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Expo: Una entrevista con Casimiro González

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Con más de cincuenta exposiciones personales en su haber, y decenas colectivas, podría asegurarse que Casimiro González es un pintor consagrado. Pero él se resiste a aceptar esa definición. En cualquier caso, su obra, marcada por la festividad del color y la hedonista proliferación de las imágenes –paradójicamente, las mujeres de Casimiro no sonríen ni siquiera mientras bailan, aunque tampoco les hace mucha falta-, se consagra en la recreación poética de un entorno cultural que no sabe andarse por las ramas.

Así, en los cuadros del pintor la vegetación exuberante, el azul exuberante, las anatomías exuberantes, constituyen puntos de partida hacia lo extraordinario. Las figuras surcando la tela intrépidas, inmersas en su fastuosa obesidad. ¿Obesidad? Cabría mejor decir en su esplendor, en su lánguida, pero trepidante, fluidez. Ellas nunca se pasan de la raya.

Este fin de semana –días 27 y 28 de septiembre- la obra de Casimiro González, junto a la de otros artistas hispanos, podrá ser apreciada en la Hispanic Heritage Expo, a celebrarse en el Convention Center de Miami Beach. A propósito de esta presentación, el pintor nos concedió la siguiente entrevista. Que la disfruten:

Una entrevista con Casimiro González

Háblenos de sus comienzos como pintor…

La vida me hizo pintor. En 1980, en Chicago, tras llegar de Cuba, empecé a pintar sobre una sábana, con pintura de pared, para decorar el apartamento donde estábamos rentados. Pintando ese cuadro me tiraron una foto. Llegó esa foto a manos de un galerista americano y el hombre me quiso conocer, llegó a la casa buscando los cuadros y le dije que el único cuadro que tenía era ése. Entonces insistió en que yo debía pintar, y empecé a hacerlo.

En 1984 me mudé para Nueva York, donde residían varios pintores profesionales, amigos míos, y fui aprendiendo las técnicas más a fondo. Allí tomé más fuerza, de manera que cuando regresé a Chicago, en 1987, di el golpe de suerte. Participé en una exposición junto a otros pintores consagrados y fue un éxito. Una galerista americana comenzó a representarme y, sencillamente, seguí adelante.

En 1999 me mudé para Miami y aquí estoy en lo mismo, luchando.

¿Como pintor cómo se definiría?

Hay críticos que han dicho que mi pintura tiene que ver con el realismo mágico. Lógicamente con los toques y colores del Caribe, de Cuba. Cuando comencé en Chicago mis colores eran muy grises, las figuras eran muy lánguidas, muy tristes. Empecé a evolucionar tras mi primer viaje a México, cuando descubrí que el color no era un patrimonio de Cuba, que los colores vivos existían en muchas partes.

¿Cómo se ve a sí mismo, como un pintor hecho o en evolución?

Todos estamos en permanente evolución. He logrado muchas cosas, pero me faltan muchas otras. Esas cosas van a venir, pero hay que trabajar. No se puede dejar de trabajar. Yo no me conformo.

Llevo ya en Estados Unidos 28 años, esta es mi segunda patria. También quiero mucho a México, donde he estado por largas temporadas y donde he aprendido mucho sobre su arte, tan grande. Todas estas mezclas las llevo dentro, esperando que exploten “como una bomba atómica”.

¿Qué opinión le merece el mercado de la pintura latina en Estados Unidos?

La pintura latina tiene un buen mercado aquí. Y la cubana en especial. Hace poco escuché en CNN que los inversionistas en Estados Unidos estaban comprando oro y arte, fundamentalmente arte latinoamericano. Es lo que está en auge, el cambio que implica el color, las figuras, la poesía que hay en la pintura latina.

¿Qué aconsejaría a un artista cubano recién llegado, que quiera desenvolverse y triunfar en Estados Unidos?

Trabajar sobre lo que quieres es primordial. Un pintor cubano residente en Chicago me dio un consejo, en mis comienzos. Me dijo: “Tienes que pintar mucho, pero el cincuenta por ciento de tu tiempo debes dedicárselo a las relaciones públicas”. Es verdad. Las relaciones son decisivas. Las oportunidades llegan a través de la gente, a tu casa nadie va a ir a tocarte. Hay que darse a conocer. Si no puedes vivir de tu arte inmediatamente, debes arreglártelas para continuar creando paralelamente. Hay que sacrificarse al principio, hasta poder levantar la cabeza, desplegar las alas y volar.

En el caso específico del pintor cubano que llega a Miami, ¿qué le aconseja?

Creo que aquí los pintores nos estamos dando codazos. Hay que darse a conocer, y si te dicen que hay un baño público de un restaurante donde puedes colgar tus cuadros, ir y colgarlos. Al menos los verá alguien, que en la casa pocos los ven.

Y salir de Miami, no importa dónde vivas en Estados Unidos. Hablar con los medios, navegar Internet, hay muchas posibilidades.

Cortesía http://www.casimiroarte.com/



Operación Retorno: Una entrevista con Delio Regueral

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Fernandina de Jagua ha tenido la gentileza de cedernos la siguiente entrevista, en la que Denis Fortún hace gala de un instinto periodístico a toda prueba. Sus preguntas, dirigidas a Delio Regueral, abordan la propuesta del artista publicada el pasado jueves en este blog, relacionada con echarle a perder la “última cena” a la nomenklatura cubana (el desembarco en Cuba de cincuenta mil exiliados, por mar y por aire, el primero de enero próximo, seguramente no sería para menos).

Escribe Fortún:

“También recibí la carta de Delio Regueral expresándome las ideas del Movimiento Retorno a Cuba (MRC). Sin embargo, en la blogosfera las cosas se mueven rápido y ya no tenía sentido reproducirla en mi blog luego de haber visto que lo habían hecho Cuba Inglesa, El Tono de la Voz, El Cabeza de Puerco Ilustrado y Tirofijo. Por tanto, se me ocurrió que mejor sería hacerle a Delio unas cuantas preguntas sobre tan polémico llamamiento, que ha generado innumerables comentarios en todos los sitios en que se ha publicado, algunos bien fuertes”.

El resultado es la siguiente entrevista. Que la disfruten:

Textual: Una entrevista con Delio Regueral

¿A quién se le ocurre la idea de hacer un llamamiento para un regreso masivo? ¿Es una propuesta tuya o pertenece a un grupo en específico? ¿Está la disidencia dentro de Cuba al tanto de este proyecto?

No sé a ciencia cierta de quién es originalmente la idea, aunque hablando con el Embajador Armando Valladares me cuenta que este proyecto lleva muchos años rodando, y que lo planteó sin éxito Orestes Lorenzo, el piloto que vino en un avión de combate y después regresó en avioneta a buscar a su familia. Por otro lado, creo que Ramón Saúl Sánchez también hizo algo alrededor del mismo concepto. Yo solo creí posible sacarlo del ambiente del barbecue (observación del bloguero Jorge Ferrer).

La tercera parte de esta pregunta es para mí también una incógnita, aunque me atrevo a deducir que si lleva tanto tiempo en el ambiente algo habrá llegado a la disidencia. Si alguna vez esto fue un secreto, ahora lo es a gritos.

¿Qué te hace pensar que la idea tendrá el apoyo que le pronosticas?

El hecho de que recibo sólo tres tipos de comentarios: los que opinan que es difícil pero confían en el proyecto -que son más de lo que yo mismo pensaba- y aseguran que serán parte de él; los que preguntan si ya la organización tiene tesorero; y por último, los que se dedican a hacer ataques personales sin aportar nada.

No descartas hechos violentos por parte de La Habana. ¿Por qué aseguras entonces que las autoridades de la Isla no van a reprimir ese éxodo inverso con saña, de estar presente la prensa extranjera, cuando la realidad ha demostrado lo contrario?

No aseguro que no habrá violencia, pero sí aseguro que la presencia de la prensa limitará la intensidad en caso de que la haya. Y opino que el régimen no puede con cincuenta mil exiliados regresando, más la reacción de apoyo del pueblo.

¿Piensas que luego de tanto esfuerzo por parte de los que llegaron a Miami para abrirse camino en todos los sentidos, algunos estarían dispuestos a vivir de nuevo bajo el manto de la dictadura? ¿No sería esta una terrible borrachera con una resaca de consecuencias fatales e incalculables?

Creo que muchos ya están locos por volver. Otros lo harían sólo por el tiempo necesario para el desplome del régimen. La mayoría irá cuando la incertidumbre haya pasado y, desde luego, nadie está preparado para volver voluntariamente a una dictadura. Más bien lo que cuenta es la convicción de que es el fin de la era castrista. Creo que hay un montón de gente dispuesta, pero se sienten impotentes porque se creen solos. Por otra parte, sin tinta no se puede escribir, sin lente no se puede hacer una fotografía, sin sacrificio no hay recompensa. Hasta para comerse un plátano hay que pelarlo primero.

Los hay que te acusan de “inocente”, “borracho” y “marihuanero” porque asumen que sólo a un alucinado puede ocurrírsele un acto así, considerándolo estéril y hasta infantil. ¿Qué le dirías a esas personas, que evidentemente no te toman en serio?

A los que hacen ataques personales y ofensivos, nada. A los que me consideran inocente e infantil, les doy las gracias por su opinión sincera. Algunos lo han hecho con refinado sentido del humor y respeto. El que ataca las ideas está pensando, el que ataca en lo personal no tiene argumentos.

¿De qué fuentes sacaste las estadísticas, los números y las probabilidades que manejaste al momento de redactar la propuesta?

Evidentemente, puedo estar completamente equivocado. Incluso los estudios más serios de opinión se equivocan con más frecuencia de la que aciertan, y mis números son producto de estudios y análisis basados en las condiciones de crisis económica, política y social por la que atraviesa la Isla. Ellos hacen evidente que nunca estuvo más clara la debilidad de la cúpula gobernante. El exilio lo sabe y nada hay más poderoso que el contagio colectivo de lo palpable. También la idea de la “reconquista” apasiona a muchos.

Por otra parte, el 2.5 por ciento de dos millones aproximadamente de exiliados, da por resultado cincuenta mil. Es el mismo porcentaje de hombres que decidió revelarse en los campos de concentración nazis. Este dato lo saco de otra conversación con Carlos Alberto Montaner, que lo manejó para exponerme sus dudas sobre las posibilidades reales de la propuesta.

Algunos me han comentado: “Lo que más llama la atención es que son los ñángaras confesos los que están apoyando esta iniciativa”. Mencionan a posibles agentes del castrismo involucrados. ¿Qué dices a esto?

No entiendo qué beneficio le reportaría a la dictadura una olla cerrada y cogiendo presión, cuando han sido Camarioca, El Mariel y la Crisis de los Balseros válvulas de escape utilizadas por el régimen. Si realmente el 1ro de enero el contra-éxodo triunfara y yo perteneciera a la cúpula del poder en Cuba, creo que optaría por pedir asilo en Venezuela o España, o donde fuera. Además, no he oído todavía a nadie pronunciándose al respecto, fuera de los comentarios de los blogs.

¿No has pensado que apoyar este llamado al regreso te puede acarrear consecuencias desagradables a nivel personal?

No he pensado en eso. Sólo estoy haciendo lo que millones hacen todos los días en Internet, radio y televisión: hablar de un tema y dar mi opinión personal.

Por último, algo que no mencionas explícitamente en tu propuesta: ¿Serías tú de los primeros en lanzarse a la reconquista del país a través del MRC?

Lo que puedo asegurar es que el 30 de diciembre salgo en viaje de placer, navegación y pesca por el estrecho de la Florida. Lo haré en mi velero, El Buccaneer.

Cortesía http://www.denisfortun.blogspot.com/



Una entrevista con Armando Valladares

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Armando Valladares constituye, en sí mismo, un sinónimo del presidio político cubano. A finales de 1960, con sólo 23 años, fue detenido y encarcelado por el régimen de Fidel Castro, quien lo mantuvo tras las rejas durante más de dos décadas. Finalmente, gracias a la presión internacional y a diversas gestiones de personalidades cubanas en el extranjero, fue liberado en 1982.

Su encarcelamiento, su libro Contra toda esperanza –un testimonio de sus años como prisionero político- y su labor de denuncia como embajador de Estados Unidos en la ONU, lo convirtieron, junto a Ricardo Bofill y otros célebres defensores de los derechos humanos, en un referente para la embrionaria sociedad civil cubana y el exilio.

La siguiente entrevista, cedida por el periodista de TV Martí Alfredo Jacomino a este blog –agradecemos una vez más su generoso aporte-, aborda la personalidad y puntos de vista del escritor y ex prisionero de conciencia. Que la disfruten:

Textual: Una entrevista con Armando Valladares

¿Usted cree que escogió su destino, o sucedió a la inversa?

No creo que ningún hombre escoja su destino, creo que hay circunstancias y cosas que colocan a los hombres en diferentes situaciones y el resultado de esa actuación mucha gente la llama “el destino”. Yo creo que el curso de una vida, si es que está predestinada, es algo que los hombres desconocen.

¿Qué duele más, un golpe, una cicatriz o un recuerdo?

Duele mucho más un recuerdo, porque el golpe en el momento se te pasa y la cicatriz queda ahí, es una huella física que no te molesta, que no te duele. Pero un recuerdo puede ser mucho más doloroso que los golpes y las cicatrices.

¿Cómo prefiere que lo llamen: ex embajador, ex preso, poeta, pintor o simplemente por su nombre?

Simplemente por mi nombre.

De las cosas que ha logrado conseguir en la vida, ¿cuáles son las que más atesora?

Mi familia, el estar con mi esposa y mis hijos.

¿Qué le provoca hoy mayor miedo?

En primer lugar el futuro de mis hijos, de mi familia, por el mundo en el cual estamos viviendo. Creo que para cualquier padre amante de sus hijos es preocupante. El futuro es algo que lo veo de verdad muy negro para las próximas generaciones, y cuando digo esto estoy pensando en la destrucción sistemática y constante de los valores tradicionales cristianos de esta sociedad. Y por supuesto, también me preocupa el futuro de Cuba viéndolo a través de la destrucción de estos valores.

¿Perdona a sus carceleros y a los jefes de sus carceleros?

He perdonado absolutamente a todo el mundo. He perdonado a los que lanzaron cubos de excremento en mi rostro, a los que me golpearon, a los que me torturaron, a los que me vejaron a mí, a mi madre, a mi hermana, a mi padre, a mi familia. He perdonado personalmente a esa gente y cuando te digo perdonar es porque no hay un ápice de odio absolutamente en mi corazón. Pero no es una actitud asumida después de la salida de la prisión, es una actitud que asumí desde el primer día que llegué a la prisión.

Repito, el odio es un sentimiento que aniquila al que lo padece. Perdonar es una actitud muy íntima. Pero nadie tiene el derecho de perdonar por otros, por eso me parece a veces inconcebible que haya gentes que digan que hay que perdonarlo todo. El perdón es una cosa tan íntima que sólo tiene que ver con uno. Yo no puedo perdonar un caso tuyo o de alguien a quien le hayan fusilado un familiar. El hecho de que yo haya perdonado no quiere decir que piense que un día la gente que cometió esos crímenes no tenga que responder ante la justicia.

Durante todos los años que estuvo preso, si lo hubieran dejado salir 24 horas, ¿qué hubiera hecho en ese tiempo?

Si hubiera tenido 24 horas por supuesto que las hubiera compartido con mi familia. Recuerda que en 22 años creo que tuve trece visitas. Es decir, hubiera compartido ese tiempo con Marta, con mi madre, con el resto de mi familia.

El régimen de Castro mostró en la televisión que usted aparentaba estar inválido, pero que caminaba dentro de la celda mientras era grabado por una cámara oculta. Para quienes no sepan o no recuerden ese evento, ¿qué dijo usted en su defensa?

Bueno, ese fue un montaje. La persona que en algunas ocasiones hizo mi papel vino por la Base de Guantánamo. Yo lo conocí aquí, anda ahora por Filadelfia, y también vino el técnico del ICAIC que participó en ese montaje. Todo el mundo sabe que es típico de los comunistas este tipo de montaje. Se lo hicieron a Andrei Sajarov, me lo hicieron a mí, pero lo importante no es si yo estaba más o menos enfermo. En realidad eso no le quita valor a lo que estábamos denunciando. Puedes estar seguro de que ese montaje no fue creído por la mayoría de la gente. Es más, pasó con los cubanos como con la película Estado de sitio, que el antihéroe se convirtió en héroe. Tanto es así que el propio Fidel Castro tuvo que ordenar que sacaran la película de los cines. Entonces, para mucha gente, esa exhibición tuvo un efecto diferente a lo que el gobierno pretendía.

¿Ha sentido alguna vez que no valió la pena estar preso?

No, yo estoy absolutamente convencido de que no perdí el tiempo en la cárcel y que era necesario que yo estuviera ahí. Porque para mí la cárcel fue una grandísima enseñanza. Estuve preso en una actitud que mucha gente no logra en la calle. Primero, conocí a los hombres y tuve años para conocerme a mí mismo, y meditar acerca de mi presencia en la Tierra, de mi futuro acerca de lo que es el hombre. Yo no creo que fue tiempo perdido. Mucha gente me dice eso y les digo que nunca estuve preso, porque la verdadera libertad es la que Dios le da al hombre, y esa yo no la perdí nunca. Para mí la prisión fue solamente falta de espacio y falta de acceso a las cosas que normalmente la gente tiene en la calle, nada más. Nunca me sentí preso y mientras un hombre no se siente preso está libre de alma, de conciencia y de pensamiento; es un hombre libre aunque esté en un rincón durante años y años como estuve yo.

Su nombre trascenderá a futuras generaciones como víctima de una dictadura. ¿Qué le hace sentir eso?

Si eso sirve para que el ejemplo de nuestro sacrificio se disemine… porque acuérdate que yo soy uno más entre miles y miles. Yo soy quizás alguien un poco más conocido, que escribió un libro que tuvo éxito, pero mi sufrimiento, y lo que yo pasé, fue el sufrimiento de lo que pasaron decenas de miles de hombres, y si eso sirve de ejemplo para que las futuras generaciones conozcan la verdadera naturaleza criminal del régimen de Castro y los horrores de una dictadura, y si eso sirve para que traten de que nunca más se repita, pues yo me sentiré satisfecho.

¿Cree que en realidad la gente en el mundo está tan ocupada de sus asuntos que eso de la solidaridad con los oprimidos resulta una aberrante hipocresía?

Bueno, no creas, porque eso ha cambiado mucho en los últimos treinta años. Si hace treinta años hubiera existido la cantidad de gente que en este momento está interesada en los derechos humanos, posiblemente nosotros, los presos políticos cubanos, no hubiéramos tenido que estar tantos años en prisión. Recuerda que hace 20, 25 años, los derechos humanos eran un tema casi exótico. Hoy por hoy creo que no existe un sólo gobierno en el mundo que no tenga un departamento de derechos humanos, y creo que no solamente los gobiernos, las grandes empresas también ya están empezando a tener departamentos que se ocupan de los derechos humanos.

A su juicio, ¿cuáles son las principales virtudes y defectos del exilio cubano?

Esa es una pregunta bien difícil de responder. Yo creo que el gran defecto que hemos tenido, y para mí sería el más importante, es no haber sido capaces de lograr una unidad de lucha frente a la dictadura. De las virtudes… somos un exilio del cual todos los cubanos podemos estar más que orgullosos, porque después de cincuenta años de dictadura se sigue manteniendo aquí un espíritu de lucha, de amor a nuestras raíces. Creo que el más grande logro es haber podido mantener vigente ese amor por la patria esclava y no sólo eso, sino haber sido capaces de transferir ese amor a nuestros hijos que nacieron fuera de Cuba.

¿Qué responsabilidades le impone la fama?

El tener que estar siempre mucho más atento y vigilante de lo que yo estaría normalmente en todos los aspectos.

¿En el mundo artístico ha logrado mayor reputación como pintor o como poeta?

En realidad he logrado más como poeta que como pintor, a pesar de que en los últimos años me estoy dedicando muchos más a la pintura que a la poesía. Porque en realidad lo que yo soy es un pintor, fue lo primero que hice. Empecé a estudiar artes plásticas cuando tenía doce años con una dispensa especial, porque hasta los trece años no se podía empezar en la Escuela de Artes Plásticas de Pinar del Río, y pintar fue mi primera vocación. Después de pintar comencé a escribir y luego, envuelto en todas estas situaciones en que me encontré después de mi salida de la prisión, no tuve tiempo de dedicarme a la pintura como lo estoy haciendo ahora. En este momento tengo más de noventa cuadros colgados en todo lo que es Estados Unidos, Centroamérica, Francia y España, y los coleccionistas más importantes del exilio tienen obras mías. Sigo pintando, ahora voy a tener una exposición en España.

Si el destino le concediera hoy mismo tres deseos, ¿cuáles escogería?

El primero de todos (y eso puede parecer un poco egoísta, pero quiero ser sincero en esta entrevista): la seguridad absoluta de mi familia, de mis hijos, de mi esposa. Después la libertad de Cuba, y después que el futuro de Cuba sea un futuro de libertad, como lo soñamos todos los que hemos estado luchando por esa libertad.

¿Le tienta la idea de hacer política en una Cuba libre?

Rotunda y absolutamente no. Porque después de 22 años en la cárcel soy con mi tiempo casi un anarquista. Uno de los peores sacrificios para mí, fueron los años en que fui embajador. Tenía que estar constantemente comunicando dónde iba a ir, qué iba a hacer. Aquella cosa que me parecía ridícula de que de lunes a viernes tenía que andar en un carro blindado con los cristales de dos pulgadas de grueso y conductores y escoltas, y después el viernes me iba con Marta y los niños a pasear por Italia. Para mí ése fue el más grande de todos los sacrificios. Después de eso incluso recuerdo que mi buen amigo Jack Kemp, luego de que yo renunciara a mi cargo de embajador, fue a la Casa Blanca y le propuso al presidente -y esto salió en Wall Street Journal- que me nombrara para ser el próximo embajador de Estados Unidos en la OEA. Yo me subí a un avión y fui a ver a Jack Kemp personalmente, y le dije: “Por favor, te agradezco muchísimo, pero no hagas eso porque no me interesa para nada, yo lo que estoy es loco por terminar esta tarea que me dio el presidente Reagan y volver a mi libertad”.

¿Cree que hay muchos cubanos que, para desgracia nuestra, se parecen en su carácter autoritario a Fidel Castro?

Yo creo que en todos los grupos sociales te vas a encontrar gente que tienen esos impulsos totalitarios. Ojalá que ninguna de esta gente llegue a tomar las riendas de nuestro país, ni de ningún grupo donde tenga personas a su mando, porque las consecuencias sabemos que son nefastas.

Usted ayudó a denunciar la esclavitud en República Dominicana, en un campo tan cercano a nuestras raíces como el de la caña de azúcar. ¿Qué detalles y personajes descubiertos le resultaron más despreciables?

Fue en realidad asombroso ver que en un lugar tan cercano existían estas condiciones de esclavitud tan tremendas. Observé cosas allí que jamás pensé que podía verlas ni en República Dominicana ni en ningún lugar en America. Gracias a Dios y a este documental que hicimos, Los niños del azúcar, o The Sugar Babies, y gracias al trabajo de otros activistas y de otras organizaciones, ha habido verdaderos logros. Tenemos información de que el tráfico, que era de miles de haitianos que los llevaban engañados a República Dominicana, prácticamente ha desaparecido, y el otro día escuché una noticia que fue muy reconfortante: es la de que el gobierno de República Dominicana va al fin a reconocer a miles de indocumentados. Porque conocimos a cientos de personas, algunos de 18 a 20 años, que no tenían inscripción de nacimiento, ni documento de ninguna índole. Entonces creo que ese trabajo que hicimos ha contribuido a mejorar esas condiciones para los dominicanos, y nos alegramos muchísimo de eso.

¿Quién es Armando Valladares?

Armando Valladares es un cubano que sencillamente fue llevado a la prisión en 1960. Pasé 22 años en la cárcel, en una actitud de rebeldía frente al régimen. Todos saben que si yo hubiera aceptado, por ejemplo, la claudicación de mis ideas, de mis principios, y renegado de Dios, de lo que me definía como persona, como ser humano y como hombre, pues no hubiera tenido que estar tantos años en la cárcel. Sin embargo, para mí renunciar a todo eso hubiera significado un suicidio espiritual. Viene a mi mente el pensamiento de Martí de que un hombre honrado no mira en qué lugar se vive mejor, sino en qué lugar está el deber. Y yo con la ayuda de Dios… porque déjame decirte que en el más oscuro rincón de mi celda nunca estuve solo, Dios estuvo conmigo, y en momentos en que ya pensé que no iba a tener más fuerza, acudía a El y siempre salía más fortalecido.

Creo que soy uno de tantos. Hay muchísimos otros prisioneros que fueron mucho más maltratados que yo y que tienen unas historias muchos más impresionantes, que hubieran podido escribir un libro, estoy absolutamente seguro, de mucho más impacto que mi propio libro. Lo que ocurre es que, sencillamente, por esas cosas que no están bajo control, su salida coincidió con un momento en Europa en que, ante los intelectuales, me di a conocer. Pero recuerda que mi libro no es mi historia, mi libro es la historia de todos los presos políticos de Cuba, de las víctimas, de los que sufrieron, de los torturados, de los asesinados.

Yo sí estuve absolutamente convencido en la cárcel, primero, de que iba a salir de la prisión; segundo, de que iba a poder fundar con Marta, que fue mi gran apoyo durante veinte años, un hogar y tener hijos; y también estuve siempre seguro de que iba a escribir ese libro, y de que iba a ser un éxito. Cosas que después me ocurrieron jamás me pasaron por la mente. Por ejemplo, nunca se me ocurrió que iba a ser embajador de los Estados Unidos, ni que iba a tener las oportunidades que tuve de luchar por el tema de los derechos humanos, que para mí era una verdadera obsesión. Recuerdo que, cuando llegué a Miami, Leticia Callava me hizo una entrevista y me preguntó qué era lo que yo pensaba hacer en el futuro, y yo de manera muy ingenua le dije que mi objetivo era llevar el tema de los derechos humanos de Cuba a la ONU. Ella no me dijo nada, pero cuando estábamos en la ONU y fue allí cubriendo como periodista el evento, me confesó que pensó que aquella había sido una ilusión imposible de preso, porque todavía en aquella época se pensaba que al gobierno de Cuba no le interesaba el tema de los derechos humanos.

Yo sabía por mi propia experiencia en los dos años últimos de encierro que ellos estaban preocupados por el tema de los derechos humanos, porque a cada rato venía uno de los oficiales de la Seguridad del Estado a decirme que Amnistía Internacional me había borrado de la lista de presos de conciencia y que en lo adelante estaría abandonado. Eso me permitió saber que a ellos sí les importaba eso. Y después, fue para mí uno de mis grandes logros y de mis grandes satisfacciones el día que pudimos, con la ayuda de un grupo de presos políticos que estuvo conmigo en Ginebra, lograr que al fin se demostrara en la Comisión de Derechos Humanos que Cuba era un país sistemáticamente violador de esos derechos. Y por ese triunfo recibí la Medalla Presidencial del Ciudadano, que es la segunda condecoración más importante que puede recibir un ciudadano norteamericano. Además, el más alto honor que le concede el Departamento de Estado a una delegación diplomática, el Superior Award, que me dieron a mí, como jefe de la delegación, y por supuesto al resto de mi gente.



Una entrevista con Zoe Valdés

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Armando de Armas le hace esta excelente entrevista a Zoe Valdés, escritora de “personalidad apasionada, herética, erótica, crítica y frontal”, que “no rehúye la polémica y asume lo políticamente incorrecto como una premisa en tanto intelectual”. Como afirma De Armas, la autora de La nada cotidiana no necesita presentación:

Textual: Una entrevista con Zoe Valdés

La nada cotidiana es la novela que la lanza a la fama y el reconocimiento internacional, fama y reconocimiento que, rara avis, hacen justicia al valor literario. Gusana, Patria, Traidor y Yocandra, sobre todo Yocandra, son personajes arquetípicos dentro de las generaciones de los hombres y mujeres nacidos y criados a partir de los finales de la década del cincuenta en Cuba. ¿Cómo se relaciona al presente Zoé Valdés con esa obra? La nada cotidiana resulta un arco tensado en una cuerda entre el dolor y el placer. ¿Cómo logró tensar, trenzar esos opuestos, y disparar la flecha en el blanco?

Sí, es cierto, antes de La nada cotidiana había escrito esa otra novela Sangre azul, que también se publicó en Francia, incluso antes que se editara en Cuba. Yo no esperaba demasiado de La nada cotidiana, más bien poco, por esas mismas razones que esgrimes, en relación a los personajes arquetípicos, y porque además es una novela catarsis, no es para nada cartesiana. No es una novela sobre un período ínfimo y preciso de la historia de Cuba como se ha dicho para deslucirla, porque han dicho que se trata de una novela sobre el período especial; no, es una novela que empieza con un flash back, y de inmediato retoma el año 1959, y sigue hasta el año 1995. Me gusta mucho la numerología, aprecio el sentido literario de la numerología en la vida: 1959-1995. La nada cotidiana es una novela catarsis, y sí, es un arco tensado entre el dolor y el deseo, o el placer, como apuntas, pero para mí es más importante el deseo.

Precisamente estoy escribiendo la novela final que sellará la serie de seis novelas sobre mujeres cubanas: La nada cotidiana, La hija del embajador, Te di la vida entera, Café Nostalgia, Querido primer novio, y esta del cierre, que todavía no daré el título, pero que es la novela con la que redondeo el círculo. No sé si lo volveré a abrir alguna vez, porque es una espiral demasiado caótica. Y en el camino del exilio intenté recobrar un orden. Estoy muy conectada con La nada cotidiana, nunca lo dejé de estar, lo que sucedió es que exploré otros temas, otros mundos, reorganicé mis lecturas, puse cosmos en mi caos, y he regresado al tema más serena.

Siempre intento escribir una novela como si tejiera un tapiz antiguo, eso se me ocurrió hace años, mientras observaba los tapices de La Dama con Unicornio, en el Museo Cluny. Me dije: algún día me gustaría escribir una novela como mismo están entretejidos esos tapices —de hecho en Café Nostalgia la referencia por capítulos es a esos tapices—, que cada hojita hilvanara con otra hojita, y que los hilos nos contaran su recorrido laberíntico. Me gustan los libros donde uno empieza perdiéndose entre el tejido de la escritura y se reencuentra entre las piernas del amante, lo mismo doblada dentro de su pañuelo, o en la palma de su mano, o encima de su espalda. Concibo la escritura como un acto lúdico y sensual, no es una pose, intento siempre homenajear al surrealismo. Y fíjate, volviendo a los tapices de la Dama con Unicornio, son seis, y mientras te escribo advierto que la serie lleva el número seis.

“¿Quién fue esa primera y constante relación de Dánae? No hay sorpresas, fue Tierra Fortuna Munda. Por quien años más tarde ella dejará a su esposo y a sus hijas para recobrar su verdadera dimensión humana”. ¿Es su novela Querido primer novio un canto al amor lésbico, tierno e inquietante a la vez, o un canto a la madre tierra, al regreso seminal desde la urbanidad catastrófica que resulta La Habana bajo el castrismo tal un ciclón que aún no cesa? Tierra Fortuna Munda tiene unas reminiscencias de nigromancia, de culto a la kiyumba, nombre de semidiosa o capitana de caldero en prenda de Palo Monte. ¿Es usted una iniciada en alguna de las ramas de las religiones afrocubanas, eso que el sabio Fernando Ortiz denominó sincretismo y que pudiera no ser más que una de las disímiles vertientes de la gran corriente gnóstica occidental concretándose, manifestándose en el Caribe?

La primera y constante relación de Dánae fue una niña, igual que ella, una adolescente. Mi novela Querido primer novio es un canto al amor lésbico, tierno, inquietante, como apuntas, y también un canto a la madre tierra. Yo deseaba hacerle un homenaje al campo cubano, a los taínos, y a la kiyumba. Soy una iniciada, mi abuela era santera, y por mi padrino estuve muy relacionada con el Palo Monte, viví esa relación maravillosa entre los cultos afrochinocubanos (africano, chino y cubano) y la poesía que se desgaja de ellos. Nunca viví nada de eso con terror, lo asumí como algo natural. Pero lo asumo más como literatura, como lo hizo Lydia Cabrera, que como concepto exclusivamente religioso. A mi juicio la mayor narradora cubana se llama Lydia Cabrera. Querido primer novio es un homenaje a la obra de esta gran mujer, gran antropóloga e intelectual. A mí me interesan mucho los cultos de la tierra, la Diosa Blanca, la fertilidad, creo que esa relación fantástica, en el sentido mismo de la palabra, entre la tierra, el río, el mar, constituye el origen de nuestra riqueza artística, cultural, y que aún estamos muy absorbidos por la ciudad, por el asfalto. Yo soy muy de asfalto, sumamente urbana, pero mi cuerpo necesita de un buen revolcón en la tierra para poder escribir, en el sentido metafórico y en el literal.

Hábleme del libro La ficción Fidel, de cómo lo concibió y de las dificultades que le ha acarreado publicar ese texto. ¿Por qué cree que ha molestado tanto?

La ficción Fidel es un libro que ha venido escribiéndose desde hace años, porque no sólo en él reuní un conjunto de artículos que fui publicando aquí y allá, en el periódico El Mundo, en El Nuevo Herald, entre otros medios de prensa. También hay conferencias, o sencillamente existía el germen de otro libro muy personal, ficción pura, cuyo propósito era contar los sueños que los escritores cubanos han tenido con Castro, o sea, perdón, más bien las pesadillas. Y de este modo decidí reunirlo todo, pesadillas, artículos, conferencias, y principalmente, cotejar la historia tal como la he vivido, contada a mi manera. No me interesa la historia como no sea para escribir ficción. Lo explico en el prólogo. Yo fui un testigo bastante huidizo. Yo huía de la peste, en todos los sentidos, pienso que eso me libró de comprometerme con la basura. Mi modelo es Camus, Albert Camus, no Sartre. Las dificultades de este libro no han sido numerosas, pero sí profundas. Todas tienen que ver con la visión de algunos sobre mi supuesta intención de desprestigiar a una figura que para ellos supone el nec plus ultra de lo grandioso.

Yo no creo en sacralizaciones, mucho menos en el culto a la personalidad. Siempre he sido más bien sacrílega, hereje. Y te confieso que serlo, en contra de un dictador que ha durado cincuenta años en el poder oprimiendo a nuestro país, ha sido de un placer telúrico. Nunca me sentí mejor que cuando tecleaba afiebradamente ese libro en mi cabeza. Lo que importaba en aquel momento era narrar literariamente, y no pasar cuentas de manera científica, y en toda regla de pulcritud. La literatura es subversiva o no lo es. Tú lo sabes, la practicas con tu obra. Escribiste un texto maravilloso sobre mi amigo Fernando Arrabal. Un día, jugando con Arrabal, porque con él siempre se juega, no se habla, se juega, me comentó que uno de los momentos más orgiásticos de su vida fue cuando escribió su Carta abierta a Fidel Castro, antes le había dirigido una al General Franco. Es cierto, hay una especie de orgía entre los sentidos, entre lo prohibido y lo oculto, entre lo que se puede y lo permitido, en el momento en que escribes en contra del odio, de la muerte, en contra de los dictadores, y más cuando ese dictador es de izquierdas, innovación a la cubana.

O sea que las dificultades vinieron después de publicado el libro, en cuanto supe que esas dificultades empezaban me alegré, porque me dije, no pasará inadvertido, les molestará. Una vez más conseguí hincar con la palabra ahí donde les duele. Se supone que es nuestro cometido, ¿no?

He leído que trabaja en una novela sobre la vida del ex gobernante, y general cubano, Fulgencio Batista y Zaldívar. ¿Cómo marcha ese trabajo? ¿Qué la motivó a escribir acerca de Batista? Alguna vez le oí decir que escribiría una novela basada en la vida del prócer independentista Carlos Manuel de Céspedes. ¿Abandonó ese proyecto o simplemente lo demora? ¿Qué tal una novela sobre José Julián Martí Pérez?

Trabajo en tres novelas, en la sexta de la serie de mujeres cubanas, de la que te hablé en mi primera respuesta a esta entrevista; también trabajo en la de Fulgencio Batista y Zaldívar, y en una tercera que constituye la segunda de una trilogía en la que ya involucré a Remedios Varo, en La cazadora de astros. Esta segunda será sobre otra mujer del surrealismo. Y la tercera sobre una cubana del surrealismo. Pero esa cuarta está sólo en el pensamiento.

Escribo mucho porque tengo miedo de quedarme muenga de una mano, o paralítica, o perder la memoria, que ya me sucedió en una ocasión, y porque tengo ganas de hacerlo. No se puede escribir sin ganas. Es algo muy relacionado con el sexo, sin ganas no se puede, sin amor cuesta trabajo. Mis modelos son muchas y muchos. Pero siento una fragilidad muy grande cuando pienso en Jean Rhys, tengo mucho en común con ella, o tal vez viva en un momento donde deseo aferrarme a ella, a su obra. Tuve un tiempo en el que viví muy agarrada a Baudelaire, otro a Proust, otro a Yourcenar, a Anaïs Nin, otro correspondía más bien a François Rabelais, o a Gustav Flaubert. De todos soy deudora. De Fernando Pessoa, de Octavio Paz, de Sándor Márai...

De Fulgencio Batista sencillamente me motivó su infancia. Stefan Zweig, que es otro de mis idolatrados, trató como nadie la infancia en las biografías que escribió. Y luego, me hechizaron en ese orden: la transformación del personaje, sus años brillantes, los menos, hasta el final. Pero no se trata de una biografía, es una novela pura, donde la dificultad que enfrento es que casi todo está dicho, escrito, incluso por él mismo, y lo peor: todo el mundo posee una opinión sobre el personaje, y con frecuencia, errada.

Carlos Manuel de Céspedes, pues, mira, trabajé en sus dos diarios de campaña, los dos últimos, hasta su muerte. Es una figura fascinante. Pero en cuanto a la novela, aparté la idea, de todos modos, Raúl Chao ya escribió una novela insólita, magnífica, sobre Céspedes, se titula Contramaestre, y se puede encontrar en la librería Universal.

En la novela que estoy escribiendo, casi terminada, hay una aparición muy teatral de José Martí, no sé si los lectores la apreciarán, porque como aparición es sumamente atrevida. De Martí siempre me gustó esa manera tan ardua, apasionada y urgente que tenía de escribir. Y su poesía amorosa, erótica, y aquel poema homosexual de Martí, titulado Alfredo, que han querido tanto esconder. Yo soy muy martiana, me considero una mujer de Martí, tal como las describió Gonzalo de Quesada y Miranda, en Mujeres de Martí. Entre la elocuencia y el delirio, que se pueden expresar de disímiles maneras.

¿Cómo es su vida en París? ¿Cómo es la relación con su hija Luna? ¿Quién se ocupa en el hogar de los tediosos menesteres de llevar las cuentas, o cambiar un bombillo que se fundió, Zoé Valdés o su esposo Ricardo Vega?

Mi vida es muy sencilla en París, la mayor parte del tiempo trabajo, hago periodismo, imparto cursos, ahora formaré parte de un proyecto cultural que me interesa mucho. Luna y yo somos madre e hija, e intento ser amiga, creo que lo conseguimos. Pero vigilo el más mínimo detalle de ella, la escuela, las salidas, soy una madre cubana, ya sabes. No tan impertinente, tampoco tan permisiva. Los tediosos asuntos de las cuentas, bueno, tenemos un contable. Pero de los papeles se ocupa Ricardo, y de cambiar los bombillos los dos. Yo con más frecuencia, porque soy muy ferretera, y estoy en el detalle de la lámpara que se fundió, etcétera. Yo de niña siempre andaba en una chivichana, o con una carriola de madera, o me tiraba de las lomas de la Habana Vieja sentada en un patín. Siempre fui muy marimacha, de grande me gusta mecaniquear, pero no he sido dotada lo suficiente, y la mayoría de las veces provoco accidentes nefastos.



De Armas: Una entrevista con Armando Valdés-Zamora (I)

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una entrevista de Armando de Armas

Armando Valdés-Zamora nació en La Habana, en abril de 1964, pero creció en Santa Clara por una razón trágica: sus padres fueron encarcelados y fue criado por una tía en esa ciudad del centro del país.

Ha publicado el poemario Libertad del silencio, Ediciones Trazos de Cuba, París, 1996, y la novela Las vacaciones de Hegel, Madrid, 2000, que resultó finalista del Premio Felipe Trigo, publicada en Francia como Les vacances de Hegel, donde fue finalista del Premio a la mejor primera novela en Francia. Doctorado por la universidad de la Sorbona en 2003 con una tesis sobre José Lezama Lima, es profesor Adjunto de la Universidad de Paris XII y de la Escuela Superior de Gestion (ESG) de París. También es autor de decenas de artículos y ensayos sobre la literatura cubana publicados en Cuba, Europa y Estados Unidos.

Armando de Armas: Como estudioso de las letras cubanas, ¿qué opinión le merece el estado actual de la literatura cubana en la isla y en el exilio?

Armando Valdés-Zamora: La principal ganancia de la literatura cubana actual viene de un doble aspecto cuantitativo: la cantidad de escritores con que cuenta y la cantidad de libros escritos por cubanos que se publican.

En cuanto a lo que en realidad cuenta, es decir, a la calidad, soy mucho más escéptico. En este aspecto la literatura cubana no es una excepción: ocurre lo mismo en todas las lenguas y países. El ensayista italiano Pietro Citati -uno de mis favoritos- afirma que actualmente la gran literatura "descansa". El escritor cubano José Manuel Prieto decía hace poco en una entrevista que la literatura cubana llega tarde, que es muy lenta. Pienso que Prieto se refiere a la forma de nuestra literatura. Creo que toda gran literatura llega un poco tarde, excepto la testimonial o la literatura que Cabrera Infante llamaba "de aeropuerto", la que dura, digo yo, el tiempo del vuelo.

Lo que más me preocupa de la escritura de ficción cubana actual es que parece ser escrita para ser aplaudida de inmediato, para ganarle una apuesta a otro concursante sin tratar, además, grandes temas con la reflexión de una prosa trabajada ni la búsqueda de una forma, de una manera de decir que corresponda a esas intenciones.

Pienso sin embargo que en los libros de Abilio Estévez, José Manuel Prieto, Antonio José Ponte, y en textos diversos de otros escritores del exilio, se inauguran nuevos cánones de la escritura literaria cubana.

No me gustaría hacer diferencias entre los escritores de Cuba y los que estamos fuera. Pero las limitaciones, las rupturas referenciales y de difusión, han llegado a extremos que nos tienen que diferenciar cuando escribimos, claro.

Debo confesar que cada vez leo con más temor los textos escritos en Cuba porque la suma de decepciones que he sufrido en los últimos tiempos con esas lecturas entristece mi memoria afectiva. Quiero al menos mencionar un ejemplo que contradice lo que acabo de decir, porque siempre hay personas que a pesar del ostracismo y la incomunicación insular, del desespero por ser reconocidos afuera, hacen una obra de calidad, como es el caso de Ena Lucía Portela.

AA. ¿Por qué salió de Cuba?

AV. Yo salí de Cuba porque le tengo terror a la cárcel. Es decir, temía no soportar los rigores del encierro y convertirme, por ejemplo, en delator de amigos. Salí también porque quería "perderme" como se dice en cubano. Confundirme con el mundo. Coger catarro por culpa de una nevada. Ganar el derecho a una privacidad y a cierto anonimato. Vivir, en serio, como los personajes de las películas que veía en los cines de Santa Clara o en la cinemateca de la Rampa. Y para escribir y hablar, para gritar que NO, algo, esto último, que me fascina…

AA. ¿Cómo es la vida de un escritor cubano exiliado en París?

AV. La vida de un escritor cubano en París depende de cómo sobrevive materialmente en una de las ciudades más caras del mundo. En Francia sólo 3% de los escritores viven de su literatura. (Dos cubanos han tenido la suerte de integrar este selecto grupo: Zoé Valdés y Eduardo Manet).

Yo trabajo de profesor en una universidad pública y en unas cuantas privadas, lo cual creo es un privilegio para un ex balsero que llegó a Paris sin ni siquiera hablar francés. Tengo clases todos los días. Mi escritura es el sueño. Y esto no es una metáfora onírica. Escribo, investigo y leo en horas que pertenecen al descanso. Termino una conferencia para un coloquio o para una revista. Adelanto uno de mis libros. Retoco mis cursos sobre América Latina antes de irme a correr unos kilómetros a un parque para no perder la forma. Es decir que duermo como promedio 5 horas por día. Me levanto temprano, escribo si las clases comienzan más tarde. Me sumerjo en el metro. Doy clases. Me voy a la biblioteca. A veces vuelvo muy tarde a casa. Pero he logrado reunir en mi apartamento parisino las más confortables condiciones mínimas para escribir: silencio y soledad.

Ahora, me digo a veces cuando me veo correr delante de los espejos de las tiendas, he logrado ser uno de esos personajes de las películas que veía en Cuba: formo parte de una ficción retrospectiva.

AA. ¿Considera que ha habido algún cambio en la percepción de las elites culturales en Francia respecto al régimen militar cubano, por un lado, y respecto a sus víctimas, por el otro?

AV. El cambio de visión en Francia del régimen cubano, es relativo. Siempre se acompaña de un insoportable PERO…"la educación", "la salud", los Estados Unidos, etc. Es cierto que los principales medios de difusión en Francia se refieren a Cuba como una dictadura. Sin embargo no hay que pedirles demasiado: el tema de los prisioneros políticos, de la existencia de una oposición interna y sobre todo, lo relativo al exilio de Miami, sólo se conocen y aprueban en restringidos círculos.

AA. Cuénteme un poco de esa antología de la narrativa cubana en que trabaja actualmente.

AV. Lo de la antología de cuentos cubanos es un proyecto que hago con Liliane Hasson, la más conocida traductora de escritores cubanos en Francia. Pero bueno, no avanzo nada. Sólo que hay una veintena de escritores cubanos de todas las latitudes y corrientes.

AA. Usted cuenta con una obra que incluye poesía, narrativa y estudios académicos, ¿en cuál de esas vertientes de la escritura se mueve mejor Armando Valdés-Zamora?

AV. En realidad son placeres diferentes que se complementan. Yo sé que mucha gente que me conoce no va a creerme, pero lo que más placer me provoca es escribir literatura de ficción. Mi tesis de 7 años interrumpió una segunda novela que tenía avanzada y de la cual saltaron personajes a exigirme cuentos. La crítica literaria, los ensayos, forman parte de la pasión que tengo por valorar de otra manera y divulgar en Francia nuestra literatura. Creo que tengo el azaroso honor de haber podido pasar años en las universidades y en las bibliotecas francesas y me apasiona leer la escritura cubana desde ángulos que creo inexplorados.



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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
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