Actualizado: 27/03/2024 22:30
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Cuba

Emigración

Pelotón a la vista

Lo dicen los hechos: el gobierno castiga incluso con la muerte los intentos de salida ilegal del país, sean o no violentos.

Enviar Imprimir

A pesar de no haber matado a nadie, en la madrugada del 11 de abril de 2003, Lorenzo Enrique Copello, Bárbaro Leodán Sevilla y Jorge Luis Martínez pagaron con su vida el intento de secuestro de una embarcación para salir del país. Cuatro de los involucrados fueron condenados a cadena perpetua: Maikel Delgado, Yoannis González, Harold Alcalá y Ramón Grillo, y a 30 años de privación de libertad, Wilmer Ledea.

Son, pues, previsibles las consecuencias del último intento de secuestro, en este caso de un avión, protagonizado el pasado 3 de mayo por Leandro Cerezo, de 19 años de edad, y Yoan Torres, de 21. Según medios oficiales, durante la fuga de la unidad donde pasaban el servicio militar, en la localidad de Managua, ambos jóvenes, junto al también recluta Alain Forbus, dispararon a otro recluta con fusiles Ak-47 robados. Luego, en el intento de secuestro, Cerezo y Torres causaron la muerte a un oficial que ofreció resistencia.

Algunos antecedentes

El anterior intento de secuestro violento de un avión se produjo el 10 de abril de 2003, en el municipio especial Isla de la Juventud. Cinco personas, de "forma sorpresiva y violenta", arrebataron un fusil Ak-47 a un soldado de guardia cerca del poblado pinero La Fe. Dos horas después, cuatro de los asaltantes fueron detenidos en las cercanías del parqueo del aeropuerto de Nueva Gerona, y les fueron incautados el fusil, dos cuchillos y pesas de hacer ejercicios.

Según las autoridades, el plan consistía en esperar la llegada de un vuelo procedente de La Habana, romper con las pesas una pared de cristal de la terminal aérea y salir a la pista cuando bajaran entre seis y diez pasajeros, secuestrando al resto de los ocupantes, unos treinta.

Ese intento de secuestro ocurrió tras dos incidentes aéreos ocurridos semanas antes. El 19 de marzo de 2003, seis hombres pertrechados con armas blancas secuestraron un DC-3 que hacía la ruta La Habana-Nueva Gerona, con seis tripulantes y veintinueve pasajeros. La aeronave, fabricada en los años cincuenta, fue interceptada por aviones militares de Estados Unidos y conminada a aterrizar en Cayo Hueso, Florida, donde diecisiete personas solicitaron asilo y dieciséis optaron por regresar a la Isla. Los secuestradores fueron arrestados, juzgados y condenados en Estados Unidos.

En la noche del 31 de marzo, la tripulación de un AN-24 que cubría la ruta Nueva Gerona-La Habana, fue amenazada por un hombre que portaba dos "granadas" y exigió desviar la nave hacia Miami. Sin embargo, al no contar con suficiente combustible, los pilotos tuvieron que aterrizar en el aeropuerto internacional José Martí, en La Habana. Tras muchas negociaciones en medio de un fuerte despliegue policial, el individuo fue reducido y arrestado, y se comprobó que las "granadas" eran de juguete.

La ola de secuestros que se desató en 2003 —tres aéreos y uno marítimo— pudo haber tenido como "aliciente" otro incidente ocurrido el 11 de noviembre de 2002, en la provincia de Pinar del Río: ocho personas secuestraron un AN-2 —viejo y pequeño monomotor de fabricación soviética utilizado para labores agrícolas— y, sin mayores incidentes, lograron aterrizar en Cayo Hueso. Los ocupantes de la avioneta obtuvieron permiso para permanecer en Estados Unidos.

Anteriormente, el 19 de septiembre de 2002, otro AN-2, destinado a la fumigación y fertilización de arroz, también en Pinar del Río, fue conducido por el piloto hacia Estados Unidos con nueve personas a bordo. El aparato cayó al mar y una persona murió. El resto fue rescatado por un mercante panameño y conducido a territorio estadounidense.

El 16 de agosto de 1996, tres hombres armados desviaron de su ruta entre La Habana y Varadero una avioneta tipo Wilga, perteneciente a la Empresa Nacional de Servicios Aéreos. La nave amarizó frente a las costas de Fort Myers, Estados Unidos.

Apenas un mes antes, el 7 de julio, un avión comercial de Cubana de Aviación que cubría la ruta Santiago de Cuba-Guantánamo con ocho pasajeros a bordo, fue secuestrado a punta de pistola por un militar cubano, que aterrizó en la Base Naval de Guantánamo.

El 8 de mayo de 1994, un AN-24 que volaba entre La Habana y Nassau, con treinta pasajeros a bordo, fue desviado por el piloto hacia el sur de la Florida.

El 15 de noviembre de 1993, dos pilotos de la Empresa Nacional de Servicios Aéreos, que portaban armas de fuego, desviaron un AN-2 hacia Estados Unidos desde el aeropuerto de Camagüey.

En todos los casos, las penas para los arrestados en Cuba van de cadena perpetua a 30 años de privación de libertad. En 2003, el régimen de Fidel Castro decidió comenzar el año con más mano dura, aplicando las leyes no sólo para condenar delitos o supuestos delitos, sino sobre todo para atemorizar y hacer que sirvan de lección ejemplarizante.

En enero de 2003, se puso en marcha la Operación Coraza, la mayor redada contra el tráfico y consumo de drogas hasta ese momento conocida en la Isla.

En marzo, la Primavera Negra, la brutal oleada represiva contra la oposición pacífica, con sanciones de entre 13 y 28 años de prisión a 75 disidentes y periodistas independientes de todo el país. Y en el mes de abril de ese mismo año, sin importar un ápice la opinión pública internacional, muy alarmada por las detenciones y exageradas condenas a los opositores, fueron fusilados tres de los secuestradores de la lancha Baraguá. Los tres eran negros, jóvenes y de origen humilde.


« Anterior12Siguiente »