Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Sucesión

Gobernando por teléfono

En medio de una epidemia de dengue y de la Cumbre de los No Alineados, Fidel Castro vigila el país desde un sillón de hospital.

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La segunda ocasión de protagonismo no es una crisis, es una cumbre, la primera de todas las trece restantes en las que el jefe de Estado del país anfitrión podría sobresalir por su ausencia y no al revés.

En su última misiva al pueblo cubano, publicada el pasado 5 de septiembre, el mandatario se describió como "paciente disciplinado" y adelantó que estará recibiendo a "visitantes distinguidos", aunque aclaró que la cobertura será escueta.

"Quizás no pueda recibir a todos los dignatarios, pero aspiramos a que esté", dijo un funcionario que participa en los preparativos del foro, que este lunes comenzó en La Habana su fase de expertos. Para fines de semana se espera que unos sesenta gobernantes asistan a la decimocuarta cita de países no alineados.

Fidel Castro mantiene una mesura extraña a su temperamento: trata de establecer un equilibrio entre su verdadera salud y las expectativas de la nación. Aunque aseguró que el momento crítico había sido superado, advirtió que "el tiempo de una completa recuperación, quiérase o no, será prolongado", apostillando: "en este momento no tengo apuro alguno, y nadie debe apurarse".

Por tanto, la Cumbre, a juzgar por sus advertencias, discurrirá sin su protagonismo escénico. Sus discursos, desmesurados y contundentes, ya no serán escuchados en el plenario y remarcarán su ausencia.

Las preguntas saltan en aluvión. ¿Será una cumbre a cuatro manos entre él y su hermano Raúl? ¿Podrá a su vez este último asumir como estadista la conducción del Movimiento de Países No Alineados, con su madeja de problemáticas e intereses contrastantes? ¿Cómo será presentado el ministro de Defensa, como el actual presidente en funciones de la nación o como primer vicepresidente? ¿Soportará el peso de tantas responsabilidades, internas y externas?

Eterno 'número dos'

La prensa oficial se anda con remilgos a la hora de presentar a Raúl Castro al frente del país. Pese a que existe un traspaso temporal firmado por Fidel el 31 de julio, el ministro de Defensa es sólo el compañero Raúl o el general de Ejército. El resto de sus responsabilidades traspasadas caen en una obviedad tácitamente consentida.

Justo mes y medio antes de que su hermano cayera en un quirófano, Raúl Castro advirtió en una reunión de altos oficiales que "solamente el Partido Comunista puede ser el digno heredero de la confianza que los cubanos han depositado en su líder". El segundo hombre de Cuba sabe que ni él ni nadie será capaz de llenar un presumible y temible vacío y, de paso, deja entrever aversión a un liderazgo unipersonal asumido por él o por otros que estuviesen tentados.

Para Washington, está en marcha una sucesión en cámara lenta. Para los cubanos, las cosas no están claras. Hasta el momento la única medida digna de considerarse es la vuelta al gabinete del comandante guerrillero y ministro del Interior en los duros años sesenta Ramiro Valdés, ahora como titular de Informática y Comunicaciones.

"Te necesitamos para seguir empujando el sol", tituló el diario Granma en su portada citando al presidente Chávez, al brindar cobertura sobre la última visita del líder venezolano a su amigo convaleciente. Las imágenes mostraron a un Fidel reclinado y sentado en la cama, de buen humor y gestos mesurados.

El pijama era rojo, como el porvenir que ambos quieren para el mundo.


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Felipe Pérez Roque, ministro de Exteriores, inauguró la Cumbre NOAL en ausencia de Fidel y Raúl CastroFoto

Felipe Pérez Roque, ministro de Exteriores, inauguró la Cumbre NOAL en ausencia de Fidel y Raúl Castro. (AP)