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Proposiciones indecentes

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Supongamos que de un día para otro, y es algo que definitivamente va a ocurrir de un día para otro, se impone la solución biológica y la vieja guardia castrista desaparece. Una nueva generación ocupa el poder en Cuba y desde el exilio le brota una propuesta de negociación a primera vista disparatada: Miami y su periferia –New Jersey, Madrid, Ciudad México, Estocolmo, Barcelona…- están dispuestas a oficializar los términos de una definitiva ruptura nacional.

Una ruptura asentada en intereses mutuos: el exilio, quienes en el exilio estén dispuestos a ello, ocuparían una ínfima parte del territorio cubano, instalando allí un sistema de economía de mercado regido por un Estado de Derecho. A cambio subsidiarían con impuestos a su contraparte totalitaria, garantizando, como ha dicho Primera Interrogante, “la subsistencia de la libreta de racionamiento y las pipas de cerveza aguada”.

Podría ser Isla de Pinos. O Guantánamo más otro cacho. O un tercio de Pinar del Río. O Artemisa y el puerto del Mariel. Cuba es un país de población anestesiada y cuerpos represivos largamente cultivados en el caldo de la impunidad. La población cubana es fácil de evacuar. En nombre de la revolución, abanderadas del nacionalismo y en la estela de la irresponsabilidad ciudadana, las elites insulares pueden darse el lujo de conseguir casi cualquier cosa. ¿No enviaron al continente africano, a matar y morir durante décadas, a decenas de miles de cubanos?

¿Y no hace ya medio siglo que una base “yanqui” en la Isla enturbia el discurso triunfalista del castrismo? Y sin embargo, ¿no han seguido estando las elites “orgullosas” de la “independencia nacional”? ¿Y por qué no habrían de estarlo en caso de que sean cubanos de distinto color ideológico quienes ocupen “la base”, reinventándose a sí misma, más un cacho?

La Cuba actual es un país parasitario. La nación misma, entre las cuatros paredes del enclave ultranacionalista, se ha vuelto limosnera. Si Chávez cae o los precios del petróleo caen todavía más, y Obama no impulsa un levantamiento de las restricciones a los créditos y las inversiones norteamericanas en la Isla, ¿quién va garantizarle a las elites los subsidios indispensables para mantener en stand by a la ciudadanía? ¿Rusia? ¿China? Podría garantizárselos, oficialmente, una segunda Cuba abastecedora, con cabeza de playa en territorio insular. Israel metido en el Medio Oriente cubano. El Muro, su derrumbe, a la vuelta de la esquina.

Teniendo en cuenta que, en líneas generales, las elites cubanas no pueden ser tomadas en serio –ni las de adentro ni las de afuera, ni las políticas ni las intelectuales-, ¿cuántas personalidades del exilio estarían listas para, a su vez, tomarse en serio una propuesta por el estilo de Las Dos Cubas? Una segunda Cuba, si mereciera ese nombre, debería estar dispuesta a hacer proposiciones indecentes.



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El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
letrademolde@gmail.com

 

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