"En Cuba no hay cabida para el tiempo muerto" es el título de un artículo firmado por Lourdes Pérez Navarro publicado a página completa en el diario Granma, en su edición del jueves 21 de julio de 2005.

La periodista, refiriéndose a los miles de jóvenes que por estos días se gradúan en las más diversas especialidades, afirma que "en sus ánimos no hay lugar para la incertidumbre por el futuro; tienen un trabajo asegurado". Seguidamente, del alegato en el juicio por el asalto al Cuartel Moncada en 1953, cita: "La Revolución no les dice te vamos a dar, sino: ¡Aquí tienes, lucha ahora con todas las fuerzas para que sea tuya la libertad y la felicidad!".

Para argumentar su afirmación, Pérez Navarro explica que "el Estado continuó generando miles de puestos de trabajo en sectores productivos y de servicios vitales, el año 2000 finalizó con una tasa de desocupación de 5,4%". Y que "cuatro años después, al concluir el 2004, Cuba redujo la tasa de desempleo a 1,9% (el más bajo de América Latina y el Caribe), lo que la convierte, según las normas internacionales, en país con pleno empleo".

Entre las estrategias que posibilitaron el "maravilloso" logro, según Pérez Navarro, está la "concepción del estudio como empleo", que consiste en cursos de superación para jóvenes desempleados, por los cuales reciben un estipendio y se paga el salario a los trabajadores excedentes "mientras se califican cultural y técnicamente".

Los jóvenes matriculados en estos cursos sobrepasan los 173.000, que unidos a más de 34.000 trabajadores azucareros cuyas entidades fueron cerradas, suman más de 207.000 desempleados que engrosaron las estadísticas de los ocupados gracias al estudio. Y agrega: "El propósito para este año es continuar creando nuevos empleos, con el objetivo de llevar a la mitad la mínima desocupación actual".

La milagrosa estrategia

De resultar cierto el rumorado cierre de nuevos ingenios, después de los 71 clausurados recientemente, la geografía de Cuba —antes caracterizada por las elevadas torres de los ingenios desde Oriente hasta Occidente— se identificará por la presencia de centros educacionales. Pero lo más sorprendente es que será el único país del mundo que a la vez que desmantela su principal y más empleadora industria, alcanza simultáneamente el pleno empleo. Un "significativo" aporte para los países desarrollados donde gobiernos, partidos y otras instituciones se devanan los sesos en busca de solución al añejo problema del desempleo.

Si a esto se une el envejecimiento de las personas de la tercera edad, al punto que en las últimas dos décadas los mayores de 60 años han pasado del 10,6% al 14% de la población (los jubilados suman aproximadamente 1 millón 400 mil y consumen el 10% del Producto Interno Bruto), Cuba será también el primer país del mundo que, de una parte con una muy disminuida población económicamente activa y de otra parte con un gigantesco ejército de longevos y empleados-estudiantes, pueda subsistir, gracias al "socialismo", sin marchar directamente a la ruina.

Sin detenerse en la milagrosa estrategia para reducir el desempleo, hay que destacar un aspecto que la periodista de Granma pasó por alto. "En sus ánimos —dijo refiriéndose a los jóvenes egresados— no hay lugar para la incertidumbre por el futuro; tienen un trabajo asegurado".

En el único sentido que pudiera ser cierta esa afirmación es que la incertidumbre en el presente es de tal magnitud que no deja espacio para la incertidumbre del futuro. Es conocido que en Cuba el divorcio entre costo de la vida y salario hizo que el trabajo dejara de ser la fuente principal de ingresos de los ciudadanos.

De ahí que el primer problema que se presenta ante los jóvenes egresados —a una edad en que aparece la necesidad-aspiración de constituir un hogar y tener hijos, lo que requiere de vivienda, utensilios, muebles y otros bienes— es de qué vivir. Sobre todo en un país donde los bajos salarios, la propiedad estatal casi absoluta y la carencia de derechos económicos impiden a los ciudadanos el aprovechamiento de su potencial técnico y cultural.

Por tanto, es falso que la incertidumbre no tenga lugar. Lo único cierto es que esta es lo más característico en los jóvenes, incluidos los egresados. Si además, eso ocurre cuando la ética casi ha desaparecido y en su lugar han aflorado y enraizado normas de conductas que responden a las precariedades. En ese contexto, el "¡Aquí tienes, lucha ahora con todas las fuerzas para que sea tuya la libertad y la felicidad" es reinterpretado en las actuales condiciones en el sentido popular de "luchar", es decir, vivir al margen de la ley; lo que ha generado una negativa moral de supervivencia, cuya larga duración y consolidación envenena el presente y pone en peligro el futuro.

Por eso, es común la pregunta que hacen los jóvenes al hablar de un posible empleo: ¿Hay búsqueda?, lo que traducido del argot significa la posibilidad de obtener por "otras vías" lo que el salario no brinda.

Pero lo más importante es que el empleo, aunque sea "pleno", no es fin, sino sólo un medio. El fin tiene que ser siempre la persona humana, y el empleo no puede ser otra cosa que uno de los medios para su realización material y espiritual, para aportar a la sociedad y recibir de ella lo necesario sin tener que escapar: unos hacia la ilegalidad económica, otros hacia el robo directo, otros hacia la prostitución, muchos hacia la frustración y otros muchos rumbo al norte, o al sur, por cualquier medio posible o imposible, no importa.

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