Actualizado: 08/05/2024 7:38
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Cubanos cruzan el mundo para venerar a San Lázaro

No obstante, las promesas y dolorosas penitencias decrecen, según testigos.

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La peregrinación de miles de fieles cubanos que cruzan la Isla y hasta el mundo para reencontrarse con el "milagroso" San Lázaro no disminuye, pero las tradicionales y dolorosas penitencias se dejan ver menos, reportó EFE.

Situado en la localidad de El Rincón, en La Habana, el templo reunió este miércoles a religiosos, policías, vendedores de oraciones y comida, devotos que cargaban con flores y monedas, pagadores de promesas con los pies descalzos y personas que realizaban grandes sacrificios para ser "puntuales" con el santo.

Randy, de 26 años, regresó a Cuba desde España después de dos años de ausencia en los que "las circunstancias" lo obligaron a incumplir su promesa de estar cada 17 de diciembre en el santuario, "vestido de saco, hablando con él, viendo el desfile pasar".

"Trabajo como personal de seguridad en un mercado en Madrid, no podía pedir vacaciones en estas fechas, así que me fui y perdí mi trabajo. Pero no importa, vuelvo para allá y busco trabajo otra vez", dijo a EFE Randy, para quien San Lázaro es "lo más grande que hay en el mundo".

Marierta, de 28 años, quien rogó al santo para que curara a su hijo Kevin Lázaro de un tumor facial, viajó a la Isla desde Venezuela con tal de cumplir una promesa que durante años la ha obligado a recoger monedas que luego dona al santuario en una bolsa.

"Estoy de misión médica en Caracas y conseguí permiso de vacaciones en esta fecha para poder venir a verlo y rezar por salud. Todos le pedimos salud, porque supuestamente el que viene aquí se cura", dijo.

Aunque los problemas económicos, de vivienda o reunificación familiar están en las plegarias de muchos cubanos, los milagros que se le atribuyen a San Lázaro son, en su mayoría, curas o salvaciones, y han acrecentado una devoción que fusiona al santo católico, al viejo mendigo Lázaro, y a Babalú Ayé, "orisha" del culto afrocubano.

El repertorio de ofrendas demuestra la confusión: algunos lo agasajan con "comida" y el "primer café del día" en una esquina de la casa, otros visitan la iglesia con estampas y oraciones católicas, y hay quienes cargan hasta El Rincón con ropa hecha de saco de yute, tabacos y perros.

Por estos días el santuario, con tres puertas y un pequeño campanario, está rodeado de perros que se tiran a lo largo del jardín central para calentarse al sol o buscan comida por los alrededores.

"La gente los trae y los suelta aquí, como parte de las promesas, y entonces les damos comida a algunos, vemos como otros se marchan a la calle y a los demás se los lleva el carro de zoonosis", explicó a EFE Rogelio, uno de los trabajadores del templo.

"Esto es así todo el año, casi diariamente la gente nos deja perros porque hay una tradición de relacionarlos con San Lázaro, pero también hay muchas personas que vienen aquí buscando animales para llevarse a sus casas", añadió.

Acostada en el jardín junto a uno de esos perros sin dueño, Nereyda Hernández y su hija Jennifer López, de 4 años, también tomaban el sol tras la madrugada fría que pasaron "oyendo los cantos" y mirando a los devotos llegar, aunque no son creyentes ni le han pedido nunca un solo favor al "viejo".

"!Fuerza!, !Vamos, que tú puedes!", le gritaba Nereyda a una mujer de 73 años, Paula Violeta, vestida de morado y saco de yute, que avanza de rodillas hasta la puerta de la iglesia, mientras limpia el camino con un manojo de albahaca y flores.

Paula Violeta y sobrevivió en 1991 a un grave accidente ferroviario cerca de su natal Santa Clara, tras lo cual prometió entrar cada año al Rincón "de rodillas y sola" por haber vuelto a "hablar y caminar".

Yohandri, uno de los voluntarios con emblema de la Cruz Roja en el pecho que asisten al templo en estos días de peregrinación, aseguró a EFE que esos casos de "promesas enormes con gente que se arrastra o se lastima" a lo largo de kilómetros han disminuido en los últimos años.

"La misma afluencia de público, menos promesas", fue el balance de Giselle, una vendedora de 23 años que vive de comerciar todo el año en El Rincón imágenes esculpidas en yeso de santos y vírgenes, collares de santería y azabaches para "los malos ojos".


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Policías y peregrinos en El Rincón. La Habana, 17 de diciembre de 2008. (AP)Foto

Policías y peregrinos en El Rincón. La Habana, 17 de diciembre de 2008. (AP)

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