Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Música

Un mito finalmente recuperado

Tras cuatro décadas de estar silenciado, se edita en Cuba una caja con cuatro discos compactos que recogen el valioso legado musical del cuarteto Los Meme

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Un fenómeno característico del panorama musical cubano de la década de los 60 fue el surgimiento de varios cuartetos que disfrutaron de una notable aceptación. Hablo, entre otras agrupaciones, de Los Zafiros, Voces Latinas, Los Modernistas, Los Bucaneros, Los Caña, Los Brito, Voces del Trópico, Los D´Enríquez, Los Dimos, a los cuales cabe agregar el Cuarteto del Rey, que si bien apareció en la década anterior con el nombre de Embajadores del Rey, fue en los 60 cuando desarrolló su labor más significativa. Esos cuartetos continuaban una tradición que contaba con antecedentes tan importantes como los de Orlando de la Rosa, Isolina Carrillo, Facundo Rivero y Aida Diestro, además de otros como Los Llópiz y Los Faxas.

Entre aquellas agrupaciones vocales que entonces emergieron, ocupa un sitio de privilegio Los Meme. Lo creó en 1960 el compositor y pianista Meme Solís (nombre artístico de José Manuel Solís Fernández, Mayajigua, 1939), quien venía de acompañar al cuarteto Las D´Aida y a Elena Burke. Inicialmente, Los Meme lo integraron Moraima Secada, Wilfredo Riquelme, Ernesto Martín y Meme. En 1962, el segundo fue reemplazado por Bobby Jiménez. Dos años después, se incorporaron Miguel Ángel Piña, Raúl Acosta y Farah María, quien pasó a sustituir a Moraima. El último en entrar fue Héctor Téllez, quien lo hizo en 1967. El cuarteto mantuvo una intensa actividad en centros nocturnos, teatros, programas de radio y televisión. Su trayectoria cesó en 1969, debido a la salida del país de Meme. A partir de entonces, el nombre de este y del cuarteto creado por él fueron borrados y sus grabaciones dejaron de programarse en las emisoras. La medida formaba parte de la política general de alzhéimer que, durante varias décadas, aplicaron las instituciones oficiales a todos los que optaban por el camino del exilio. Es esa la causa de que hoy existen varias generaciones para las que el nombre de Los Meme significa, como mucho, una referencia que alguna vez han oído mencionar a sus padres y abuelos.

Cuarenta años después, la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM) ha decidido poner fin a aquella “condena” y ha editado una caja bajo el título de Los Meme (2009). Incluye cuatro discos compactos que resumen espléndidamente la labor del cuarteto. En uno de ellos, titulado Traigo mi voz, se recogen 24 canciones, que representan la casi totalidad de las grabadas por el cuarteto. Los otros tres, Recuerdo de aquel largo viaje, Un día de estos y Búscame, ilustran lo que podríamos llamar el legado de Los Meme, a través del trabajo posterior como solistas de Farah María (La Habana, 1944), Miguel Ángel Piña (Santiago de Cuba, 1944) y Héctor Téllez (Santa Clara, 1945). Fueron unos cuantos los temas que ellos popularizaron, y aparte de las condiciones vocales que posee cada uno, en ellos se advierte la experiencia adquirida en sus años de trabajo con un creador tan talentoso como Meme Solís. No fue ese el caso de Moraima Secada, quien cuando se integró al cuarteto venía de cantar con la orquesta Anacaona y Las D´Aida. Es justo, por tanto, felicitar a Joaquín Quintero, productor y responsable de la selección musical de la caja. Esta además viene acompañada de un folleto, que trae unas notas informativas atinadas y bien hechas que firma Frank Padrón.

El compacto dedicado a Los Meme recoge prácticamente lo mejor y más representativo de su trabajo musical. Quien escuche esos 24 temas puede tener una visión cabal de la línea estética que el cuarteto desarrolló durante sus diez años de andadura artística. Lo primero a resaltar es su clara apuesta por los compositores cubanos. De las 24 canciones, solo dos pertenecen a creadores extranjeros, el francés Michel Legrand (Sans toi) y el italiano Leo Carmi (El torrente). Las otras 22 las firman Meme Solís (Otro amanecer, Ese hastío, Empezar, Fue tu bendición, En la distancia, No mires para atrás, Vida, si pudieras, Traigo mi voz, Mía la felicidad, Estos días de lluvia, Destino de los dos, La orquídea), Carol Quintana (Farah María, Por fin te olvidé, La razón de sufrir), Héctor Téllez (Por qué razón, Ya llegó la felicidad, Y quiero que tú sepas, esta última con Miguel Ángel Piña), Armando Larrinaga (Hoy por hoy soy feliz), Facundo Rivero (No me quieras así), Piloto y Vera (Y solo tú y yo), José Antonio Méndez (Popurrí de canciones).

Por otro lado, la selección preparada por Quintero permite disfrutar al cuarteto cuando ya había creado y consolidado un estilo propio, que lo distinguió de las otras agrupaciones vocales de esa época. Existe un compacto titulado Cuarteto Meme Solís con Moraima Secada, que recoge 13 grabaciones de los primeros años. Quien escuche temas que allí figuran, como Alivio, Tú mi rosa azul, No niegues que me quisiste, Vereda tropical o Corazón en cristal, se darán cuenta de lo que quiero decir respecto a la definición de un estilo propio. El propio Meme Solís reconoce que el emblemático Otro amanecer marcó en el cuarteto el inicio de una nueva etapa, aquella por la cual más se le identifica y recuerda. El compacto Traigo mi voz se centra precisamente en esos años, al compilar grabaciones fechadas entre 1965 y 1968.

Se advierte en ese repertorio el interés por modernizar y poner al día nuestra cancionística, incorporándole elementos de la música que entonces se hacía en otros países. Se suele señalar a Michel Legrand como una de las fuentes en las que Meme Solís se nutrió. En Cuba se conocía al compositor francés a través de sus trabajos para el cine, pues entre los numerosos filmes para los cuales escribió la música, en la Isla se proyectaron Cleo de 5 a 7, ¿Quién eres tú, Polly Maggoo?, Los paraguas de Cherburgo, Las señoritas de Rochefort. En particular, los dos últimos tuvieron muy buena acogida en el público. De existir, su influencia debe buscarse en las numerosas baladas que el cuarteto interpretó, y con las cuales consiguieron muchos de sus éxitos más recordados. Los Meme, no obstante, también cantaron temas más rítmicos, entre los cuales aparece como una curiosidad un Mozambique, aquel ritmo bailable que creó el hoy olvidado Pello el Afrokán.

El buen gusto es el denominador común de esas canciones, en las que el amor aparece como eje temático. Las letras consiguen su expresividad a partir de imágenes poéticas claras, sobrias y eficaces: “Siento cuando tú te me acercas/ que comienza la vida con otro amanecer./ Quiero que tu imagen me siga,/ dame la razón de vivir./ Siento que si de mí te alejas,/ se me acaba la vida, no tengo amanecer”. Musicalmente se apoyan además en unas melodías hermosas, elegantes, que entran en la memoria y permanecen en ella. Otro amanecer, Y solo tú y yo, Empezar, Ese hastío, Traigo mi voz, La orquídea, son ejemplos de música que combina la salida comercial con la elaboración compositiva. Frank Padrón señala que en esos 24 surcos es posible advertir cierta pobreza en los arreglos, que a veces resultan elementales y rutinarios. Con todo, la mayoría de esas canciones posee la calidad y la fuerza propia suficientes para que, pese a ello, se mantengan en pie.

Concepto integrador y lucimiento individual

A esto último también contribuye mucho el esmerado trabajo vocal, que en definitiva es lo que posee el mayor peso. Meme Solís, quien se responsabilizó de ese aspecto, cuidó por igual el concepto integrador y el lucimiento individual de cada miembro. Así, si en Otro amanecer, Traigo mi voz, Estos días de lluvia él interviene como solista, en otros temas ofrece similar posibilidad a Farah María (No mires para atrás, Por fin te olvidé, La orquídea), Miguel Ángel Piña (Sans toi, Empezar) y Héctor Téllez (Ya llegó al felicidad). No obstante, es pertinente aclarar que el concepto de solista es, en el caso de Los Meme, muy relativo, pues su repertorio se sustenta ante todo en la labor colectiva. Merece destacarse en este sentido la creatividad que alcanzó el cuarteto en el tratamiento armónico de las voces, así como lo inteligentemente empleada que es cada una.

Señalé antes que el concepto a partir del cual fue concebida la caja no solo tiene el acierto de recoger un compendio casi completo y muy representativo del trabajo de Los Meme. Incluye además la herencia musical que dejó, a través de la trayectoria en solitario de Farah María, Héctor Téllez y Miguel Ángel Piña, quienes integraron el cuarteto durante la última etapa. Fue precisamente en esa agrupación donde los tres adquirieron su formación más sólida, la cual les permitió desempeñarse como solistas y disfrutar de una considerable popularidad, una vez disueltos Los Meme. El compacto donde se recogen 21 grabaciones de Farah María, pone en evidencia que de los tres, fue ella la que demostró mejor criterio y coherencia al seleccionar su repertorio. Así, además de cantar temas, entre otros, de Jorge Estadella, Mario Aguirre, Tania Castellanos, Juan Almeida, José Valladares, Osvaldo Rodríguez, incluyó composiciones de Mike Purcel (Paloma) y Silvio Rodríguez (El día feliz que está llegando).

Como bien se apunta en la contraportada de la caja de discos a la cual se han dedicado estas líneas, en la cancionística cubana Los Meme constituyen un mito permanente. Si bien no puede decirse que lo sea para aquellos que no alcanzaron a conocer su trabajo, sí lo fue para muchos cubanos a cuya educación musical y sentimental contribuyeron con unas canciones llenas de sensibilidad, belleza y buen gusto. Así lo ponen de manifiesto las seis personas que gentilmente han accedido a expresar, en las líneas que reproduzco a continuación, su valoración sobre Los Meme.

“Una vez llevé a mi esposa, quien pertenece a la generación cercana a los Bee Gees, al concierto anual que hace Memé Solís cada año en Miami para paliar la ansiedad de sus numerosos seguidores. Disfrutó mucho la experiencia de ver a cientos de personas entonando, al unísono, sus contagiosas canciones, como hacen hoy los grandes intérpretes en sus recitales. El cuarteto de Meme Solís fue la llave de la modernidad para la cultura popular cubana en los años sesenta, junto con Los Zafiros. La idea de ir a un concierto-espectáculo, para deleitarse con cantantes bien vestidos que se expresaban en rigurosa y atractiva coreografía gestual, nos permitió soñar poco antes de que el buen gusto entrara en bancarrota. Los Meme nos hicieron creer que, con buenas canciones, se alejaría la eventualidad de una Cuba contra natura. El sortilegio fue breve, pero valió la pena. Es parte de nuestra banda sonora.” Alejandro Ríos, crítico de cine y periodista.

“Cuando era niño me regalaron un acordeón. No tardé en darme cuenta de que la música no era lo mío y terminé cambiando sus teclas por las de una máquina de escribir. Sin embargo, con gran esfuerzo, logré aprender las notas musicales de una melodía que hacía furor en aquel tiempo. Era El torrente. La cantaban Los Meme y se oía de la mañana a la noche. Los Meme hacían furor. La música que interpretaba el cuarteto se me metió muy adentro, tanto que, a pesar de haber estado prohibida durante décadas en la radio cubana, ha continuado dándome vueltas en la cabeza. Eso explica que, tanto tiempo después, a veces me sorprenda tarareando desafinadamente, mientras conduzco mi Toyota por algún express way: ‘Salvajemente, hermosa, fuerte y pasional...’.” Antonio Orlando Rodríguez, escritor.

“Los Meme era la expresión cubana de una sensibilidad musical de entonces: los grupos, casi siempre cuartetos, que cantaban en armonía. No eran los únicos, pero sí los más interesantes, gracias a la presencia y dirección de Meme Solís. Una noche en la noche de La Habana de aquellos años no estaba completa sin escuchar a Los Meme. Fausto Canel, cineasta y escritor.

“Corría el ano 1965. Aún era yo un estudiante de música cuando el cuarteto Los Meme, liderados por el talentoso compositor e intérprete Meme Solís, inundaba los espacios radiales y la televisión de Cuba, trayendo con sus temas una bocanada de aire fresco al monótono panorama musical (chovinista) de esa década. Recuerdo que me impresionaron, entre otros, aquellas versiones de temas memorables del gran compositor francés el Maestro Michel Legrand, Sans Toi, o aquellos hermosos temas de la película Los paraguas de Cherburgo.”

“La década de los sesenta en Cuba pudo haber sido ‘la década prodigiosa’ que auguraba su primera mitad, pero se convirtió en la de la frustración y el desencanto. La noche fue entonces un espacio de soledad necesario, donde cabía la música internacional del momento con Nocturno y el intimismo romántico de A solas contigo, el programa de Meme Solís y su cuarteto, un refugio para ‘el alma trémula y sola’, como dice el verso de José Martí. Gracias, Meme, por ayudarnos a sobrevivir.” Lilliam Moro, poeta y novelista.

“Musicalmente, el concepto vocal del cuarteto se inspiraba en una larga tradición vocal de agrupaciones vocales norteamericanas y, en particular, una que en mi opinión les marcó muy favorablemente, The Platters. Pero solo fue un punto de partida. El talento de Meme Solís logró impartir a Los Meme un sello muy personal, que mezclaba también lo mejor del bolero —o quizás mejor decir el feeling— con la balada rock, popular género en compás de 12/8, que es casi como el símbolo de esa década. Figuras estelares tales como Bobby Jiménez, Moraima Secada y otros muchos integraron Los Meme, hasta llegar a la formación final que casi todo el mundo recuerda, con Farah Maria, Miguel Ángel Piña y Héctor Téllez, cada uno aportando su sello particular y especial talento. Definitivamente, no se puede hablar de la década de los sesenta en Cuba sin mencionar, sin tener en cuenta esta excelente agrupación vocal.” Mike Purcel, compositor, intérprete y arreglista.

“Venía a decir Georg August Griesinger (el primer biógrafo de Haydn) que somos de forma esencial y sanguínea la melodía que somos capaces de retener, a veces desde una inconciencia, otras por instinto. Para los cubanos de mi generación, a la que me gusta llamar, del “pos-bolero”, hay una combinación sonora y ambiental, olfativa y sensorial, que va del filin (o escribamos ‘feeling’) a la balada sentimental. Y nominalmente esto está asociado en primera instancia a la figura de Meme Solís, tanto en la figura del compositor como en la de director musical de su cuarteto.

“Al olor frío y cargado de nicotina vieja de los clubes se sumaba un cierto déjà vu en el estilo, una sensación de abandono constante y de entonación de un desgarrado lamento como estro. La fuerte y siempre elipsis sexual de las letras, el registro heredado de la segundas voces de la canción tradicional mezclada a nuevos acentos foráneos, hizo de las melodías de Meme Solís un referente identificador capaz de servir a tirios y troyanos, a apocalípticos y a integrados.

El viaje troncal de Meme Solís comienza y después cristaliza alrededor de la mujer cantante. Acompañó primero a Olga Guillot y luego a una casi debutante Elena Burke. Después aparece como figura bisagra junto a Moraina Secada hasta llegar a Farah María, que terminó de identificar la parte melódica en el conjunto. Detrás de esto están dos formaciones canónicas: el Cuarteto de Orlando de La Rosa y las D’Aida (el molde venía de The Andrew Sisters y su revelación tonal como trío de swing) como una potente influencia que tiende su sombra rumorosa y su estela coral más allá de cualquier formalidad. Meme acompañó a las chicas de Aida Diestro y esa experiencia le enriqueció de una manera sorprendente.

“El Club 21 era el crisol de todas estas aventuras cromáticas. El filin llevaba dentro a la jazz-song pero ya la Diestro le había puesto tambores batá. La prodigiosa mezcla sentaba las bases que Meme usufructuaría con su talento y su inspiración, siempre desde una postura más inclinada a cierta distancia, una elegancia concordante con sus corbatas finas y sus chaquetas de fantasía. Se puede historiar el porqué de la formación vocal (3 voces masculinas y una femenina) y hay varias tesis en liza. Lo que sí es cierto y es real es que en las D´Aida predominaron las voces graves, el registro de contralto o de mezzosoprano sobre un solo registro alto. No puede obviarse la influencia de Martha Valdés, gran señora de la letra y la inventiva temática de esta época. Con mucho cariño y añoranza.” Roger Salas, crítico de danza y escritor.

“Los Meme en el Flamingo donde los vi muchas veces era algo difícil de describir. Tal vez porque éramos jóvenes -y ellos también- o porque traían una euforia y una fuerza, aparte de aquellas cosas tan drásticas como “siento que si de mi te alejas, se me acaba la vida, no tengo amanecer”. Era muy a la tremenda, muy arriba, como tantas ilusiones de entonces. Recuerdo aquella atmósfera, como aquella “agua del torrente”, con su “impulso arrollador”. Después supimos o ya lo sabíamos que Meme Solís era y es un gran músico, que dio cohesión y dramatismo a aquellas voces que empastaban tan bien, Farah María, Miguel Ángel Piña y Héctor Téllez. Lo mejor es que todavía los oigo. Todavía “le pregunto al destino”. En La Habana hace bastante, compré un casete -de esos que la gente conoce como los de diez pesos- editado por la EGREM en el 2005 con quince temas, una foto preciosa y unas notas de Sigfredo Ariel. Para ir con la rima, todavía les soy fiel.” Rosa Ileana Boudet, crítica e investigadora.