Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Francia

Ségolène Royal: entre conservadurismo y cambio

De convertirse en Presidenta, la candidata socialista sería el fin de lo que en Francia se conoce como la 'República monárquica'.

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Podría afirmarse que tras el reinado de Caterina de Medicis ninguna mujer ha ejercido el poder en Francia de manera plena.

Luego, desde la corte de Luis XIII y los inicios de la Ilustración hasta la Revolución francesa, la mujer ejerció un poder de influencia considerable en el ámbito de las letras y de la cultura en general.

Durante ese tiempo la sociedad francesa elaboró un modo de vida en el que el arte de la conversación significó la característica principal. Tomado el principio como un divertimiento, rápidamente fue adquiriendo el rango de rito que distinguía la sociedad mundana, y se fue orientando hacia la reflexión filosófica y científica, así como hacia el debate de ideas. Se practicaban códigos de refinamiento y de buenas maneras y un ideal de perfección estética que les ganó a las mujeres el apodo de "preciosas ridículas".

Molière, para burlarse de ellas, se encargó de ridiculizarlas en Les femmes savantes.

Se forjó de hecho un espacio de libertad distanciado de la Corte en el que las mujeres jugaban un papel de primer orden. Ellas pusieron a la disposición de filósofos y escritores los salones de sus palacios. Surgieron así los salones literarios. Se pueden invocar los nombres de Madame de Lafayete, Madame de Sevigné, Madame du Deffand, Madame du Chattelet, de la cual al morir, Voltaire dijo que había perdido su mejor amigo, cuyo único defecto fue no haber nacido hombre.

Un largo camino

Las mujeres enfrentaron el terror desatado durante la revolución francesa. Charlotte Corday decide apuñalar a Marat, el teórico de la violencia, asqueada de tanto misticismo asesino. Muchas murieron decapitadas. Desde entonces, se puede decir que en Francia la mujer ejerció el poder detrás del trono o el contrapoder.

Es conocida la influencia de Madame de Gaulle en el estilo austero de la presidencia de su marido. También el papel de eminencia gris jugado por Marie-France Garrot en la ascenso al poder de Jacques Chirac, quien aparentemente no poseía las condiciones para ello. Es cuando acaece el ciclo que abre el mes de mayo de 1968, que irrumpe el movimiento de liberación de la mujer. La rebelión tiene por objeto arremeter contra la vetustez del código napoleónico, que le negaba incluso a la mujer casada disponer de una chequera a su nombre.

El presidente de centro-derecha Valery Giscard d'Estaing pondrá en manos de Simone Veil, magistrada, sobreviviente de un campo de concentración nazi, la tarea de proponer la ley que despenalice el aborto, adoptada gracias al voto de la izquierda. El movimiento de liberación de las mujeres crece en influencia y opera cambios radicales en las mentalidades. El gobierno de Mitterrand incorpora a cargos ministeriales claves a mujeres; incluso, nombra a Edith Cresson Primer Ministro, primera mujer en ejercer el cargo. El gobierno de Lionel Jospin instaura la ley de la paridad entre mujeres y hombres en los cargos de elegibilidad política.

Ségolène Royal: un progresismo conservador

Es en este humus, producto de varios siglos de empeño por parte de aquellas que la antecedieron, que surge la figura de Ségolène Royal. Al igual que Jacques Chirac, Lionel Jospin, Michel Rocard, Laurent Fabius, Royal es egresada de la ENA (Escuela Nacional de Administración).

Interesada desde sus inicio por las cuestiones sociales, fue consejera en este rubro de François Mitterrand. Royal emprende su carrera política haciéndose elegir como presidente de una región, cobrando así una legitimidad política ante su partido y ante toda la clase política. Desde que anunció la posibilidad de su candidatura a la presidencia de la República, ha empleado un discurso que se caracteriza por una libertad de tono, que de hecho se contrapone al discurso hiperideológico de su propio partido.

Madre soltera de cuatro hijos, Ségolène Royal es anticonformista en la manera y la justificación de las medidas que propone; y se le podría tildar de conservadora por el objetivo que persigue, que es el de buscar el bien común de todos, pero evitando crear rupturas y traumas. Su actitud oscila entre la voluntad de cambio del cual la sociedad francesa es consciente y la preservación del sistema. En ese sentido, Royal es una fiel representante de la mentalidad francesa, mayoritariamente progresista a la vez que conservadora.

Lo que es cierto es que tanto Ségolène Royal como Nicolas Sarkozy, el posible candidato de la derecha, tienen en común pertenecer a una generación que nació después de la segunda Guerra Mundial y que no comparte los valores de la clase política que les antecede.

Cualquiera de los dos que sea elegido como presidente, significará el fin de a lo que en Francia se le llama la "República monárquica".