Actualizado: 23/04/2024 20:43
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La Escuela Internacional de Cine y TV busca un fondo de $ 50 millones para garantizar la gratuidad

La EICTV tiene más de 120 alumnos “regulares”, que pagan una matrícula anual de 5.000 euros, y también pagan los que asisten a sus talleres

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En medio de palmeras y un sol abrasador, estudiantes de todo el mundo aprenden a hacer cine en una escuela creada hace 25 años en Cuba por Fidel Castro y el premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez, que ahora busca recuperar la gratuidad perdida.

Según AFP, el nuevo director de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV), el cineasta guatemalteco Rafael Rosal, quiere aprovechar el 25º aniversario del establecimiento, que se cumple el 15 de diciembre, para promover la creación de un fondo internacional que permita que los alumnos no tengan que pagar.

“A mediados de los años 90, cuando se dio el período especial en Cuba (tras el fin de la ayuda soviética), hubo necesidad de comenzar a cobrar a los estudiantes. Yo creo que eso modificó en alguna medida el perfil del estudiante”, dice Rosal a AFP.

Mientras Rosal afina el programa de celebraciones y su plan de financiación, sus alumnos filman dentro y fuera de la escuela situada en la zona agrícola de San Antonio de los Baños, 30 kilómetros al oeste de La Habana, sede también el único Museo del Humor de Cuba.

“Me gustaría ser guionista de una película que se haga”, dice Mauricio Quirós, costarricense de 29 años, que abandonó el surf y la música para estudiar en este centro, donde los muros exhiben autógrafos de algunos de sus profesores más famosos, entre ellos Francis F. Coppola y Steven Spielberg.

“Me estoy especializando en sonido”, indica el austríaco Stefan Voglsinger, de 25 años, mientras revisa un vídeo en un ordenador portátil con su compañero alemán Florian Kunert, de 22, que se forma para dirigir documentales.

La carrera de cine dura tres años, pero simultáneamente, la Escuela de San Antonio de los Baños —pueblo natal del trovador Silvio Rodríguez— imparte talleres de dos o tres semanas de duración, a los que también acuden alumnos de diferentes países. Por eso, su primer director, el realizador argentino Fernando Birri, la llamó “escuela de tres mundos”.

“Vine porque me quiero especializar en curatoría de festivales” de cine, cuenta la periodista chilena Lisette Sobarzo a AFP.

La EICTV tiene más de 120 alumnos “regulares”, que pagan una matrícula anual de 5.000 euros, y también pagan los que asisten a sus talleres. En cambio, la Escuela Latinoamericana de Medicina y la Escuela Internacional de Educación Física y Deportes, ambas para extranjeros, siempre han sido gratuitas en Cuba.

Impulsada por el escritor colombiano Gabriel García Márquez, la EICTV fue fundada en 1986 para promover el nuevo cine latinoamericano. Tiene 750 titulados y otras 10.000 personas han asistido a sus talleres.

“Una de las cosas que hace a esta escuela bastante única es que sus profesores no son académicos, sino cineastas con una vida productiva e intensa que pueden dedicarle a la escuela dos o tres semanas al año” para dictar un taller, explica Rosal.

“Probablemente tenemos el claustro de profesores más grande de cualquier escuela de cine (...), pues por aquí circulan más de 400 profesores al año; eso la hace muy especial”, añade.

Pese a la gran demanda, sus vacantes son limitadas. Cada año ingresan 42 alumnos (incluidos algunos cubanos becados), seis por cada una de sus siete especialidades: dirección de ficción, dirección de documental, guión, producción, fotografía, sonido y edición.

El 2012, la matrícula subirá a 48 alumnos regulares, con la introducción de otra especialidad: televisión y nuevos medios.

El aniversario de la Escuela será celebrado el 9 de diciembre, en vez del día 15, para que coincida con el 33er Festival Internacional de Cine de La Habana, que se desarrollará del 1 al 11 de diciembre.

La EICTV, que ocupa un predio de 40 hectáreas, produce todos los vegetales que consumen sus alumnos, profesores y 336 funcionarios.

Fue instalada en el campo porque “el comandante Fidel y García Márquez vieron que sería mejor que los estudiantes no estuvieran en La Habana, que es una ciudad muy interesante, pero le puede absorber la vida a un estudiante”, cuenta Rosal.

Según su director, la Escuela “es como un monasterio”. Sin embargo, la vida sentimental y sexual es libre, y en su enfermería se reparten gratuitamente condones.

Hasta que llegó el 'periodo especial', la Escuela era financiada enteramente por el Estado cubano, que ahora aporta un tercio del presupuesto. El resto proviene de donaciones y del pago de matrícula y talleres.

“Tenemos un presupuesto de 3,5 a 4 millones de dólares (anuales), que es bajo para todo lo que hacemos. Es un permanente multiplicar de los peces y los panes”, dice Rosal, cuyo plan es crear un fondo que genere intereses para financiar la Escuela.

“Yo quiero que (el fondo) fuera de unos 50 millones de dólares, porque si no, no sería suficiente para garantizar la gratuidad”, explica.

“Esta Escuela se hizo para el que tenga talento y el deseo, no para el que tenga talento y dinero. Hay miles afuera que tienen talento”, afirma Rosal, quien se formó en la EICTV en la época en que todos sus alumnos estaban becados por Cuba.


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