Ir al menú | Ir al contenido



A Debate

Desde Alemania

Estimada Belkis [Vega]:

Estimado Enrique [Colina]:

Desde hace ya un tiempo estoy siguiendo el intercambio de pensamiento entre intelectuales cubanos que se está efectuando a través del espacio virtual de los correos electrónicos. Permítanme comunicarles, desde Alemania en mi caso, que la lectura de todo este asunto se ha salido completamente del marco "entre cubanos" que la discusión ha mantenido en apariencia. Conozco un número considerable de personas en Alemania y otros países de Europa que están recibiendo sus epistolarios por email y lo leen como su "novela" de todos los días, esperando ya con tremenda impaciencia los resultados de la reunión "para mayores de 40 años" en la Casa de las Américas que hoy ya nos llegaron en una primera entrega. Incluso se ha publicado un cierto número de reportes en mi país sobre estas discusiones, sobre todo en la radio alemana, y mirando desde afuera nos da la impresión que la toma de consciencia que comporta este proceso discursivo es algo insólito, nuevo e importante en los ambientes cubanos que conocemos.

Si yo como extranjero me atrevo a hacer irrupción en una correspondencia que realmente no da espacio de discusión para espectadores de afuera, es porque hace poco entraron en la discusión también Uds. los cineastas cubanos. En el caso del cine en Cuba pienso tener algo que contribuir a esta discusión, por el sencillo motivo que yo como cineasta he filmado una película de cine en Cuba y que he trabajado varios años filmando reportajes de televisión en la Isla, así que en cuestiones fílmicas ya no me siento tanto como espectador de afuera. Sin embargo, mi trabajo no forma parte, o mejor: no puede formar parte del discurso del los últimos días; justamente porque ha sido sometido a "esta prohibición no escrita ni reconocida oficialmente" de la que Ud., Enrique, habla de forma tan perspicaz.

La lista de películas calladas o prohibidas silenciosamente por la televisión que da al final de su carta es muy triste y me impactó. Permítanme, sin arrogarme el derecho de meterme en cuestiones que creo que no me corresponden como extranjero, añadir una a esta lista película que "desapareció" de la misma forma no reconocida de la que hablan. O mejor: nunca apareció, ni en las salas de cine de Cuba ni menos en la televisión, sino. Con otras palabras: es como si no existiera. Esta película es un trabajo que realicé con mi colega Matthias Henschler. Se llama La Habana - Arte nuevo de hacer ruinas, es un documental de 86 minutos que se proyecta en 35mm, que ha recibido varios premios tanto en Alemania como en el extranjero, entre ellos un Premio Especial del Jurado de documentales en un festival latino, el LALIFF de Los Ángeles, donde, para deshacer todo tipo de sospechas en cuanto a un juicio influenciado por elementos "anticubanos", la actriz Mirtha Ibarra formaba parte del jurado de ficción y donde la película Barrio Cuba de Humberto Solás ganó el premio de la mejor dirección. La Habana - Arte nuevo de hacer ruinas es una película filmada enteramente en Cuba y enteramente con protagonistas cubanos. Uno de ellos, el principal y, para decir así, spiritus rector del documental, es una figura que tal vez nos une de alguna forma: porque se trata del co-guionista de la obra Entre Ciclones de Enrique Colina, Antonio José Ponte.

Nuestra película fue estrenada internacionalmente en el verano del 2006 en el Festival de Locarno, al lado de El Benny de Jorge Luis Sánchez (película que, de hecho, el director Frédéric Maire invitó en el mismo viaje al Festival de la Habana en el que conoció el trabajo nuestro). En este mismo momento el Instituto Goethe y la Embajada de Alemania en la Habana nos comunicaron su deseo de invitar la película a la tradicional "Muestra Alemana" en el 28 Festival del Nuevo Cine Internacional de la Habana. Aceptamos la propuesta con mucho gusto. Pocos días después de la premiación de nuestro documental en el festival latino de Los Angeles en octubre 2006, el embajador alemán y el agregado cultural de nuestra embajada nos comunicaron una triste noticia: la dirección del festival de cine de la Habana les había comunicado que no aceptaban que la película nuestra se exhibiera en el marco de su programación. La justificación de tal rechazo sin comparación en la cooperación institucional entre ambos países fue, de parte del festival, la explicación que la película La Habana – Arte nuevo de hacer ruinas se encontraba en una "lista de tóxicos" (cito literalmente las cartas de la embajada) o "lista de obras prohibidas" del ICAIC y por este motivo no se podía exhibir públicamente en Cuba.

No quiero entrar en más detalles de este caso que fue inicio de una polémica en muchos países y que, como supe hace poco, en Alemania incluso llegó a ser discutida a nivel de la Asamblea Nacional, el Bundestag. Me limito a añadir a este mail algunos artículos escritos por cubanos que discutieron el caso. Lo que sí quiero subrayar es la reacción oficial cubana. Básicamente fue el total silencio —la mejor solución para que en Cuba nadie se enterara de la polémica desencadenada. La única reacción del diario Granma, que me llegó a través de una nota de la agencia EFE, fue clasificar como "ridículo" y "fantasmagórico" este "supuesto caso de censura". La razón por la que esa película no se podía mostrar, según Granma, era que era tan mala que no merecía ser exhibida al lado de las 500 buenas películas del festival.

Pienso personalmente que la película nuestra desde un punto de vista meramente artesanal, en cuánto a fotografía, edición y el montaje de una banda sonora que trata de dar una imagen acústica del "surround natural" de una ciudad de ruidos tan variados como la Habana, no merece tal menosprecio. Además no se producen tantas películas largometrajes de 35mm en Cuba cada año como para ser tan severamente selectivo. Pero no se trata de eso. Hay un error profundo de lógica en esta única reacción oficial cubana. Porque nadie de nosotros inscribió la película para que un comité de selección pudiera juzgar su calidad. Fue la misma embajada alemana que quiso programarla en una sección independiente, financiada y curada por la misma Alemania. Lo que sin embargo los sutiles críticos de arte cinematográfico del periódica Granma revelaron de esta forma es que los mismos viejos mecanismos de "censura metafísica", como las llamó el escritor Enrico Mario Santí, siguen manteniéndose en Cuba.

Este hecho lo comprueba también el caso de otra película cubana más que también quisiera añadir a la lista de Enrique Colina: Cercanía, de Rolando Díaz, que, ella sí, fue inscrita oficialmente al festival sin que el director haya jamás recibido una respuesta, aunque sea negativa. La semana pasada tuve la ocasión de ver Cercanía en presencia de su director en una proyección en la cinemateca Arsenal de Berlín, organizada por Fernando Pérez que de momento enseña como profesor invitado de la Universidad Libre de Berlín. Me pareció una obra bien decentemente hecha (para hablar en categorías "artesanales" otra vez), pero sobre todo bastante descomunal en cuanto a su temática, dado que da un retrato de la vida de la comunidad cubana de Miami que seguramente le interesaría a muchos cubanos en la Isla. Tampoco encontré ningún tipo de radicalismo o agresividad en contra de Cuba en ese trabajo fílmico de Rolando Díaz que justificara tal exclusión.

Yo reconozco que la película mía puede considerarse, desde varios puntos de vista, como "problemática" en este momento bastante especial de la historia de Cuba. También, habiendo trabajado alrededor de diez años en Cuba ahora, he aprendido a tener mucha comprensión por la situación de un país que no se puede comparar tan fácilmente con el mío. Por otro lado pienso que en cualquier país las obras incómodas también tienen el derecho de ser exhibidas y no clasificadas como apoyo a "maniobras del enemigo", como ha sucedido tantas veces. Creo que esta libertad de creación debe ser válida también en situaciones frágiles, de asedio e inseguridad pública. "Yo no pongo bombas, hago películas", dijo el cineasta alemán Rainer Werner Fassbinder con respecto a sus películas en 1979, en un momento en el movimiento terrorista de izquierda en Alemania había recientemente asesinado al Fiscal General y al director del Sindicado de Empleadores de Alemania y el miedo al terrorismo era una obsesión y paranoia de todo un pueblo. Tal frase "explosiva" se podía considerar como una declaración de guerra a aquella "seguridad interior" tan amenazada (que dio título a otra película reciente en Alemania sobre el movimiento terrorista de los 70). Sin embargo las obras de aquel crítico tan ácido de la Alemania de posguerra que era Fassbinder se pudieron exhibir en el propio país, sin causar graves daños: el resultado con certeza no fue un aumento de asaltos de bomba. Las obras de arte se prestan mal para ser usado como proyectiles.

Sin poderme comparar con un maestro tan grande como Fassbinder, pienso que nuestra película, aunque ha abierto una polémica política, tampoco es un Bin Laden cinematográfico. Debería tener el derecho de ser vista, y a lo mejor severamente criticada por un público cubano. Pero lo que es humillante es ser callado por completo. Todo esto lo escribo sin necesidad de quejarme y sin rencor contra ninguno de los involucrados en el caso. Lo escribo porque me impresionó su frase, Belkis, en la que dice que "la polémica debe salir de nuestros correos electrónicos". Les deseo de todo corazón que este salto del espacio virtual al real sea exitoso y que las obras de tantos artistas que trabajan bajo las censuras o autocensuras que mencionan en sus correos puedan publicarse libremente como resultado de este debate. Sería admirable y una noticia de mucha esperanza también para tantas personas en el extranjero que tienen un amor grande por las artes y letras en Cuba.

Por mi parte, fuera de ese correo electrónico que a lo mejor es un primer paso en esa dirección, voy a hacer todo lo posible para que las obras suyas se conozcan en Alemania (de hecho trabajo con varios festivales de cine en mi país que programan cine de América Latina). Al mismo tiempo voy a seguir insistiendo que mi documental se pueda exhibir públicamente a los cubanos.

En cuanto a los cubanos fuera de la Isla, hay ya un camino que se abre. Para el lunes de la semana que viene (5 de febrero) el show "A mano limpia" del canal 41 de Miami me ha invitado junto con Matthias Hentschler, a enseñar algunos extractos de la película y discutir sobre ellos. Me da cierta tristeza el caso que Ud., Belkis, menciona: el de un documental cubano cuyo director se sintió explotado ideológicamente por una exhibición el canal 41. Como aquí no puedo ver la televisión de la Florida me resulta difícil opinar sobre ese asunto, pero de hecho para mí es un motivo más de aceptar aquella invitación para estar presente personalmente cuando se discuta mi filme y poder contradecir si algo se dice que no me parezca correcto.

En cuánto a una proyección en la Isla, ya varios representantes del cuerpo diplomático en Cuba, de la oposición o otras instituciones independientes del Estado me han propuesto hacer una proyección fuera de la oficialidad. No acepté porque este tipo de actividades de pronto cogen la pinta de encuentros conspirativos, de secretas maniobras políticas. Una fama que sería dañina para todos los que han trabajado en la película, sobre todo si son cubanos. No creo que encerrarse en un ghetto underground sea una solución. Voy a inscribir, este año sí, el documental en la sección oficial del Festival del Nuevo Cine. Como no lo he hecho anteriormente hasta ahora no ha sido rechazado oficialmente, y tal vez hasta diciembre ya los debates de UDs. habrán logrado un cambio de clima.

Sería una alegría para muchos aficionados del cine cubano si "esta prohibición no escrita ni reconocida oficialmente", si la "lista de tóxicos" —a la que seguramente habrá muchas otras obras que añadir— fueran fenómenos del pasado.

Les deseo mucha suerte en sus esfuerzas, dentro y fuera del correo electrónico, dentro y fuera de las pantallas de cine y televisión.

Con cordial saludo desde Berlín.

© cubaencuentro

En esta sección

¿Caso cerrado?

Josefina de Diego , Ciudad de La Habana | 22/02/2007


Tras la carga de los emails

Armando Añel , Miami | 16/02/2007


Acerca de la 'Declaración del Secretariado de la UNEAC'

Félix Sánchez , Ciego de Ávila | 14/02/2007


El extraño retraso de la muerte de Jesús Díaz

Augusto Magi , Sydney | 14/02/2007


El establo de caballos finos

Haroldo Dilla Alfonso , Santo Domingo | 12/02/2007


Una pesadilla sin perdón ni olvido

Reynaldo González , Ciudad de La Habana | 07/02/2007


¿El que calla otorga?: Lecciones del pospavonato

Dean Luis Reyes , Ciudad de La Habana | 07/02/2007


La anhelante y laboriosa irreflexión

Alessandra Molina , Roma | 05/02/2007


Apunte al margen

Manuel Zayas , Madrid | 05/02/2007



Subir