Actualizado: 25/04/2024 19:17
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Cultura

Literatura

México y Gabriel García Márquez

El escritor colombiano fervorosamente mexicano por tantas jornadas entre nosotros, por tantos sueños compartidos

Comentarios Enviar Imprimir

Sí, es cierto. Aunque millones de lectores en el mundo no lo quieran creer, ni se resignen: Gabriel José de la Concordia García Márquez (Aracata, Colombia, 6 de marzo, 1927 - México, D.F., 17 de abril, 2014) ha traspasado los meridianos de las 2 de la tarde del tercer jueves de este abril y los portones se han abierto: el país que le dio “refugio providencial” por más de 50 años se aflige en un hálito de conjunciones innombrables: el hijo del telegrafista, el nieto del coronel Nicolás Márquez, el creador de Macondo, físicamente no está entre nosotros. Sí, es cierto. La muerte siempre, nos hace una mala jugada.

A finales de los años 50 arriba a México García Márquez: su hijo Rodrigo tiene 3 años y tres años después (1962) nace Gonzalo. No es fácil conseguir trabajo por esa época. Álvaro Mutis, Max Aub y Juan García Ponce lo ayudan incondicionalmente. Mientras tanto, Gabo y Mercedes hacen filas interminables en los despachos de la Secretaría de Gobernación para poner en orden sus papeles migratorios. Max Aub le consigue participar en unos programas en Radio Universidad. Llegada de algunas comisiones atrasadas por regalías de El coronel notiene quien le escriba, Los funerales de Mamá Grande y La Mala hora. Logro de cierta holgura financiera: mudanza a un departamento más amplio. Ixtaccihualt 88, Colonia Florida, DF: gestación de la aventura de los Buendía.

Viaje familiar a Acapulco en un Opel blanco que el escritor ha podido comprar a plazo. Gonzalo y Rodrigo van felices por el encuentro con el mar; en una curva de la carretera el padre decide regresar a la Ciudad de México: “Me llegó la hora, éste es el momento”, le explica a una Mercedes desconcertada. Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronelAurelianoBuendía había de recordar... Catorce meses de furor sobre la máquina de escribir. La esposa se endeuda con el arrendador y el carnicero.

“Estaba como poseso, como si mi cuerpo todo y mi alma estuvieran poseídos por la trama de la novela”, declaró años después el autor de Crónica de una muerte anunciada. Conclusión. Manuscrito listo. Álvaro Mutis, su lector confidente, está optimista con el resultado. Carlos Fuentes habla maravillas de la historia. Editorial Sudamericana S. A. Destino, Buenos Aires. Empeños de enseres domésticos (secador de pelo, batidora, radio, calentador...) en el Monte de Piedad del Zócalo de la capital mexicana para pagar los timbres del envío. “Oye, Gabo, ahora lo único que falta es que esta novela sea mala”, comenta Mercedes en las oficinas del correo. Gabo la mira perplejo, y enmudece en turbador silencio.

A las pocas semanas, después de recibir el manuscrito y la primera edición agotada en una semana recibe un adelanto de los editores de más de 450 mil dólares. Respiro económico en la familia García-Barcha. 30 de mayo de 1967: aparición del “Quijote de América”: Cien años de soledad. En tres años, ventas de 600 mil unidades; en ocho años dos millones de ejemplares comercializados, y traducciones a más de 20 lenguas.

“Mire lo que le traigo: lea esa vaina, carajo, para que aprenda”: Álvaro Mutis en el departamento del escritor —Renán 21, Colonia Anzures, DF— en los años 60. La vaina era Pedro Paramo, de Juan Rulfo. “Aquella noche no pude dormir mientras no terminé la lectura; nunca, desde la noche tremenda en que leí La metamorfosis, de Kafka (...), había sufrido una conmoción semejante. Al día siguiente leí El llano en llamas y el asombro quedó intacto”, confesaría años después el Premio Nobel.

“Sin los recuerdos que me inspiró México nunca podría haber escrito Cien años desoledad. Creo que el encuentro de la guayaba y el chile produjeron en mi manera de ver el mundo, un nuevo sabor. Cien años... es una novela mexicana, escrita en México, pensada en México y con los desvelos de las noches de México”, precisó cierta vez el hijo del telegrafista.

Ciudad de México, 22 de octubre de 1982. Otorgamiento a Gabriel García Márquez de la Orden Águila Azteca. “Recibo la orden Águila Azteca con dos sentimientos que no suelen andar juntos: el orgullo y la gratitud. Se formaliza de este modo el vínculo entrañable que mi esposa y yo hemos establecido con este país que escogimos para vivir desde hace más de veinte años. Aquí han crecido mis hijos, aquí he escrito mis libros, aquí he sembrado mis arboles”.

El escritor colombiano fervorosamente mexicano por tantas jornadas entre nosotros, por tantos sueños compartidos... Ciclones y recolectas, terremotos y festividades, sacudidas y agasajos... En cada acontecimiento, aterrador o donoso, el autor de Noticia de un secuestro ha estado en la lista de los convidados. Uno no escoge el lugar de nacimiento; pero, tenemos la suerte de elegir a nuestros aliados y el espacio del último suspiro. El colombiano que escribía para que sus amigos lo quisieran más decidió morir en la calle Fuego No. 144, del barrio del Pedregal de San Ángel, vaya manera de amar a un país. Los vecinos han sembrado rosas amarillas en los biombos de las entradas de sus casas.

En Aracata una bandada de pájaro da vuelta a las copas de un árbol, y una pianola italiana entona un vallenato de mustia algarabía. En Riohacha a los niños, los ojos se le han inundado de candor incurable, y una muchacha de Barranquilla gotea lágrimas áureas de sus pestañas ofuscadas. Aquí, en la capital mexicana, en el edificio Bonampak de la Colonia Roma —primer lugar de residencia del colombiano en México— dicen que Remedio, La Bella merodea los rincones; cerca del departamento de la calle Renán 21, Colonia Anzures —segundo lugar de morada en el DF de la familia García-Barcha— vieron a Melquíades escribiendo sobre unos folios amarillentos los vaticinios del Viernes Santo.

Miguel de Cervantes y Saavedra escribió esa obra maestra de la lengua castellana, El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha (1605/1615) entre Sevilla y Valladolid; “El Quijote de América”, Cien año de soledad, fue escrito íntegramente en la Ciudad de México en el departamento de la calle Ixtaccihualt 88 de la Colonia Florida. Dicen que en diciembre de 1982, Salón de protocolo en Estocolmo donde se entrega el Nobel, un olor a jacarandas se mezclaba con el aroma de las guayabas de Macondo.


Los comentarios son responsabilidad de quienes los envían. Con el fin de garantizar la calidad de los debates, Cubaencuentro se reserva el derecho a rechazar o eliminar la publicación de comentarios:

  • Que contengan llamados a la violencia.
  • Difamatorios, irrespetuosos, insultantes u obscenos.
  • Referentes a la vida privada de las personas.
  • Discriminatorios hacia cualquier creencia religiosa, raza u orientación sexual.
  • Excesivamente largos.
  • Ajenos al tema de discusión.
  • Que impliquen un intento de suplantación de identidad.
  • Que contengan material escrito por terceros sin el consentimiento de éstos.
  • Que contengan publicidad.

Cubaencuentro no puede mantener correspondencia sobre comentarios rechazados o eliminados debido a lo limitado de su personal.

Los comentarios de usuarios que validen su cuenta de Disqus o que usen una cuenta de Facebook, Twitter o Google para autenticarse, no serán pre-moderados.

Aquí (https://help.disqus.com/customer/portal/articles/960202-verifying-your-disqus-account) puede ver instrucciones para validar su cuenta de Disqus y aquí (https://disqus.com/forgot/) puede recuperar su cuenta de un registro anterior.