Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Glazer, Amis, Cine, Arte 7

El mal: su banalidad y cotidianidad

Esta película ha sido nominada al Oscar por el Mejor Filme Extranjero que, probablemente y no inmerecidamente, ganará

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The Zone of Interest abre con una secuencia de unos tres minutos en los cuales la pantalla se mantiene oscura mientras se oyen unos sonidos (que luego sabremos que son los gritos de los judíos prisioneros en Auschwitz, de los crematorios y de los soldados que los vigilan), para luego abrirse a una escena pastoril en la cual una familia descansa plácidamente junto a un río y luego recogen sus pertenencias y regresan complacidos a la casa. La familia en cuestión es la de Rudolf Hoss, su mujer, sus hijos y su ama de llaves y el río se encuentra a una pedrada de distancia de los muros que lo separan del campo de concentración de Auschwitz.

Es una escena fuerte, que contrasta la cotidianidad de un asesino, con su familia a la cual le dedica su tiempo y amor, y el crimen que a diario se comete bajo su dirección a unos metros de su remanso, sin que ello le dé ninguna crisis de consciencia. Es su trabajo y es muy bueno en ello. Es una perfecta ilustración de lo que Hannah Arendt escribió como reportajes para The New Yorker sobre el juicio que se hacía a Adolf Eichmann, uno de los principales exterminadores de judíos en los campos de concentración, que luego se publicó como libro bajo el título de Eichmann in Jerusalem: A Report on the Banality of Evil.

Una de las cosas que más aterrorizó a Arendt era que, no solamente Eichmann era un tipo de aspecto ordinario, sino que justificaba sus atrocidades diciendo que ese era su trabajo, que el sólo cumplía órdenes, se presentaba como un sustituible burócrata más. Eso, entre otras cosas, la llevó al concepto de la banalidad del mal. Esta secuencia, y el resto de The Zone of Interest captura perfectamente esto.

El filme se mueve entre la rutina de Hoss, mostrando como se reúne con unos arquitectos para aprobar los diseños de unos crematorios más efectivos, como si estuviera discutiendo y aprobando una zonificación suburbana, como lo homenajean en su cumpleaños con gran orgullos sus subordinados y sus relaciones familiares y la rutina de su esposa Hedwig, muy inmersa en rediseñar su casa y mantener todo bajo control, feliz de que incluso la llamen “La Reina de Auschwitz”, así como criar a sus hijos. Hay algunas escenas de gélida intimidad entre Hoss y Hedwig. También se observa el constante adoctrinamiento de los menores.

Llega el momento en que, por su eficiencia, lo ascienden a supervisor de todos los campos de concentración y lo envían a Oranienburg, cerca de Berlín, y Hedwig se desespera porque no quiere dejar su cómoda residencia. Hoss ruega que le dejen mantener la casa y propone a sus superiores que él vivirá solo mientras dure su puesto. Pero llega el momento en que se da la orden de trasladar para Auschwitz a 700.000 judíos húngaros, para cremarlos lo más rápido posible y Hoss es de nuevo devuelto a su puesto anterior porque es eficiente y su sustituto es un “flojo”. Hoss además se siente honrado que a la operación la han nombrado “Operación Hoss”. En Cuba conocí personajes responsables por atrocidades, entre ellas la coordinación de las UMAP, quienes justificaban su trabajo por razones ideológicas y porque en fin, era su trabajo y de no hacerlo ellos lo hubiera hecho otro quizá más atroz.

En otra escena pastoril, en la cual Hoss se baña en el río con dos de sus hijos, se da cuenta de que hay restos humanos flotando en el mismo. Inmediatamente recoge a sus hijos y se los lleva a la casa y luego les da una reprimenda a sus subordinados por su falta de cuidado. La madre de Hedwig viene a quedarse un tiempo en la casa, pero las cenizas en el aire le dan alergia y no soporta el olor ambiental ni los gritos y se va de madrugada dejando una nota a su hija que nunca leemos y que esta, enfurecida, quema.

En la casa entregan pertenencias de quienes llegan al campo de concentración, que Hedwig distribuye y da alguna piltrafa a las sirvientas, chicas locales polacas, que al parecer son judías ya que en un caso, en un rapto de soberbia, indignada le dice a una: “sabes que puedo hacerte cenizas y que terminen en el río” y en otro momento, Hoss va a escondidas a tener sexo con una de ellas y acto seguido lo vemos lavándose los genitales como un vesánico para borrar todo resto de impureza étnica.

Hay unas secuencias filmadas en rotoscoping (hasta que en la última ya vemos a las personas reales) que se intercalan en el resto de la trama, en la cual una muchacha, a escondidas, todas las noches se dedica a dejar comida para los prisioneros que salgan a sus trabajos. Son unas secuencias que me parecen gratuitas y que rompen el ritmo lento, pero necesario, del resto del filme.

Este es el cuarto largometraje de Jonathan Glazer (Londres, 1965), quien comenzó su carrera con la excelente Sexy Beast (2000), continuó con la no tan notable Birth (2004), a la cual le siguió la muy interesante Under the Skin (2013). En The Zone of Interest, escribió también el guion basado en la obra del gran escritor Martin Amis (Koba the Dread), pero en realidad cambió los objetivos de Amis. Glazer dirige muy bien la necesaria lentitud de la trama y creo que da muy bien esa banalidad del mal de la que hablaba Arendt. Esto lo diferencia de otros grandes filmes del Holocausto como los recientes The Boy in the Striped Pajamas (2008) y Son of Saul (2015), que se centran (como muchos anteriormente) en el horror del nazismo. Glazer se centra en la indiferencia ante el horror. Acierta la mayor parte del tiempo, pero las secuencias con la pantalla oscura, resultan reiterativas y las de la niña, inútiles. Se alejan del objetivo del filme y rompen su ritmo.

Las actuaciones de Christian Friedel como Hoss y Sandra Huller como Hedwig, son impecables. Huller está nominada a los óscares por su actuación en Anatomy of a Fall. La banda sonora me resulta demasiado agorera e inadecuada para un filme que carece de dramatismo, porque quiere acentuar esa banalidad, esa cotidianidad. La fotografía del gran Lukasz Zal (Ida, Cold War) es también excelente y creo que imprescindible.

En la vida real, Hoss se escondió tras el fin de la guerra y fue capturado un año después con la ayuda de Hanns Alexander, un judío alemán cazador de nazis, residente en Inglaterra. Fue entregado a Polonia, donde el Tribunal Supremo lo enjuició por criminal y lo condenó a muerte en 1947. Hoss reconoció haber sido responsables de la muerte de 2.500.000 personas, tanto por cremación, gasificación o de hambre. En un giro que quizá refuerza la banalidad del mal, The Zone of Interest ha sido nominada al Oscar por el Mejor Filme Extranjero que, probablemente y no inmerecidamente, ganará.

The Zone of Interest (Reino Unido/EEUU/Polonia, 2023). Guion y dirección: Jonathan Glazer, basado en la obra homónima de Martin Amis. Dirección de fotografía: Lukasz Zal. Con: Christian Friedel y Sandra Huller. De estreno en todas las ciudades de Estados Unidos.


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