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Una entrevista con Emilio Ichikawa

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American Way of Life. Un concepto llevado y traído hasta la saciedad pero que, sin embargo, pareciera resistirse a una definición contundente. Y un concepto perfecto para proyectar una entrevista. En definitiva, la descripción de Ichikawa –“América es el mayor curso de modestia que puede pasar un ser humano”- es suficientemente precisa, y alentadora.

Pere Cañada y Zury Viera le hicieron al profesor Emilio Ichikawa la entrevista de hoy, a propósito de la exposición I like America, does America like me?, recientemente inaugurada en Girona. Agradecemos sinceramente su colaboración. Que la disfruten.

Textual: Una entrevista con Emilio Ichikawa

¿Podría darnos una breve definición del término American Way of Life, desde el punto de vista del inmigrante?

Es el “hacer lo que vieres” del viejo refrán. Lo que en un mundo como el actual significa un discutible “hacer lo que oyeres”. Las cosas han cambiado bastante. Y el término es capaz de asimilarlo.

¿Es un mito el American Way of Life en el sentido que lo define en su ensayo De la filosofía de lo absoluto a la metafísica pop, eje intelectual sobre el que se funda una gran parte de la vida cotidiana de los hombres?

Se ha dicho que Aristóteles tiene un opúsculo donde se queja de que él y Platón no han podido nada contra los mitos de sus vecinos. Los mitos son fuertes y pueden resistir los tres embates más demoledores que los mismos griegos les aplicaron:

1- El de la razón.

2- El de la burla (comedia).

3- El del sentido común (de “los vecinos”, por ejemplo)

Es decir, que aun cuando el American Way of Life constituya un mito, no es poca cosa. Lo decía George Steiner: “Ninguna desmitificación está a la altura de una obra de arte”, por muy mediocre que sea. Y esa frase inicial incluye a la “metafísica pop”, una segregación del American Way of Life.

¿Cuál sería el papel del American Way of Life en el par “recibir una imagen fabricada-fabricar imágenes”?

Se desplaza a lo primero. Es más un resultado de amigos y enemigos de América que algo que entretenga o dé mucho dinero. La gente coincide en que, efectivamente, eso existe. Y procede en consecuencia. El que consume, consume; el que gana dinero, gana dinero. La gente que dice que eso es muy bueno o muy malo en América se inclina a la primera parte de la dupla. Una dupla que acepto, que no discuto, por disciplina y acatamiento de las reglas de los entrevistadores. Sólo por eso.

¿Es la ecuación “calidad del coche parqueado frente a la casa = lugar que su conductor ocupa en la estratificación de la sociedad” -que funciona en Miami de reojo- una expresión de este fenómeno? ¿De qué forma?

Esa ecuación se ha roto. En ciudades donde la vida se ha “automovilizado”, “encapsulado”, el coche representa un por ciento mucho mayor en el presupuesto de las personas. A veces ficticio, como son los casos de las ciudades de San Juan (Puerto Rico) y Miami (Florida). En las carreteras de estas ciudades ruedan mejores coches que en suburbios adinerados como Bethesda (Washington DC) o Hamptons (Long Island, NY). A lo mejor esto empieza a cambiar con la crisis energética.

Adicionalmente, tenemos que en las “ciudades flotantes”, de desarraigo, la gente hace más visitas que las que recibe, por lo que es más fashion tener un buen auto que un buen techo.

¿Es el American Way of Life americano? ¿Es un producto exportable?

Sí. Y comprable. Seductor el mito americano. Theodor W. Adorno lo comprendió muy bien. No existe un Ministerio de Propaganda en Estados Unidos. Es un proceso natural que incluye la crítica y el rechazo de ese mismo modelo. Toda la izquierda antiamericana del mundo, particularmente la latinoamericana, está invadida por el mito americano. Sin que nadie se lo haya inoculado intencionalmente. Es lo que pasa con los “cerebros”: nadie se los roba, son ellos quienes prefieren contratos en los Estados Unidos.

¿Es compatible el “sueño americano” con el American Way of Life?

El sueño americano, digamos, es el objetivo simbólico. Además de una frase un tanto vacía que ha pegado mucho y que es ya, ella misma, parte de la jerga global. El camino ( way) para llegar a ese sueño ha cambiado mucho. Un astrólogo famoso o una modelo en una pasarela tienen más oportunidad de conseguirlo hoy que una pareja de profesionales graduados de Yale o Harvard. Yo los conozco. Para no hablar del tráfico de drogas, el ejercicio ilegal de la medicina o el fraude hipotecario, uno de los negocios más escandalosos en los últimos tiempos.

Háblenos por favor sobre el American Way of Life y el arte.

En el Museo de Arte de Filadelfia, con una de las mejores colecciones de Duchamp en el mundo, se anuncia al pintor como “American (Born in French)”. ¿Se realizó Duchamp como artista en América? ¿Cumplió su sueño americano? No sé. Ni siquiera deseaba que le llamaran “pintor” en sentido estricto, y se vio obligado a ser promotor de algunos amigos de menos talento.

Pero esa es América: es el mayor curso de modestia que puede pasar un ser humano. América “humildiza”, o humilla, que es como lo entienden algunos. Aun en el museo que les digo, la “sala” más visitada es la de la escultura dedicada a Rocky Balboa (Silvester Stallone), en la escalinata. Es tan concurrida, que el gobierno de la ciudad, después de retirarla, tuvo que restituirla. Aunque ya no en la cima, sino en la base derecha de la escala al museo.

¿Considera que Internet, la televisión por cable, los viajes low cost o la fast food, ahora globalizados, son productos que adquirieron otras culturas de la americana? Si es así, ¿en qué momento histórico situaría el comienzo de ese proceso?

A una altura de su historia, que coincide con lo que solemos llamar período helenístico, la cultura occidental vuelve sobre su propia historia. Es decir, empieza a copiarse a sí misma, a autoplagiarse. Epicuro, por ejemplo, se plantea volver a Demócrito, y sobre esa base “innovar” en un atomismo con implicaciones morales. Toda la reserva ética de Occidente ya está esbozada en el ciclo estoicismo-epicureísmo-escepticismo... Esto es, hay un punto en el que no existe algo realmente nuevo en nuestra historia; todo es “re-creación”, cambio de contexto, de forma… Y es algo que no debe juzgarse negativamente. Sencillamente “es” y, como enseñaron los filósofos clásicos, al “Ser” no se le regaña: se le expresa.

Quiere esto decir que todo lo que mencionan en la pregunta probablemente haya existido alguna vez, pero desde hace unas décadas se vive como un proceso de norteamericanización del mundo, que es el eje de lo que se conoce como “globalización”. ¿Cuándo empezó? Bueno, desde que se pusieron los cimientos de América: la forma de colonizar, de emigrar, de inventar, de ejercer la escritura política. Una democracia liberal que asombró a Tocqueville. Una democracia liberal que hoy genera una enorme literatura y que ha convertido su política doméstica en un asunto internacional.

¿Funcionan estos productos como una especie de Ministerio de Propaganda de Estados Unidos?

No es que exista o no ese Ministerio de Propaganda: es que Estados Unidos, en un sentido unívoco, tampoco existe. Los cubanos lo sabemos muy bien. Los cubanos de cualquier orientación política: se puede tener a favor al Departamento de Estado y en contra a la CIA; a favor el FBI y en contra al legislativo de un estado concreto. América es un resultado púdico: ves el producto, pero no el proceso de su elaboración. Si te asomas a los secretos de la factura, como pasa con las hamburguesas de McDonalds, puede que no te gusten. Pero cuando ves los colores de la compañía (que son los mismos colores iniciáticos de la bandera española) y el mundo imaginario que enrola, te puede crear adicción.



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Sobre este blog

El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
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