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Actualizado: 19/05/2024 23:18

Represión

Las Damas de Blanco: Razones para un premio

Las Damas de Blanco no eran aún las peregrinas del amor y la justicia. Muchas no se conocían entre sí. Ninguna aspiraba a la fama o a un premio internacional, y menos a uno con el prestigio del Andrei Sajarov. Bastaba la intimidad. Amar y ser amadas. Sobrevivir en un territorio de sigilo, donde la verdad es subversiva y el coraje es sospechoso. Sabían que la intolerancia asechaba. Mas ignoraban la inminencia del peligro.

Nunca olvidarán la primavera del 2003. Miembros de la policía política cubana irrumpieron en sus viviendas. Registraron con fervor cada aposento. Se incautaron de bienes. Arrestaron e incomunicaron a sus hijos o esposos, a sus padres o hermanos.

A las dos semanas se celebraron una treintena de juicios sumarísimos. En unas horas dictaron 75 sentencias de entre 6 y 28 años de privación de libertad. Después trasladaron a los prisioneros a cárceles distantes, a cientos de kilómetros de cada hogar, en un país donde el transporte agoniza. Era sólo el principio.

El latir del mundo

Desde el génesis de aquellas jornadas de espanto obró un milagro humano. El 20 de marzo de 2003, a 48 horas de las primeras detenciones, Reporteros Sin Fronteras, la Sociedad Interamericana de Prensa, el Comité de Protección a los Periodistas, 43 parlamentarios suecos de siete partidos, el gobierno de Estados Unidos y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, condenaron aquel ímpetu represivo. Al día siguiente, Human Rights Watch exigió la libertad de los arrestados.

La Unión Europea y su Parlamento, el gobierno de Canadá, la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y el Vaticano se unieron al clamor justiciero, seguido por varias naciones latinoamericanas.

Las madres, esposas, hijas, hermanas y otros familiares de los 75 encarcelados, se enteraban de la reacción solidaria por las emisoras de radio extranjeras. Se llamaban unas a otras para comentar las últimas novedades. Reforzaban la fe en su empeño de amor. En las visitas semanales de 10 minutos —en el período de instrucción— y ante la presencia de un oficial de la Seguridad del Estado, actualizaban a sus familiares en los abrazos de llegada y despedida. Transmitían susurros informativos de boca a oído. Eran noticieros breves, alentadores y clandestinos.

Cientos de intelectuales de numerosos países —incluidos Premios Nobel— firmaron los documentos Carta Abierta Contra la Intolerancia y Campaña por la Paz y la Democracia. El Comité sobre la Libertad Académica y Derechos Humanos de la Asociación de Estudios Latinoamericanos —que reúne a cinco mil profesionales— se unió a la gesta.

En Cuba, los líderes de la sociedad civil que no habían sido arrestados, pero que podían serlo en cualquier instante, se impusieron a las circunstancias y denunciaron los desmanes del gobierno contra sus compañeros presos.

Los exiliados cubanos organizaron manifestaciones en Madrid, Sao Paulo, San José, Nueva York, Miami, Washington, Berlín y Estocolmo.

Había transcurrido sólo un mes desde el comienzo de la represión. Lo expuesto es la punta del Everest de un Himalaya solidario.

En el verano de 2003, Amnistía Internacional declaró a los 75 prisioneros de conciencia. Las campañas no han cesado nunca. En agosto de 2005 cerca de cien mujeres de 14 países se reunieron en Buenos Aires y, entre otras demandas, pidieron a los países democráticos que abrieran sus embajadas en La Habana a las Damas de Blanco.

Durante los actos paralelos a la XV Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno, diputados de varias naciones, y amplios sectores de la diáspora criolla, exigieron la democratización de la Isla, la liberación de los más de 300 presos políticos cubanos y manifestaron su apoyo a las Damas de Blanco. Mientras, lo mismo ocurría en Estonia. La demanda es la misma de Mar del Plata al Báltico. Parafraseando el título de una novela: el mundo es ancho, no ajeno.

La estrategia del amor

Las Damas de Blanco florecieron durante la Primavera Negra, bajo los signos del dolor y la esperanza. Así aprendieron que la solidaridad es el antídoto contra el horror.

La solidaridad del mundo, y la que establecieron entre ellas, transformó la soledad personal y la angustia colectiva en una ternura blindada, en un propósito amoroso y tenaz, y por tanto, invicto.

El 13 de abril de 2003 aquellas mujeres vestidas de blanco se reunieron en la iglesia de Santa Rita de Casia, en el municipio capitalino de Playa, y después de participar en la misa, desfilaron por primera vez por la acera central de la Quinta Avenida.

En fechas significativas, el trayecto son 800 metros de metáforas. Al comenzar la marcha silenciosa, y armadas con una flor, cruzan entre dos parques. En uno, un monumento a Emiliano Zapata, armado y con dos cananas cruzadas en su pecho guerrero. En el otro, un busto de Mahatma Gandhi, que parece contemplarlas con los ojos de soñar la realidad. La caminata concluye en una torre reloj —un Big Ben tropical—. Allí retornan, con el tiempo por testigo en un paisaje de símbolos.

Este rito dominical ha proseguido ininterrumpidamente. La oratoria de las Damas de Blanco es la más elocuente: el silencio. Pero en una ocasión expresaron su anhelo con la voz. "Coincidentemente en ocasión de la marcha pacífica, transitaba en ese instante por Quinta Avenida una delegación extranjera de alto nivel, pudiéndose observar que eran acompañados por altas figuras del gobierno cubano, ocasión en que lanzamos la consigna: ¡Libertad!. Los policías de la motorizada se notaron algo nerviosos por este hecho fortuito", testifica Laura Pollán Toledo.

Algunas Damas de Blanco se trasladan de provincias distantes a la capital, para participar en la misa y el peregrinaje. Dos ejemplos.

Elsa González Padrón reside en Pinar del Río. Su esposo permaneció 30 meses en la prisión Combinado de Guantánamo, a 1.075 kilómetros de su hogar, distancia que tenía que recorrer en cada visita familiar o conyugal. González, para acudir a la iglesia de Santa Rita debe viajar 127 kilómetros.

Un caso insólito. La periodista independiente Haydee Rodríguez Rodríguez, con sus setenta y tantos años, cuando va desde su natal Santiago de Cuba a La Habana (900 kilómetros), acude el domingo a la iglesia de Santa Rita, combina sus cabellos canos con el vestido y desfila como una Dama de Blanco más. Lo curioso es que ella no tiene ningún familiar preso. "Mi familia es también cada prisionero político", asegura. Ella combatió a la tiranía de Batista con las armas. Ahora enfrenta a la dictadura actual con el alma.

Mas para algunos ojos ellas son invisibles… hasta un día. La periodista Michelle Fuser viajó a la Isla en visita de recreo. En su artículo Damas de Blanco y Madres de la Plaza de Mayo, ¿sexo débil?, escribió: "Cuando estuve en Cuba no las vi". Y confiesa: "El tiempo corto y el costo excesivo no permiten al turista llegar a donde querría o debería llegar". Fuser agrega: "En la iglesia Santa Rita, en Miramar, por donde pasé muchas veces, esta semana estaba recibiendo la presencia de esas mujeres corajudas, las Damas de Blanco, clamando por justicia y libertad para sus maridos e hijos que están presos".

Entre otras acciones cívicas y de paz, las Damas de Blanco se reúnen todos los meses en lo que llaman su té literario. Leen y comentan las cartas, los poemas y los artículos escritos por sus familiares encarcelados. Conversan sobre las condiciones penitenciarias y estado de salud de los suyos. Se reconfortan unas a otras, para reconfortar después —en cada visita a la cárcel— a los seres que aman.

Miriam Leiva, periodista independiente y ex diplomática cubana, define así al grupo: "Somos una y muchas. No nos hemos planteado constituir una organización estructurada o un partido. Somos voces y acción pacíficas por el respeto de los derechos humanos y la victoria de la justicia".

Tácticas de odio

Si las Damas de Blanco cuentan con un Himalaya solidario, sufren otro represivo. El 20 de abril de 2003, a la semana siguiente de desfilar por primera vez por la Quinta Avenida con flores y coraje, agentes de la Seguridad del Estado vestidos de civil las acosaron a la salida del templo. Ellas siempre han estado vigiladas. En ocasiones el hostigamiento es sutil. Otras no.

La provocación que más ha trascendido hasta ahora ocurrió el Domingo de Ramos de este año. Conmemoraban el segundo aniversario de la Primavera Negra. Después de la misa, 30 de ellas caminaban por la acera central de la Quinta Avenida. Esta vez, además de la flor, portaban sendos ramos de guano bendito. Habían andado unos 300 metros, cuando les impidieron el paso 200 mujeres —algunas con pancartas y altavoces— bien organizadas y escoltadas por hombres vestidos de civil, los que con walkie-talkies coordinaban la acción.

El tráfico se detuvo. "¡Viva la revolución!". "Se oye, se siente, el pueblo está presente". "No podemos permitir que destruyan nuestra revolución". ¡"Viva Fidel!".

Era uno de los actos de repudio, donde además de consignas no faltan los insultos. Linchamiento verbal, como lo bautizó años antes el poeta y periodista Raúl Rivero.

Algunas de las progubernamentales dijeron a la prensa extranjera que habían sido movilizadas por la oficialista Federación de Mujeres Cubanas. Otras expresaron que habían acudido espontáneamente.

Las partidarias del gobierno cantaron La Internacional. Las Damas de Blanco entonaron una canción a la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba. Después rezaron por quienes las reprimían.

Las agencias extranjeras de prensa no hablaron de contacto físico. Algunas Damas de Blanco aseguran que recibieron pequeños empujones, pero que ellas actuaron de acuerdo con su vocación por la no violencia.

Periodistas acreditados en la Isla también entrevistaron a varias Damas de Blanco. "No van a amedrentarnos", manifestó Dolia Leal. "El gobierno se siente impotente", aseguró Bertha Soler, y añadió: "Nosotras somos unas mujeres pacíficas, que estamos pidiendo la libertad de hombres que no han cometido ningún delito".

A la semana siguiente, Domingo de Resurrección, participaron en la caminata 50 Damas de Blanco. El Día de los Padres, 63 y 12 hijos de los prisioneros.

Martha Beatriz Roque, líder de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, única mujer encarcelada del grupo de los 75, a quien otorgaron una licencia extrapenal por motivos de salud, refiriéndose al acto de repudio, declaró: "No es más que una muestra brutal contra la oposición (…) a partir de esto se puede esperar cualquier cosa".

Oswaldo Payá, coordinador nacional del Movimiento Cristiano Liberación, expresó: "Es algo para acallar las voces de estas mujeres, y parte de una ola represiva de carácter fascistoide y abierto del gobierno".

Elizardo Sánchez Santacruz, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, y Vladimiro Roca, líder de la agrupación Todos Unidos, también responsabilizaron al régimen cubano por el incidente.

Por el contrario, voceros del gobierno dijeron: "Nadie puede controlar al pueblo enardecido, dispuesto a defender su revolución".

Lo cierto es que nadie se ha vuelto a enardecer cuando las Damas de Blanco continúan con su desfile dominical de silencios y flores.

Anteriormente, en octubre de 2004, Berta Soler y Lídice Moya, esposa y hermana respectivamente de Ángel Moya —uno de los 75— acamparon en un parque próximo al Consejo de Estado. Reclamaban a las autoridades atención médica para el familiar cautivo, quien padecía de una hernia discal. Otras Damas de Blanco las apoyaron. La policía disolvió la protesta a las 40 horas. Pero al prisionero lo operaron.

Ahora la táctica represiva la han individualizado. Son varios los casos. Citaré tres.

En el municipio de Centro Habana, algunos vecinos de Soledad Rivas le informaron confidencialmente que un oficial de la Seguridad del Estado organizaba en el barrio uno de esos actos políticos-insultantes, por ser ella una Dama de Blanco y su esposo un dirigente opositor. Pocos días después, unos 30 miembros de las llamadas Brigada de Respuesta Rápida se agruparon frente a su vivienda y corearon agravios. Incluso no dejaron salir a una señora de 85 años que necesitaba asistencia médica.

A Yamilé Llanes Labrada, en la provincia de Las Tunas (a 750 kilómetros de La Habana), la habían amenazado por sus actividades "contrarrevolucionarias" —participar en las marchas por la Quinta Avenida—. El linchamiento verbal no tardó. Los hijos de Llanes —menores de edad— también sufrieron aquel acto. Para colmo, a la mayor, Sheila (de 14 años), le impidieron matricular en el Preuniversitario de Ciencias Informáticas. La adolescente tenía un promedio académico de 9,8 de 10 posibles. Una profesora de la escuela secundaria básica donde Sheila había estudiado, le dijo a Yamilé Labrada que como habían "problemitas" en la casa (el padre preso político), la joven debería estudiar en un tecnológico. Medidas que pueden calificarse de apartheid ideológico-infantil.

La primera y última edad son parte de la diana, y certeros los dardos del odio.

A veces la porra toma la palabra. Josefa López Peña, fundadora de las Damas de Blanco, recibió una golpiza en la noche del 25 de septiembre de 2005, mientras caminaba por la calle Espada, en La Habana. "Sentí un fuerte golpe en la cabeza. Acto seguido el agresor se bajó de una bicicleta y continuó golpeándome con algo que tenía en la mano", manifestó López Peña, y recalcó: "Temo por nuestras vidas en Cuba. Acusamos a la Seguridad del Estado cubana y la responsabilizamos con los que nos pueda suceder en adelante".

López hablaba a nombre de su familia. Hacía cinco días que las autoridades de Cuba le habían impedido a su esposo —el ex prisionero político Miguel Sigler Amaya— viajar a Estados Unidos como refugiado, cuando él, su esposa y dos hijos (de 4 y 15 años) iban a abordar el avión. Por esta razón, ella tampoco emigró aquel día.

El acoso ha ido de las amenazas y los actos de repudio a la agresión física. Algunas se preguntan cuál será el próximo paso en la escalada represiva.

Testimonios entre barrotes

La ventaja de ser un periodista encarcelado en Cuba es poder entrevistar in situ a otros presos políticos. En las cárceles de la Isla ningún colega en libertad —ya sea nacional o extranjero— puede entrar para ejercer esta profesión de la veracidad y el riesgo.

En el Hospital Nacional de Reclusos, enclavado en la prisión Combinado del Este, en La Habana, convivo en un cubículo con dos prisioneros de conciencia: el profesor de matemáticas Francisco Chaviano González y el periodista Julio César Gálvez Rodríguez. Las esposas de ambos son Damas de Blanco.

Chaviano González, de 52 años y condenado a 15, refiere: "En 1995, al año de mi arresto, comencé una huelga de hambre para reclamar mis derechos jurídicos. Elizardo Sánchez Santacruz le sugirió a mi esposa, Ana Aguililla Saladriga, que ayunara frente a la iglesia de Santa Rita, relativamente cerca de la casa de él, que participara en la misa y después caminara por la Quinta Avenida, para llamar la atención sobre mi caso. Isabel Ramos, madre de otro prisionero político, se unió a mi esposa. Estuvieron varios días de abstinencia alimentaria. Posteriormente se incorporaron a la caminata Marcela Sánchez Santacruz y Mercedes Núñez, hermana y activista respectivamente de Elizardo. Llegaron a formar un pequeño grupo de mujeres. Al principio vestían de negro; pero como era verano, decidieron usar ropa blanca por ser más fresca, y oscura en el invierno. Pudiera decirse —por la avenida y el templo seleccionados, así como por el propósito— que ellas fueron el embrión de las Damas de Blanco, las que surgieron como tales en la primavera del 2003".

Por su parte, Gálvez Rodríguez, de 61 años, y condenado a 15 en la causa de los 75, relata: "Mi esposa, Beatriz del Carmen Pedroso, diseñó el logotipo de las Damas de Blanco. Montó una hoja de papel en nuestra vieja máquina de escribir. Sobre el pliego puso una flor y tomó la foto. Escaneó ésta y se le montó el texto: Damas de Blanco".

Y también me cuenta Gálvez: "En una ocasión varias de ellas salieron de la casa de Laura Pollán y recorrieron unos tres kilómetros. Repartieron a los transeúntes sendas cartas sobre la situación de sus familiares encarcelados y el reclamo de ellas. Llegaron a la sede de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), donde un funcionario de poca importancia recibió temeroso el documento que antes habían distribuido por las calles. Después se dirigieron al edificio del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), donde no quisieron atenderlas. En ese momento entraba Marta Moreno, periodista del Noticiero Nacional de Televisión, y le entregaron el escrito de marras, diciéndole: ‘Si usted informa sobre los cinco cubanos presos en Estados Unidos acusados de espionaje, también tiene que hablar de nuestros familiares, que son prisioneros de conciencia encarcelados en Cuba’. La reportera quedó atónita. Por supuesto, nunca lo divulgó por el noticiario".

La carta a José Luis Rodríguez Zapatero

Las Damas de Blanco además redactan documentos que envían a foros internacionales, a organizaciones no gubernamentales, a gobiernos y a personalidades de varios países. No descansan. Solicitan apoyo y comprensión para su causa de amor y de justicia.

El 24 de septiembre de 2005 dirigieron una misiva a José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español. Entre otros aspectos expresa: "Nuestros familiares no han cometido ningún delito, sino pretendido ejercer su derecho a la libertad de expresión, lograr el respeto a los derechos humanos y la democracia en Cuba".

Y recalca: "Por tanto deben ser liberados inmediata e incondicionalmente".

A continuación actualiza sobre la situación de los prisioneros de la Primavera Negra: "Las duras e inhumanas condiciones de encarcelamiento se han mantenido, y en la mayoría de los casos empeorado, así como permanece la lejanía. Continúan los confinamientos con reos de alta peligrosidad. Gran cantidad de ellos padecen serias enfermedades, incluidos los más jóvenes, que ingresaron a prisión en buen estado de salud. En general la alimentación es muy mala, la humedad y carencia de agua potable en las celdas, el poquísimo sol que se les proporciona, convivir con reos enfermos y otras causas, han resquebrajado su salud. Por muchos de esos motivos juntos, nuestros familiares se han visto obligados a recurrir a medidas extremas de reclamo y protesta, como huelgas de hambre que ponen en peligro sus vidas".

Durante el 2004, las autoridades otorgaron la licencia extrapenal por motivos de salud a 14 de los 75 prisioneros de la Primavera Negra. El gobierno cubano retiene "el permiso de salida definitiva del país" (sic) a la mayoría de ellos. Sólo permitieron partir al exilio a tres junto con sus familiares.

El premio

El 19 de septiembre el eurodiputado español Gerardo Galeote propuso a las Damas de Blanco para el Premio Sajarov, que confiere el parlamento Europeo para reconocer la labor de quienes luchan contra la intolerancia, defienden los derechos humanos y la libertad de expresión.

Al principio eran diez los candidatos. Tres quedaron como finalistas: Reporteros Sin Fronteras, la abogada nigeriana Hauwa Ibrahim y las Damas de Blanco.

La prensa del gobierno cubano no informó sobre esta candidatura a la opinión pública de la Isla. Pero los periodistas libres del control del Estado y la prensa extranjera acreditada en Cuba, han difundido las declaraciones de varias personalidades de la sociedad civil criolla.

El cardenal Jaime Ortega y Alamino consideró lógica la propuesta. "Es un premio que tiene que ver con la actitud de ellas, muy pacíficas en cuanto a reclamar por sus esposos, sus familiares, por sus hijos".

Payá Sardiñas, ganador en el 2002 del Premio Sajarov, escribió una carta al Parlamento Europeo que expresa: "Estas valiosas mujeres son las representantes de la dignidad de nuestro pueblo, y representan cada domingo la reserva moral de una nación que se resiste pacíficamente a que se les conculquen sus derechos".

Gisela Delgado Sablón, una de las Damas de Blanco, manifestó: "…es un gran honor y una muestra de solidaridad del mundo con nuestra lucha y (…) es también un apoyo para esas personas que sufren en carne propia la injusticia de un gobierno que no quiere entender que podemos vivir todos en paz en una misma nación".

A su vez, amplios sectores de la diáspora cubana apoyaron la candidatura. Resultó destacar, entre otras, la gestión de Blanca Reyes, fundadora de las Damas de Blanco, quien partió al exilio en España junto con su esposo, el poeta, periodista y ex prisionero de conciencia Raúl Rivero Castañeda, uno de los 75, a quien se le entregó una licencia extrapenal por su estado de salud.

Reyes se entrevistó con el presidente del grupo Popular Europeo, el alemán Hans Gert Poeltering; el de la delegación española en el grupo Socialista, Enrique Barón Crespo; la liberal sueca Cecilia Malstroem; y la presidenta del grupo Los Verdes, la italiana Monica Frassoni.

"Fueron muy receptivos todos en general", consideró Reyes, quien estima que el premio "permitirá que las Damas de Blanco se sientan más protegidas".

"Ellas se lo merecen porque están viviendo en un régimen de terror en lo que todo está organizado por la policía política", declaró Reyes a la prensa.

El 26 de octubre se hizo oficial el anuncio que el Parlamento Europeo les otorgó el Premio Sajarov a las Damas de Blanco, compartido con Reporteros Sin Fronteras y Hauwa Ibrahim.

Una de ellas, Álida de Jesús Viso Bello, expresó en La Habana al conocer la noticia: "Este premio llena de alegría a nuestros familiares presos, a todos los que luchan dentro y fuera de Cuba. Nos sentimos excepcionalmente honradas al haberse justipreciado a las Damas de Blanco. Mis felicitaciones a Hauwa Ibrahim, así como a Reporteros Sin Fronteras, pues mi esposo Ricardo González Alfonso es su corresponsal en Cuba".

Es imposible nombrar a todas las Damas de Blanco. Pero sí afirmar que cada una —por su altruismo, coraje y tenacidad— es un homenaje al amor. Y viceversa.

El gran anhelo

Entre las personalidades e instituciones que han recibido el Premio Sajarov se encuentran Nelson Mandela, la organización argentina Madres de la Plaza de Mayo, la plataforma cívica española ¡Basta ya!, Oswaldo Payá Sardiñas y Zhanna Lituina, presidenta de la Asociación de Periodistas de Bielorrusia.

Algunos han sido candidatos o ganado el Nobel de la Paz. ¿Será el Premio Andrei Sajarov uno de los argumentos para que también lo reciban las Damas de Blanco? Tal vez.

Pero las peregrinas del amor y la justicia se hallan aún bajo los signos del dolor y la esperanza. Ellas aspiran a otro galardón: la excarcelación incondicional de los más de 300 presos políticos cubanos. Incondicional, pues no existe libertad trunca. Ellas anhelan el sueño mayor: la libertad de todos. Toda la libertad.

(*) Artículo enviado desde el Hospital Nacional de Reclusos. Prisión Combinado del Este. Ciudad de La Habana.

© cubaencuentro

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