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El problema es de los cubanos

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En un excelente artículo publicado este miércoles en El Nuevo Herald de Miami, la periodista Ivette Leyva hace mención a un hecho obvio, pero no por ello menos lamentable: la oposición interna al castrismo ha fracasado en lo que la autora considera su principal misión: convertirse en un movimiento popular.

Digo que se trata de un artículo excelente porque echa una mirada incisiva sobre el fenómeno que aborda, y lo hace desde una escritura resuelta, minuciosa. Sin embargo, cabe hacer algunas precisiones que van más allá del contexto del artículo y su autora, precisiones generales que apuntan a todos y casi cada uno de nosotros.

Apunta Leyva que “no faltarán quienes digan, con mentalidad totalitaria, que una crítica a la disidencia es un servicio al régimen castrista, pero creo que hacer la vista gorda ante la crisis de la oposición cubana es un servicio aún mayor”. Y es aquí donde uno se detiene para preguntarse: ¿Y no será que el verdadero servicio al régimen castrista consiste en que aquí afuera continuamos haciéndonos de la vista gorda ante nuestra crisis como cultura y como nación, crisis de la que somos un ejemplo inocultable?

El problema es de la oposición interna, que no ha logrado convertirse en un movimiento popular. El problema es del exilio, que en medio siglo no ha logrado estructurar una oposición efectiva en democracia. El problema es del castrismo, que en cincuenta años ha conseguido dividir como nunca antes a los cubanos. Luego entonces tenemos un problema que resolver como cultura, como tribu, como nación. O como posnación.

Lo que quiero decir, en primer lugar, es que la crítica debe empezar por apuntar a nuestras cabezas. Si en un contexto abierto y plural, en el marco de estructuras democráticas consolidadas, el exilio cubano no ha conseguido cimentar una oposición eficaz y unas instituciones culturales y socio-políticas adecuadas para lidiar con el problema nacional y eventualmente liberar a Cuba, ¿cómo vamos a pedirle a la disidencia interna, bajo la bota implacable del castrismo, que saque la cara por nosotros?

Vergüenza debería darnos. Como decía en un post anterior, a estas alturas lo único plausible que nos cabe hacer como exilio es identificar y combatir los problemas de la nación a escala cultural, de manera que lleguemos a estar conscientes de ellos masivamente. La raíz de nuestra incapacidad organizativa debe buscarse en la incapacidad de los cubanos para reconocer y combatir los déficits de su cultura, y de ello somos un buen ejemplo nosotros los periodistas, los escritores, los “intelectuales” en el destierro. Tenemos que dar el ejemplo en democracia y en vez de hacerlo lo buscamos en Cuba, bajo el totalitarismo.

El problema no es de la disidencia interna. El problema es de los cubanos.



Principio del fin del terror

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Hay que ser valiente para habitar el terror, para describirlo como lo hace Claudia Cadelo en Octavo Cerco:

“A mi derecha hay una pared humana y una mujer gesticula, el horizonte no existe. Lo sé, en instantes nos caen arriba, son como cuatrocientos y estoy aterrorizada. Camino para atrás, no puedo evitarlo. La prensa se concentra alrededor de Reinaldo, el aire ya no es respirable. Una de mis compañeras de clase me dice -vamos para allá, están las cámaras –no vayas, le digo, nos van a arrasar. Creo que por segundos corro y llego al Riviera, tengo la cabeza a millón…he huido, qué horror. Vuelvo sobre mis pasos, no puedo ni sacar el móvil, la avalancha me pasa por delante gritando ¡Fidel, Fidel! y se los lleva arrastrados a todos. De pronto tengo unos tipos detrás, uno grita con lascivia -¡Esto está bueno hoy!

“En una esquina Lía, Vallín e Iván han sobrevivido a La Ola. Ella se aferra a su laptop mientras los otros dos están en una especie de calma reveladora -¡no tienen miedo!- pienso. Más tarde me dijeron que sí estaban asustados, espero algún un día lograr dominarme como ellos”.

Esto es lo que hace la diferencia. En medio siglo de dictadura se han sucedido innumerables actos de repudio, golpizas, abusos, linchamientos, pero ahora Internet –Youtube, Twitter, Facebook, la blogosfera…— y ese tramo creativo de la sociedad civil cubana que se conoce como “blogueros”, están haciendo su trabajo. Las imágenes, estáticas y en movimiento, la prosa ágil y eficaz de jóvenes como Claudia Cadelo, le dan la vuelta al mundo. Es el principio del fin de la vieja guardia reaccionaria. De las viejas ideas.

La nota completa aquí



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El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
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