Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Mariel: 25 años después

La generación perdida

¿Fue este acontecimiento el anti-Granma, como la Embajada del Perú el anti-Moncada?

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Por citar un ejemplo: una vez reorientados, los marielitos emprendieron un programa artístico que requería de las prensas, pero las imprentas y casas editoras del exilio apenas simpatizaron con sus necesidades. La revista Mariel fue la respuesta a esa indiferencia, y una protesta cívica contra la cortedad de miras del mundillo oficial miamense, que desaprovechaba el inmenso caudal intelectual de los recién llegados tan torpemente como antes había desaprovechado el enorme potencial político que ofreció la toma de la Embajada del Perú.

Mencionaré de pasada que ya en 1980 existía en Miami una incipiente disidencia —una competencia, si se quiere, o una alternativa— a la hegemonía de la academia farisea y de los editores oficialistas, y que esa disidencia encarnó en la imprescindible Librería SIBI. Al recontar la historia del Mariel deberá recordarse siempre el papel protagónico que jugaron en el panorama artístico de la seudo-generación los injustamente olvidados esposos Juan y Nancy Pérez-Crespo, propietarios de SIBI.

Antes de convertirse en "generación", los marielitos cerraron filas brevemente con la redacción de la revista que los precedió: Linden Lane Magazine. El tabloide, fundado en Nueva Jersey por Heberto Padilla y Belkis Cuza Malé, seguía la línea 'humana demasiado humana' que caracterizó al autor de Fuera del juego, y que de ningún modo podía satisfacer el radicalismo de los recién llegados. Era cuestión de tiempo antes de que estallara la guerra entre aliados tan dispares. Pero sería injusto olvidar que lo que se conoce hoy como 'generación del Mariel' pudo haber pasado a la Historia —dadas ciertas variables— como la 'generación de Linden Lane'.

¿'Arenistas' versus humanistas?

El diferendo de Reinaldo Arenas y Linden Lane —piadosamente excluido del jubileo— marcó un momento revolucionario en la historia intelectual del exilio. A causa de ese cisma obtuvo carta de ciudadanía la 'generación del Mariel', al menos como hecho artístico, como grupo de secuaces nucleados alrededor de un Mesías. Con una gran patada en el trasero llegó al mundo la que luego se proclamó 'generación': si la partida de nacimiento de Mariel pudiera fecharse en algún lugar, sería en el garaje de la casa de los Padilla en Nueva Jersey.

Discrepancias en cuanto a métodos y objetivos, aspiraciones y estrategias, deslindaron los bandos, como se habían deslindado 20 años antes los revolucionarios de los origenistas. Paradójicamente, Padilla encarnaba ahora el papel del humanista cristiano ganado para la teosofía cuzamaleana. En todo caso, a los efectos de la lucha callejera que se avecinaba, el poeta de El justo tiempo humano representaba eso que los 'arenistas' consideraron siempre un pecado capital: la sensatez pequeñoburguesa.

"Golpeado bárbaramente por una poetisa", declaró Reinaldo, maestro de la invectiva, desde las páginas del Diario de las Américas. El cisma, y la pateadura, probaron ser exactamente lo que buscaba nuestro staretz: caían del cielo a quien pretendía redefinir el panorama espiritual de la nación, no sólo con palabras sino con actos, con 'hechos'. Le quedaban apenas ocho años para replantear las bases de 'lo cubano' en los términos de la más profunda crisis de su Historia, al tiempo que socavaba el dogma castrista, ofreciendo su carne en sacrificio y su nombre (que se había ganado el "derecho a figurar en los altares del horror") para ser inscrito en el registro de un martirologio nuevo.