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Actualizado: 18/04/2024 23:36

EEUU, Espía, URSS

La calle del espía

El legislador Samuel Dickstein (demócrata por Nueva York) se presentó en la embajada soviética y le brindó sus servicios. Por supuesto, por un precio, como en Casablanca

La Samuel Dickstein Plaza es un tramo de una cuadra, entre Grand Street y East Broadway, en el Lower East Side de Manhattan. Aún lleva el nombre del congresista y magistrado demócrata que se destacó como un fiero oponente del fascismo y un luchador infatigable contra los subversivos de cualquier ideología. El único problema es que —además de su labor en el Congreso y las cortes— Dickstein era un espía soviético.

Dickstein nació en el antiguo Imperio Ruso, en lo que hoy es Lituania, de padres judíos. La familia emigró a Estados Unidos en 1887, para así escapar del antisemitismo generalizado bajo el zar ruso Alejandro III. Asistió a la facultad de derecho en la ciudad de Nueva York y consiguió un trabajo en una prestigiosa firma de abogados. Pronto se involucró en la política local. Su ascenso fue asombroso. En menos de una década de servicio público, fue elegido para la Cámara de Representantes.

Una vez en el Congreso, Dickstein se opuso con vehemencia al fascismo e intentó agresivamente erradicar cualquier propaganda fascista antiestadounidense dirigida a los ciudadanos de Estados Unidos. Mucho antes de que el senador Joseph McCarthy comenzara su campaña contra la “amenaza roja”, Dickstein criticó a los subversivos que intentaban derrocar al gobierno.

La retórica de Dickstein la emprendió con fuerza contra los partidarios estadounidenses del movimiento nazi, los fascistas en el extranjero e incluso los comunistas.

Sin embargo, más allá de sus palabras, Dickstein se presentó en la embajada soviética y le brindó sus servicios. Por supuesto, a cambio de un precio, como en Casablanca. Comenzó a obtener pasaportes estadounidenses para dárselos a los agentes soviéticos que intentaban trabajar dentro de Estados Unidos. Costaba aproximadamente $3.000 obtener un pasaporte a través de Dickstein, equivalente a más de $55.000 en dólares de hoy.

Luego ofreció sus servicios a la NKVD, precursora de la KGB soviética, por $1.250 al mes (alrededor de $23.000 en 2021) para entregar información obtenida de su comité del Congreso. Los soviéticos le otorgaron a Dickstein el nombre en clave de “Crook” (ladrón). Años después Nixon declararía no serlo con vehemencia, al menos buscando que lo creyeran. Al parecer a Dickstein no le preocupó mucho mientras le pagaran.

En1945 Dickstein perdió su posición en la comisión del Congreso y abandonó el cuerpo legislativo. Terminó su carrera como juez en la Corte Suprema de Nueva York, donde pasó el resto de su vida. Dickstein Plaza de Manhattan no recibió su nombre hasta 1963, casi una década después de la muerte de Dickstein, aparentemente en honor al anciano jurista.

Los soviéticos dejaron de pagarle a Dickstein cuando dejó el Congreso en 1945, pero su servicio a la URSS pasó desapercibido hasta 1999, cuando Weinstein y Vassiliev publicaron The Haunted Wood: Soviet Espionage in America - the Stalin Era. El libro tuvo un acceso sin precedentes a los archivos antiguos de la KGB, lo que reveló hasta qué punto Dickstein había ayudado a la Unión Soviética. Pero 23 años después, Dickstein Plaza todavía lleva el nombre de un espía de la KGB.

© cubaencuentro

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