Actualizado: 28/03/2024 20:07
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CELAC

¿Será exitosa la CELAC?

Queda pendiente la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, países enfrascados en una confrontación tan absurda, que en diciembre se pueden comprar las manzanas yanquis en la Isla

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“Esta integración no puede ser contra nadie; ni contra la OEA (Organización de Estados Americanos), ni contra la Cumbre Interamericana” definió Juan Manuel Santos, presidente de Colombia. Una aclaración muy importante, pues fundamentalmente desde el ALBA se ha enfatizado públicamente en la no participación en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) de Canadá, pero fundamentalmente de Estados Unidos, y los pasos para eliminar a la agrupación de Las Américas, fundada en 1948 y con sede en Washington DC.

La unidad en la diversidad, un audaz empeño de mandatarios dispuestos a sobrepasar las diferencias político-ideológicas, las añejas confrontaciones y el reclamo territorial, para que su gestión sea recordada por la elevación de la calidad de vida de sus pueblos, el continuo ascenso del desarrollo en tiempos de fuerte crisis económica internacional, el enfrentamiento a las devastadoras consecuencias de los desastres naturales y la cooperación para eliminar la narcoguerrilla, el narcotráfico, la inseguridad ciudadana y la corrupción.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se constituyó por los dignatarios participantes en la Tercera Cumbre de Jefes de Estados y de Gobierno del área, efectuada en Caracas, los días 2 y 3 de diciembre, bajo la presidencia de Hugo Chávez y con la participación de representantes de los 33 países posibles. Condición indispensable para su fluido transcurso era mantener una disposición hacia el diálogo, con respeto a las opiniones diversas e incluso divergentes, sobreponiendo los criterios e interés comunes. Esto se logró paradójicamente cuando en Cuba se celebraba el 55 aniversario del desembarco de los expedicionarios del yate Granma, que comandados por Fidel Castro lograron el triunfo de la revolución el 1 de enero de 1959, o sea 53 años atrás. Largo curso de frustración de las esperanzas del pueblo cubano que masivamente la apoyó y de duro recuerdo para los latinoamericanos y caribeños, que afrontaron las aventuras guerrilleras y otras formas de intervención clandestina auspiciadas desde la Mayor de las Antillas.

Los altisonantes planes acometidos por los gobiernos populistas en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, han penetrado a través de programas humanitarios de salud y educación respaldados por Cuba y por la venta barata de petróleo y gas venezolanos. La Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) pretendía subvertir la la realidad latinoamericana, pero esta ha sido mucho más fuerte y parece que los intereses políticos y económicos están primando.

Más allá de la Declaración de Caracas, el Plan de Acción para 2012 y los Procedimientos con las bases para el funcionamiento orgánico de la CELAC, comprendidos entre los 22 documentos acordados, poseen singular valor las opiniones expresadas por sus miembros mediante palabras respetuosas, eludiendo la fuerte confrontación. La designación de las sedes a Chile en 2012 y Cuba en 2013, denotan la sagacidad de la alternancia político-ideológica, pues el primero desempeña la secretaría pro tempore, al tiempo que la Troika está compuesta por Hugo Chávez, Sebastián Piñera y Raúl Castro. También se prevé Costa Rica como sede en 2014.

Sebastián Piñera, al recibir de Chávez la secretaría, expresó: “partimos con diferencias de opiniones… trabajando para la libertad, el respeto de los derechos humanos, la justicia y, sobre todo, amor a nuestros pueblos…, podemos acercar posiciones”. Sin embargo, el camino no será fácil y parece flotar la incertidumbre entre los mismos artífices del empeño. Según manifestara el presidente de Uruguay José Mujica “esta no es una lucha por una utopía. Es una lucha por ser o no ser. …Tener el poder disuasivo de andar juntos. De lo contrario seremos una hoja al viento.” Mientras en la inauguración, el mandatario mexicano Felipe Calderón destacó que “esta es la hora y esta es la década de América Latina, por eso debemos apresurarnos a la integración económica… para nuestro crecimiento y prosperidad.” También mencionó que la aspiración de integración y unidad política, económica y social tiene que ser ejemplo de “la democracia a que aspiramos todos, con paz y respeto a los derechos humanos”.

Por su parte, la brasileña Dilma Rousseff destacó la importancia estratégica y geopolítica de la región, así como del respeto a la independencia y la soberanía nacional para lograr la verdadera unidad. En contraposición, no pudo faltar la nota agresiva del ecuatoriano Rafael Correa al arremeter contra la OEA y los medios de prensa nacionales e internacionales, y la reiteración por Evo Morales de la demanda boliviana de acceso al mar en su diferendo de más de un siglo con Chile. Aunque la televisión cubana presentó extractos de las intervenciones de algunos dignatarios, en los medios informativos cubanos la relevancia estuvo en los antecedentes de Fidel Castro clamando por la integración, así como en los discursos de Raúl Castro y Hugo Chávez.

La gran asignatura pendiente es el avance en la normalización de las relaciones de Cuba con Estados Unidos; confrontación tan absurda como que en diciembre se pueden comprar las manzanas yanquis en la Isla, llegadas directamente de ese país a pesar del embargo-bloqueo. Sin embargo, mientras el Gobierno cubano persista en mantener prisionero a Alan Gross, continuará la guerra fría particular, más aún cuando se está en un año electoral y la cuestión cubana constituye un fuerte asunto de política interna en el decisivo estado de Florida. Es una verdadera lástima que los legisladores cubanoamericanos no estén imbuidos del espíritu innovador de esta época, pues los contactos entre nuestras sociedades serían para beneficio del pueblo cubano y la satisfacción como seres humanos del hermano pueblo norteamericano.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños está colocando sus cimientos. El presidente Raúl Castro ha atribuido a la creación de la CELAC una gran trascendencia histórica, según informó la televisión cubana. El Gobierno debería adecuarse al progreso de estos tiempos mediante la realización cuanto antes de los cambios políticos, económicos y sociales radicales imprescindibles en Cuba.


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