De Bulgaria a Gran Bretaña pasando por Eslovaquia, Holanda o Finlandia, los partidos de extrema derecha esperan beneficiarse de los temores y el descontento generados por la crisis económica para conseguir buenos resultados en las próximas elecciones europeas de junio, dijeron analistas, reportó la AFP.

En República Checa, los neonazis del Partido Obrero multiplican los desfiles anti-roms y ven las elecciones europeas como una primera prueba de su popularidad; en Hungría, los ultranacionalistas del partido Jobbik consideran los comicios de junio como "una oportunidad real y prometedora".

"Las lecciones de la década de los treinta nos mostraron que una crisis económica y social, si no se controla, puede constituir un abono fértil para los movimientos radicales", se preocupaba recientemente el nuevo primer ministro húngaro, Gordon Bajnai.

Para el politólogo belga Pascal Delwit, "mientras estemos en una situación económica, financiera y, por lo tanto, social, complicada y tensa, podemos esperar manifestaciones violentas y un impacto en los comportamientos electorales".

Sobre todo en Europa del Este, donde la economía de varios ex países comunistas se derrumbó después de años de crecimiento, añadió.

Sin embargo, según Delwit, es difícil cuantificar el impacto sobre las urnas, porque "gran parte del electorado de extrema derecha nunca se moviliza para participar en las elecciones europeas".

En Praga, el primer ministro checo, Jan Fischer, dijo esperar que los neonazis "no pasen" en su país. "Pero hacen todo para lograrlo, manifestándose todas las semanas (...) lo que les hace una publicidad gratis en los noticieros televisivos", afirmó.

En Gran Bretaña, el British National Party ha aprovechado el escándalo de los gastos de los diputados, que salpica a toda la clase política. Con su eslogan "el trabajo británico a los trabajadores británicos", su presidente, Nick Griffin, espera conseguir por primera vez un escaño en el Parlamento Europeo. Incluso, dice que puede llegar a conseguir "hasta siete escaños" en Bruselas.

En otros países europeos, los discursos tradicionales contra la inmigración se focalizan sobre todo contra la integración europea de los turcos.

En Bulgaria, el partido Ataka hizo campaña sobre el "No a Turquía en Europa" y espera conseguir cuatro escaños. En Holanda, las encuestas predicen dos o tres escaños para el Partido para la Libertad (PVV) del diputado populista e islamófobo Geert Wilders.

En Austria, los afiches electorales del FPÖ (Partido para las Libertades) reivindican abiertamente "Occidente a manos de los cristianos". Tercera fuerza política del país desde las últimas elecciones legislativas, el FPÖ podría conseguir hasta el 19% de los votos en junio (por 6,3% en 2004), es decir, tres eurodiputados sobre los 17 que tiene Austria.

El otro movimiento de extrema derecha, el BZÖ (Alianza para el Futuro) podría conseguir por primera vez un escaño.

Lo mismo sucede en Finlandia, donde Timo Soini, el jefe del partido True Finns, logró convertirse en el candidato más conocido de la campaña europea, después de obtener 5,4% en las elecciones locales en 2008.

El Partido de la Gran Rumania, con su eslogan "Dos cristianos y patriotas para librar al país de los ladrones", espera también conseguir un escaño.

Hasta ahora, esos partidos nunca formaron alianzas duraderas a nivel europeo, justamente a causa de su discurso ultranacionalista.

Aunque el nuevo movimiento euroescéptico, Libertas, que dice estar en la "extrema derecha", piensa presentar candidatos en los 27 países europeos.

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