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La batalla por otros medios

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La capacidad didáctica de Carlos Alberto Montaner se nos revela una vez más en su penúltimo libro, Cuba, la batalla de ideas (Firmas Press, Miami 2008), una compilación de conferencias, ensayos y artículos redactados por el autor en los últimos años y ahora puestos a confluir armónicamente. Dividido en cuatro partes fundamentales (Debates, La transición, José Martí y La identidad conflictiva), este volumen desarticula el “descomunal y constante esfuerzo por ocultar la realidad” al que el gobierno cubano, con su proverbial destreza eufemística, llama “la batalla de ideas”.

Cuba, la batalla de ideas abre con un prólogo en el que el autor de Viaje al corazón de Cuba ausculta los primeros meses revolucionarios, inmediatamente posteriores a 1959, a través de su experiencia vital. Niño precoz, Carlos Alberto Montaner tuvo el privilegio de descubrir tempranamente, y por partida doble -a una edad muy temprana y de una muy temprana manera- el carácter totalitario de la revolución castrista. Un privilegio que lo llevaría a la cárcel cuando sólo contaba 17 años, en 1961.

Es a partir de su salida de Cuba, tras escapar de prisión, que el actual presidente de la Unión Liberal Cubana desarrolla una carrera literaria y periodística en la que el afán de trascender la exposición de los hechos para proponer explicaciones y/o soluciones a los mismos, marcará distancias. A esta tradición pedagógica, que probablemente Montaner ha llevado más lejos que cualquier otro escritor cubano, pertenece Cuba, la batalla de ideas, una batalla por otros medios que pone al contrario –el régimen castrista- bocabajo y pataleando.

Pero, ¿por qué por otros medios? Porque la “batalla de ideas” anunciada por el régimen de La Habana no es más que una operación propagandística en la que no caben el intercambio de argumentos ni la polémica, dado que el público lector natural, el residente en la Isla, sólo tiene acceso a las “ideas” de uno de los contrincantes. ¿Cómo puede haber batalla si en el campo de batalla por antonomasia, el territorio cubano, sólo dispara al aire un solo ejército? ¿De qué batalla estamos hablando si uno de los dos bandos se niega a enfrentar al otro en un debate abierto? Imaginémonos la arena del circo romano y a un solitario gladiador en el centro, pegando mandobles a diestra y siniestra, sin oposición visible. Es esta suerte de grotesca pantomima lo que puede percibir el público (la sociedad cubana) desde las gradas insulares. Es a esto a lo que se reduce la famosa “batalla” castrista.

Así, en este contexto oportunista, desde el que los lectores de la Isla carecen de contrapartidas, se inscriben libros de reciente aparición en Cuba como, por ejemplo, El Imperio del terror, el cual, según sus patrocinadores, constituye "una investigación acuciosa y oportuna" sobre "una esfera del desarrollo capitalista norteamericano, conducida hasta sus expresiones más recientes". Escrito nada menos que por el coronel del Ministerio del Interior cubano y asistente de Raúl Castro (quien casualmente es su padre), Alejandro Castro Espín, el panfleto supuestamente ofrece "pruebas contundentes sobre la esencia imperial de las fuerzas que ejercen el poder" en Estados Unidos y "los métodos empleados para preservarlo", incluida la manipulación "del sentimiento patriótico".

Precisamente, es a este universo editorial –y mediático- cerrado a cal y canto, oscurantista y acostumbrado a jugar con ventaja, al que se oponen compilaciones como Cuba, la batalla de ideas, un libro de estructura sui generis, en el que se suceden los desmontajes y las refutaciones (son refutados desde el escritor francés Ignacio Ramonet hasta el ex canciller cubano Felipe Pérez Roque, pasando por el propio Fidel Castro). Recomiendo especialmente las secciones “José Martí” y “La identidad conflictiva”, en las que el autor explora algunos ángulos y/o recovecos del nacionalismo cubano hasta arribar a la sociedad posnacional que integran, entre otros, los llamados cuban-americans, o descendientes de cubanos en Estados Unidos.

En cualquier caso, no se puede abandonar el campo de juego, ni siquiera cuando ha sido secuestrado por jugadores que no respetan las reglas, y Carlos Alberto Montaner lo sabe muy bien. Hay que dar la batalla aunque sea por otros medios, y este libro la da por todo lo alto.

Cortesía Libertad Digital



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El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
letrademolde@gmail.com

 

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