado de ambas organizaciones fue desgajarse de la Alianza Patriótica de Chávez, que gravita alrededor del Partido Socialista Unido de Venezuela, y colocar a sus propios candidatos.

No sería ocioso recordar que la campaña tuvo como preludio la inhabilitación preferencial de importantes figuras de la oposición que participarían en las elecciones. Presuntos delitos que no han sido juzgados fue la justificación para sacarlos de la liza.

Moderado optimismo y alerta de fraude

Incapaz hasta ahora de una unidad que ofrezca confianza a amplias capaz de la población y sin garra para capitalizar el no del referendo de diciembre de 2007, la oposición clásica venezolana podría rebasar sus resultados de 2004, pero no mucho más.

¿Hasta dónde, sin embargo, pueden llegar los candidatos de la disidencia? Esta pregunta sólo se responderá el 23 de noviembre venidero, pues convergen aquí factores complejos y entretejidos.

Entretanto, habría que concordar con Luis Lander, jefe de la ONG Ojo Electoral, en que un buen por ciento de la fuerza de Chávez radica en que estas elecciones se celebran con una oposición errática y dividida, la cual, además, no se movilizó ante las inhabilitaciones.

En fin, que sólo un arroyo profundo que cruce la conciencia ciudadana puede provocar un gran descalabro para el régimen populista en Venezuela. Pero esa misma conciencia debe velar, como advierte el diario El Nacional, para que no se produzca un fraude masivo contra el voto del pueblo.


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