Actualizado: 28/03/2024 20:04
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EE UU-México

Recomendaciones con sentido común

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El verano pasado fue caliente a todo lo largo del Río Grande. La violencia relacionada con el tráfico de drogas y la inmigración ilegal ha tensado aún más las relaciones entre México y Estados Unidos. En los estados de este último país que tienen frontera con México, se han incrementado los sentimientos antimexicanos. Los aztecas replican a esto señalando que las drogas van allí donde los consumidores las necesitan, y que el gobierno de Bush no ha creado ninguna reforma migratoria. Desafortunadamente, aplacar estos sentimientos de frustración no será nada fácil.

A finales de julio, Nuevo Laredo —que está a sólo unos pasos desde Laredo caminando por el Puente Internacional No. 1— estuvo en el ojo de esta tormenta. Después de que bandas de contrabandistas de drogas crearan una verdadera guerra entre ellos, en la que se emplearon granadas y cohetes, el embajador Tony Garza cerró temporalmente el consulado estadounidense allí.

Nuevo Laredo es el punto fronterizo por donde pasa la mayor cantidad de productos a Estados Unidos. El amplio volumen comercial proporciona una cobertura sin par al contrabando de drogas. Los comentarios del embajador acerca de que cerrar el consulado fue una maniobra concebida para castigar a México sólo ha servido para complicar aún más las cosas.

Estado de emergencia

Dos semanas más tarde, los gobernadores Bill Richardson (de Nuevo México) y Janet Napolitano (de Arizona), declararon el estado de emergencia en varios condados fronterizos. Recientemente, el secretario de Seguridad Nacional, Michael Chertoff, anunció que se llevaría a cabo una cooperación más cercana con los estados fronterizos para reforzar el cumplimiento de la ley. Luego, el presidente Bush prometió en Arizona y California hacer una campaña nacional para asegurar las fronteras de la región. Sin embargo, no mencionó su propuesta al margen de otorgar el estatus de trabajadores temporales a millones de inmigrantes indocumentados que ya están aquí.

En dos ocasiones anteriores, las relaciones entre México y EE UU han sufrido a causa del tráfico de drogas: en 1985, cuando un agente de la DEA fue asesinado en México; y en 1997, cuando se descubrió que el más alto oficial de los cuerpos mexicanos de lucha contra la droga había sido sobornado por el cartel de Ciudad Juárez. Las tensiones políticas no duraron mucho en aquel entonces, ni tampoco afectaron otras áreas de las relaciones bilaterales. Todavía está por ver cómo se solucionará la crisis actual.

Vicente Fox asumió la presidencia de México prometiendo acabar con la criminalidad y la inseguridad nacional. Para lograrlo, creó una nueva división entre los cuerpos encargados de velar por el cumplimiento de la ley que terminó siendo un desastre. Las guerras territoriales, el no compartir la información entre ellos y las envidias de diversa índole, muy a menudo han anulado los esfuerzos para combatir el crimen organizado y los carteles de la droga.

Aun los bien concebidos programas, como "México seguro", que apuntan a depurar los cuerpos policiales de corrupción, sólo han puesto en evidencia las profundas complejidades del problema. De 800 agentes de las fuerzas élite de Nuevo Laredo, apenas 300 están realmente capacitados para pertenecer a éstas.


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