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Actualizado: 23/04/2024 20:43

Fidel Castro, Kennedy, Asesinato

Agente de Castro mató a Kennedy, según diario secreto

Quedan sin desclasificar unos 3.600 documentos más sobre el asesinato de Kennedy, incluso de oficiales en operaciones contra Castro como Bill Harvey, David Atlee Phillips, Anne Goodpasture, Howard Hunt, David Sánchez-Morales y George Joannidess

La prueba concluyente de la conexión de Fidel Castro con el asesinato del presidente Kennedy acaba de llegar por dónde menos se esperaba: el diario secreto de un oficial de la inteligencia estadounidense, Douglas Bazata (1911-99), quien revela cómo otro de la misma camada, su amigo Rene Dussaq (1911-96), montó la Operación Hydra-K para cobrarle a JFK la falta de respeto a Castro.

Así queda demostrado en Target JFK (Regnery History, 2016), de Robert Wilcox*, que ya salió a la venta ($22.79 en tapa dura, $9.99 en Kindle) y conmueve a todos con que Dussaq llamaba “Boss” a Castro, pero insistía en que no podía filtrarse su rol en una conspiración resumida por el propio Dussaq a Bazata de este modo: “We will kill your Kennedy [because he] had authorizing the killing of Castro”.

Hasta ahora el Dr. Brian Latell y otros habían presentado la adoración a Castro y la animosidad contra Kennedy como la motivación criminal de Oswald, quien tuvo algún contacto con gente de Castro en Los Ángeles (1959) y Ciudad México (1963), pero la misma motivación es mucho más sólida en Dussaq por su ascendencia cubana y la atracción irresistible que su personalidad —según Wilcok— debió ejercer sobre Castro, ya que Dussaq deja chiquito al anunciante de la cerveza mexicana Dos Equis.**

Operación Hydra-K

Dussaq y Bazata eran oficiales de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS, por sus siglas en inglés), precursora de la CIA. Bazata asevera que Dussaq actuó después como doble agente leal a Castro. La invasión de Bahía de Cochinos, por ejemplo, fracasó entre otras cosas porque Dussaq tenía a Castro al tanto de todo. Así mismo tenía luces largas, porque ya en 1961 escogió a Dallas como escenario del atentado a Kennedy, tras ponderar la corrupción policial y el resentimiento contra el Presidente que allí reinaban. Bazata precisó en su diario que:

  • Dussaq había discutido con él, en el hotel Tremoille de París, diversos aspectos del atentado, que se ensayó en “áreas remotas de Europa”. Bazata notificó el complot por lo menos a seis altos oficiales de la CIA, pero nadie escuchaba.
  • Los francotiradores fueron cinco: el propio Dussaq, Lee Harvey Oswald, un tal Piatogorsky y dos hitmen de la CIA, cada cual con su respectivo “ángel” y todos con guantes y máscaras para burlar la prueba de parafina en caso de ser arrestados. Se dispuso también de tiradores de reserva y de grupos de apoyo encargados de evacuar al personal apostado, recoger las armas y demás rastros incriminatorios, así como desinformar a la policía con gritos e indicaciones falsas.
  • Dussaq no quería a Oswald en el equipo, por considerarlo un exmarine inestable, pero tuvo que meterlo por órdenes de arriba. Urdió entonces el plan alternativo —“brillante”, según Bazata— de usar a Oswald como chivo expiatorio. Además de contar con cinco dobles de Oswald, Dussaq dio a éste balas de salva.
  • Los disparos fueron cuatro. Al entrar la caravana presidencial a Dealey Plaza, a eso de las 12:30 del viernes 22 de noviembre de 1963, Oswald hizo el primero y se percató de que era de salva; cambió el cargador y disparó por segunda vez, desde posición elevada por detrás de Kennedy. A larga distancia y de frente, pero sin que Bazata puntualice dónde, Dussaq efectuó el disparo fatal a la cabeza de Kennedy; casi al mismo tiempo, uno de los hitmen de la CIA disparó también a la cabeza, pero desde atrás, sin que Bazata precise tampoco la posición exacta.
  • Dussaq salió enseguida de Dallas y escapó a México por mar en embarcación privada. Los demás se quedaron en Estados Unidos, al amparo de sólidas coartadas excepto Oswald.

No debe asombrar que por ningún lado aparezcan indicios de Dussaq en contacto con Castro o sus agentes ni con Oswald. La pasión por la excelencia de Dussaq justifica que no dejara ni rastro, así como haber preparado las cosas en Dealey Plaza “almost two weeks” antes del paso de Kennedy. Esto da idea de hasta dónde llegaron a meterse las cabezas de la hidra, porque todavía el miércoles 20 de noviembre de 1963 The Dallas Morning News seguía dando un recorrido de la caravana presidencial que no pasaba por allí. Agentes de la policía, como el sargento Sam Bellah, y hasta del Servicio Secreto, como Gerald Behn, atestiguaron que la ruta se cambió la víspera.

Bazata anotó en su diario que la invasión de Girón había animado a Dussaq a pasarse al bando de Castro y esto confirma la obsesión que ambos compartían. Castro y Dussaq persistieron en matar a Kennedy a pesar de que este tomó la decisión de que no intervenir militarmente ni en Girón (1961) ni en la Crisis de los Misiles (1962), amén de ordenar al FBI y otras agencias federales las redadas de la primavera de 1963 que tanto encabronaron a los exiliados. Muchos tacharon abierta y públicamente a Kennedy de traidor, entre ellos Miró Cardona, al renunciar en abril de 1963 a la jefatura del Consejo Revolucionario de Cuba (CRC), y Orlando Bosch en su panfleto La tragedia de Cuba (1963).

Enigma para un domingo

Sin embargo, Wilcok no se guía tan solo por el diario de Bazata, sino también porque una carta a este último, fechada en julio de 1977 por el agentón OSS/CIA Lucien Conien (1919-98), refiere advertencias de Bazata sobre la Operación Hydra-K antes del asesinato. Bazata confesó haber propiciado el asesinato (diciembre 21, 1945) del general George Patton; Conien montó el golpe de Estado a Ngo Dinh Diem, presidente de Vietnam del Sur, que culminó con su asesinato (noviembre 2, 1963). No cabe en la lógica humana que estos insiders recurrieran a papelitos encubridores de otra conspiración real.

Además de la carta precitada, una entrada en el diario de Bazata, también de 1977, indica que un tal Mark llamaba por larga distancia a otro tal José Antonio Cabarca, exiliado cubano que salió a relucir públicamente hacia 1992, al desclasificarse el informe de la estación de la CIA en Ciudad México a la estación hermana en Miami (JMWAVE) y a Langley sobre la llamada por teléfono en que Cabarca soltó —el domingo 24 de noviembre de 1963 a un ex alto funcionario batistiano exiliado en Miami: Emilio Núñez Portuondo (1898-1978)— que la muerte de JFK traía su causa de un plan de Castro y Bobby Kennedy sería la próxima víctima.

Wilcok explica que Bazata pudo enterarse 15 años antes de la desclasificación ya solo por Dussaq y en virtud de la propia conspiración. El complot se torna entonces más brillante: amén de haberse incluido a Oswald, se pasó la intel de que Castro estaba detrás a una “oscura figura” —apud Wilcox— del exilio batistiano. A través de sus contactos en la CIA, Bazata no pudo saber antes de Cabarca, porque solo un tal Phillips revisó al día siguiente en JMWAVE el informe sobre la llamada y la nota marginal en la hoja de trámites de la CIA reza: This call was heard by lots of people.

Al igual que el Dr. Brian Latell y otros, Wilcox espera que —entre los documentos de inteligencia aún clasificados sobre el asesinato de JFK, a desclasificar en 2017— aparezcan algunos eyes-only con el crédito a Castro como autor intelectual del asesinato de Kennedy. Al revisar la base de Archivos Nacionales y Administración de Documentos (NARA, por sus siglas en inglés), Wilcox encontró tan solo documentos del FBI sobre Dussaq. Hay un solo documento de la CIA sobre Bazata y 1.511 sobre Fidel Castro, todos desclasificados, pero quedan sin desclasificar unos 3.600 documentos más sobre el asesinato de Kennedy, incluso de oficiales en operaciones contra Castro como Bill Harvey, David Atlee Phillips, Anne Goodpasture, Howard Hunt, David Sánchez-Morales y George Joannidess.

Coda

Lo único que debilita un poco la tesis de Dussaq como el agente de Castro que mató a Kennedy es que el propio Wilcox cierra la introducción a su libro con que ni él mismo se cree el cuento de Bazata. Por si acaso, aquí está el link al cierre.

Notas

* Wilcox inició su carrera periodística en The Miami News e hizo su debut como escritor con el tema del sudario de Turín (Shroud, 1977). Lleva diez libros publicados. Antes de Target JFK vio la luz Target Patton (2008), que expone y desarrolla la confesión de Bazata sobre el asesinato del general por orden de “Wild Bill” Donovan, jefe de la OSS.

** Según Bazata, Rene Dussaq “was the most extraordinary person”. Ambos fueron reclutados para la OSS hacia 1942 y cumplieron misiones tras las líneas enemigas durante la II Guerra Mundial. Antes de ser reclutado, Bazata era ya un experto tirador y hábil boxeador que había servido en el Marine Corps; Dussaq había sido campeón nacional de tenis en Suiza y Cuba, así como integrante del equipo olímpico suizo de remo, doble en Hollywood, buzo de profundidad, productor de películas, conferencista profesional y jefe de la expedición arqueológica a Isla Mona (Puerto Rico).

Dussaq nació en Buenos Aires, donde su padre, Emilien Dussaq (1882-1954), natural de La Habana, era diplomático cubano. Luego pasó al consulado en Ginebra y aquí Rene hizo el bachillerato. Ya en Cuba matriculó Derecho en la Universidad de La Habana y recibió el certificado de ciudadanía, expedido el 13 de enero de 1933 por el Secretario de Estado Orestes Ferrara. Al filo de la revolución anti-machadista emigró a USA y se hizo ciudadano americano el 21 de julio de 1942.

La foto muestra a Dussaq en 1994, al conmemorarse el aniversario 50 de la invasión a Normandía con el descenso de veteranos en paracaídas cerca de Saint-Mere-Eglise, el primer pueblito francés liberado. Dussaq no solo fue el veterano más viejo, sino que por causa del viento se perdió de vista. Hubo alarma, pero vinieron a encontrarlo en el pueblito, tomándose una copa de vino. Dos años después murió de cáncer en Encino (CA). Bazata fallecería en 1999 en su hogar de Chevy Chase (MD).

© cubaencuentro

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