Actualizado: 25/04/2024 19:17
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La duplicidad del closet

Un filme rodado en la extinta República Democrática Alemana hace un convincente y complejo estudio del personaje protagónico, que lucha contra sus conflictivos deseos y su auto represión

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En la ya desaparecida República Democrática Alemana, la actitud de las autoridades respecto a la homosexualidad fue distinta a la de otros países comunistas. En fechas tan tempranas como 1952 y 1957 ya había habido propuestas de despenalizarla, pero no fue hasta 1968 que finalmente se consiguió hacerlo. Los alemanes orientales se adelantaron a los del otro lado del muro, así como a otras naciones europeas. Los juristas consideraban las relaciones entre personas del mismo sexo como un “remanente del pasado burgués”, y confiaban en que desaparecería gradualmente. Por lo tanto, después de más de dos décadas bajo el socialismo no era necesario censurarlas ni castigarlas con una ley criminal.

Pero a diferencia de Hungría, en la RDA las posibilidades de críticas más o menos abiertas eran mucho más limitadas. Ambos regímenes diferían en cuanto a los niveles de opresión y represión. En la RDA, la Stasi operaba con mano férrea y reaccionaba con severos castigos ante cualquier actividad de oposición. Existía un estricto control de las fronteras, en especial, el muro que dividía a las dos zonas de Berlín.

De acuerdo a lo aprobado en 1968, las personas mayores de 18 años podían tener relaciones con otras de su mismo sexo. La situación no cambió en lo relacionado con la autorización de publicaciones y asociaciones homosexuales, pues las autoridades temían una propagación del “fenómeno”. Debido a eso, hasta la década de los 80, gays y lesbianas no tenían visibilidad social. No había debates públicos acerca de ese tema y en los periódicos, estaciones de radio y canales de televisión era un tema tabú. No obstante, a principios de la década de los 70 se dio el primer intento de formar una organización gay: Homosexuelle Interesengemeischaft Berliner.

Surgió bajo la influencia de No es perverso el homosexual, sino la situación en que vive (1971), un documental semi ficcional del cineasta y activista gay Rosa von Prauheim. En el mismo se mostraban los bares gays y sitios de ligue de Berlín Occidental, así como testimonios sobre la opresión que esas personas sufrían. El filme estaba dirigido a esa comunidad, y su mensaje era que sus miembros debían superar el miedo, salir del closet y luchar juntos por los mismos derechos que disfrutaban los demás. Su emisión en la televisión pública de la RDA halló eco y bajo su estímulo se creó el HIB. Funcionó bajo cuerda durante varios años. Pero sus encuentros fueron prohibidos y en 1978 dejó de existir.

En la década de los 80, sobre todo a partir de su segunda mitad, comenzó a producirse un cambio radical. En 1984, Kurt Starke y Walter Friedrich dieron a conocer un estudio sobre la sexualidad. En él dedicaban un capítulo completo a las relaciones entre personas del mismo sexo, y en el cual daban una visión favorable. Según ellos, es simplemente otra opción dentro del comportamiento sexual humano. Asimismo en esos años un grupo de académicos de la Universidad Humboldt organizaron un ciclo de conferencias sobre el tema, que significó otro aporte para la aceptación social de gays y lesbianas. No obstante, en las autoridades y la burocracia existían contradicciones y las posturas de algunos no eran claras. Aun así, el régimen pasó a ser más tolerante y las nuevas circunstancias propiciaron el nacimiento en la RDA de un movimiento homosexual.

Una coincidencia histórica

En ese contexto se rodó Coming Out, que además constituye un buen reflejo del mismo. Su estreno en Berlín Oriental tuvo una coincidencia histórica. Se hizo en el Cine Internacional el jueves 9 de noviembre de 1989, la misma noche en que colapsó el llamado Shaundmauer (Muro de la vergüenza). Se cuenta que durante la proyección se supo la noticia de lo que estaba ocurriendo afuera. Parte de los espectadores salieron de la sala para ir hacia allá, pero otros decidieron quedarse y demandaron ver el resto del filme, antes de ir a unirse a sus compatriotas.

Hay otra anécdota relacionada con el estreno de la controversial película. Günter Schabowski, miembro del Politburó, anunció en una conferencia de prensa transmitida por la televisión las nuevas regulaciones de viaje para los ciudadanos de la RDA. De acuerdo a ellas, a partir de ahora los alemanes podían salir del país sin trabas. Un periodista le preguntó cuándo entraba en vigor la nueva ley. Schabowski leyó sus apuntes y contestó: De inmediato. Al decirlo, cometió un error pues en la página siguiente se aclaraba que se empezaría a aplicar al día siguiente.

Al final de esa tarde, los puestos de la frontera recibieron una verdadera avalancha de viajeros. Ni las tropas de control de fronteras ni los funcionarios encargados de regular las salidas estaban informados sobre las nuevas normas y no sabían cómo actuar. Llamaron frenéticamente a sus superiores, pero no dieron con ninguno. De acuerdo al folclor local, los jefes no podían ser localizados porque esa noche habían asistido al estreno de Coming Out. Tras aquella proyección, la película se presentó al año siguiente en el Festival de Berlín, donde obtuvo el Oso de Plata a la contribución artística más destacada, además del Premio Teddy al mejor filme de temática gay.

Cuando realizó Coming Out, Heiner Carow (1929-1997) era un cineasta muy valorado y ampliamente popular entre los espectadores de su país. Antes había filmado una película igualmente controvertida, que provocó largas colas en las salas. Hablo de La leyenda de Paul y Paula (1973), una emotiva y hermosa historia de amor que hasta hoy sigue siendo un filme de culto entre sus compatriotas (en mayo del año pasado, la canciller Angela Merkel asistió a una proyección del mismo en la Filmoteca de Berlín). El centro del argumento lo ocupa la lucha de la protagonista por su felicidad personal. Además de la naturalidad con que están filmadas las escenas sexuales, se incluyen varias secuencias musicales con grupos de rock. Recuerdo que cuando vi la película en Cuba, quedé sorprendido con la actuación de una llamativa y excéntrica cantante. Un amigo que había estudiado en la RDA me dijo quién era: Nina Hagen, quien después se hizo mundialmente famosa por combinar en sus interpretaciones el canto operático y la música de base punk-hard rock.

A causa del carácter controversial y el alcance crítico de su cine, Carow no se libró de la censura. En 1968 realizó el filme Vienen los rusos, que permaneció archivado por veinte años. En él cuenta la trayectoria de un joven perteneciente a las Juventudes Nazis, que durante la Segunda Guerra Mundial termina prisionero del ejército soviético. Tras el éxito de La leyenda de Paul y Paula, Carow trabajó durante cinco años en un proyecto basado en Simplicius Simplicissimus (1669), la novela picaresca de Hans Jacob Christoffel von Grimmelshausen. Pero debido a la oposición de los funcionarios de la DEFA, se vio obligado a tirar la toalla y abandonarlo.

La trama de Coming Out transcurre en Berlín Oriental. Philipp, un joven maestro de una escuela secundaria, conoce a su colega Tanja tras un accidente en la escalera de la escuela y ambos inician una relación. En parte, él la usa para guardar las apariencias y demostrar que lleva una vida “normal”. Un día, un antiguo amigo de Tanja va a visitarla. Jakob, al que llama cariñosamente Redford, resulta ser un amor de juventud de Philipp. Los padres de este habían terminado la relación, y como compensación regalaron a Jakob una caja de compases y una bicicleta. Tras aquel reencuentro, Philipp entra en crisis, y una noche va “por accidente” a un bar gay, se emborracha y finalmente dos desconocidos lo llevan a casa.

Uno de ellos es el joven Matthias, quien en la escena inicial del filme es llevado al hospital tras haber intentado suicidarse. Philipp lo encuentra de nuevo poco después en una cola frente al teatro y ambos comienzan una relación que deriva en amor. Philipp tiene que enfrentarse a su propia orientación sexual, pero no tiene el valor para hacerlo. Aún está confuso y decide dejar al chico. En un concierto del famoso director Daniel Barenboim, se produce la confrontación cuando al ir a saludarlo, Matthias se encuentra con Tanja. Esta se da cuenta de lo que ocurre y deja a Phillipp. Este trata de negar que es lo que ella piensa. Con ello empeora la situación y pierde a Matthias. Tras aquella doble ruptura, el protagonista del filme pasa por un doloroso proceso que lo lleva a reconocerse con orgullo como homosexual e incluso a enfrentarse a la directora de la escuela.

Carow era defensor de un humanismo socialista. “¿Dónde deberían las minorías, incluyendo a gays y lesbianas, ser totalmente reconocidas y vivir con seguridad, si no es en el socialismo?”, se preguntaba. En Coming Out, propone la opción que planteaba el movimiento homosexual de la RDA en esos años: en lugar del “armario gris” del estado comunista y el “gueto del arcoíris” de los países occidentales, sugiere una tercera alternativa que combina el compromiso político con el socialismo y la autodeterminación individual. El cineasta comprendió además algo esencial: todas las relaciones, sean heterosexuales u homosexuales, son ante todo relaciones humanas.

La película hace un convincente y complejo estudio del personaje protagónico, que lucha contra sus conflictivos deseos y su autorrepresión. Desde la adolescencia, se sintió atraído por los chicos. Pero después ocultó esos sentimientos y aceptó vivir de acuerdo a las reglas impuestas por la normativa heterosexista. Su encuentro con Matthias hace que aflore ese secreto que no se había atrevido a confesar ni a sí mismo. Ya no puede volver a la normalidad y llevar la existencia que se espera de él. Y atormentado por la duplicidad del closet, su mundo empieza a venirse abajo.

Una vez que ha asumido su homosexualidad, la madre acude a hablar con él. Se ha enterado de su salida del closet y confiesa sentirse muy infeliz. Philipp defiende su decisión: “¿Tengo que justificarme? ¿Por qué? ¿Es mejor fingir? ¿A quién hago daño? ¿A mi tan llamada reputación?”. Todo eso está muy bien mostrado por Matthias Freihof, quien pese a su juventud y bisoñez (Coming Out era su segunda película) sale muy airoso e imprime verdad, sutileza y fuerza humana al personaje.

Homosexual él mismo, Carow clama por la tolerancia. Lo hace a través de una película sobre el amor y la honestidad, que evita el sensacionalismo y apuesta por la honestidad. Las escenas sexuales están realizadas con tanto candor como belleza. Asimismo resulta obvio su interés por plasmar un testimonio documental de la realidad gay tal como él la conocía. Son realmente sorprendentes las imágenes de la fiesta en el bar, donde homosexuales y travestis asumen su identidad con total libertad. Muchas de las personas que aparecen formaban parte de la escena gay clandestina de Berlín Oriental y aceptaron interpretarse a sí mismas. En otras escenas, se ven también algunas de las áreas de ligue de la ciudad, como la Märchenbrunnen.

Un aspecto crítico que, dada la época en que se filmó Coming Out, resulta sumamente valiente, es el de establecer un paralelo con la persecución de los homosexuales durante el nazismo. En la conversación con un señor mayor a quien sin motivo Philipp ha agredido en el bar, este le cuenta su historia. No tolera la brutalidad, le comenta, porque ha sufrido demasiada. Cuando tenía veinte años halló al amor de su vida. Pero alguien los reportó a la Gestapo y fueron encarcelados. Después él fue enviado a un campo de concentración, donde lo obligaron a llevar un triángulo rosa. Allí se salvó gracias a la ayuda de unos comunistas, a los cuales se unió. Al finalizar la guerra y surgir la RDA, todos, no importaba si eran judíos, fueron acogidos por igual en la nueva sociedad. Todos, excepto los homosexuales.

Pero el mérito de Coming Out no se reduce a su inteligente tratamiento del tema. Es trascendente además por todo lo que, estéticamente hablando, hace de ella una obra de sólidos valores. Se trata, en primer lugar, de un filme correctamente narrado, que cuenta con una precisa y profesional puesta en escena. La dirección de Carow es elegante y cuidada. Y en el plano técnico (fotografía, montaje, banda sonora) la película alcanza un notable nivel.

Quiero concluir este trabajo apuntando algo de lo cual, por razones obvias, no se habla en Coming Out. Al caer el muro de Berlín, los gays y lesbianas de la antigua RDA se enfrentaron a un interesante dilema. A uno y otro lado, ser homosexual era visto como un acto de resistencia. Pero además, al reunificarse las dos Alemanias, los ciudadanos de la antigua RDA pasaron a ser parte de una nueva minoría: los ossis, lo cual trajo tantos problemas como los de ser gay. Un excelente tema para una película.